Estrenos online: crítica de «G20», de Patricia Riggen (Amazon Prime Video)

Estrenos online: crítica de «G20», de Patricia Riggen (Amazon Prime Video)

Cuando un grupo de terroristas toma de rehenes a los mandatarios más importantes del mundo en la cumbre del G20, la presidente de los Estados Unidos tiene que arreglárselas para liquidarlos. Con Viola Davis y Antony Starr. Estreno: 10 de abril por Amazon Prime Video.

Más inspirada en películas de acción de los años ’80 y ’90 que en las reales circunstancias políticas de la actualidad, G20 es un thriller que transcurre en medio de esa reunión global de las principales economías del mundo cuando es tomada por un grupo de criptoterroristas que quieren quedarse con, multiplicando la famosa frase de AUSTIN POWERS, «a billion dollars«. Pero no cuentan con que la presidente de los Estados Unidos es una ex militar que intentará encontrar la vuelta para evitar que arruinen la economía del mundo. Sí, lo que escuchan.

Que G20 se estrene en medio del show de los aranceles del verdadero presidente de los Estados Unidos es toda una ironía. Si hay alguien que parece estar a punto todo el tiempo de destrozar la economía del mundo es precisamente él. Pero es claro que los que armaron el proyecto no solo no podían imaginar eso sino que, a juzgar por el tipo de presidente ficcional que presentan aquí, seguramente imaginaban victoriosa en las últimas elecciones a Kamala Harris. Pero no fue así. La presidenta de la ficción puede tener un plan de ayudar a acabar el hambre en Africa. El real, más bien todo lo contrario.

Pero olvidemos por un rato la realidad y vayamos a la ficción. Esta mediocre y convencional película de acción es una mezcla apta para streaming entre AVION PRESIDENCIAL, DURO DE MATAR y LOS INCREIBLES, un thriller un tanto retro centrado en Danielle Sutton (Viola Davis), una presidente cuyos problemas domésticos les están causando una caída de la imagen. ¿Y cuál es ese problema? Su hija adolescente, díscola y rebelde, evade a los agentes de seguridad y se va de parranda por Washington. Así que, para combatir la mala prensa, se lleva a su familia –que incluye a su marido y a su otro hijo un tanto más chico– a Sudáfrica, a la cumbre del G20 en cuestión.

Allí, un tal Rutledge (la estrella de THE BOYS, Antony Starr), se ha infiltrado con un fuerte grupo armado y logra tomar de rehenes a todos los mandatarios en un salón. Danielle, junto a un pequeño grupo que incluye a su guardaespaldas, el premier británico, la primera dama coreana y la directora del FMI (no se rían, esto es muy serio), logran escapar de ahí y, circulando por los rincones y los subsuelos del complejo intentan impedir que los malos se salgan con la suya. A la vez, el marido de la presidente y sus hijos escapan del cuarto de hotel en el que estaban y, por su lado, hacen lo posible por salvar al mundo de estos intensos y armados criptobros que quieren liberar a la humanidad de «la casta» de corruptos estadistas que controlan el mundo. O algo así.

La directora mexicana de LA MISMA LUNA y LOS 33 no parece manejarse del todo bien en el terreno del thriller y las escenas de acción son por lo general bastante mediocres. Pero ese no es el verdadero problema de la película, sino la poca credibilidad que tiene todo, desde las acciones de los terroristas (que enredan absurdamente sus exigencias dependiendo de deepfakes y hasta de una billetera física para quedarse con la plata cuando una toma de rehenes y una buena y vieja transferencia bancaria funcionaría muy bien) hasta las acciones propias de un equipo de arriesgados protagonistas que parecen más superhéroes que políticos y sus familiares. Cuando alguien hace una broma mencionando a Wakanda, uno tiene la sensación de que al menos la película es consciente de su propia exageración.

Nadie duda que Davis pone todo lo que tiene en un rol inusual para una actriz de mediana edad y, en general, su fiereza y convicción le suelen dar credibilidad a las más absurda de las propuestas. Pero no puede resolver todo con un gesto adusto y un entrenamiento militar. Si bien este tipo de películas toleran un nivel de implausibilidad muy grande, Riggen y sus guionistas exigen demasiado del espectador. Y si bien nadie les pide que su película, craneada seguramente hace más de un año, tenga visos de realismo, la situación política y económica actual tampoco los ayuda demasiado.