
Estrenos online: crítica de «Pánico en el tren bala» («Shinkansen Daibakuha»), de Shinji Higuchi (Netflix)
Un tren bala tiene bombas que explotarán si baja la velocidad a menos de 100 kilómetros por hora en este film de acción japonés. Estreno de Netflix.
A 50 años de su estreno original, el clásico japonés de cine de acción BULLET TRAIN, que tuvo como protagonistas a Ken Takakura y Sonny Chiba, tiene una remake con algunas características especiales. No me refiero a que tenga producción de Netflix o a muchos cambios de la trama respecto a la original, sino que se la puede pensar más como secuela que como remake. O como una película centrada en un crimen que copia al anterior. En el universo de BULLET TRAIN EXPLOSION (título internacional de la aquí llamada PANICO EN EL TREN BALA), la película de 1975 existe y es parte de la trama, como si fuera algo que realmente sucedió en el pasado. Y las conexiones entre una y otra es algo que habrá que ir dilucidando.
Por fuera de esa ingeniosa construcción de una suerte de «multiverso» del cine catástrofe, la película dirigida por Shinji Higuchi, un experto en superproducciones de acción (hizo SHIN GODZILLA, SHIN ULTRAMAN, ATTACK ON TITAN y muchos otros films japoneses muy comerciales), es bastante convencional. Tira una decena de vagamente descriptos personajes y los pone arriba de un tren bala que va muy velozmente de Shin-Aomori a Tokio en un viaje de unas cuatro horas. Lo que ninguno sabe es que el tren tiene bombas encima y que explotarán si la velocidad baja a menos de 100 kilómetros por hora.
Como SPEED o ESCAPE EN TREN, películas que tienen similitudes con la original de 1975 (ESCAPE… de hecho se origina en un proyecto nunca filmado del también japonés Akira Kurosawa), la tensión está creada por tener una máquina en movimiento que va a toda velocidad y no hay forma de detenerla. Acá, cuando el misterioso villano anuncia sus condiciones (pide además algo así como 700 millones de dólares para desactivar el asunto), queda claro que si el tren frena podrían morir cientos de personas. ¿Qué se puede hacer para salvarlos sin detenerlo?

La acción está bien presentada, pero la película no logra crear muchos personajes ni situaciones particularmente interesantes a lo largo de su más de dos horas de largo. Hay un grupo de estudiantes adolescentes, algún político con escándalos, un aparente criminal, un guardia de seguridad que se hace cargo del asunto, una conductora muy nerviosa y una serie de personajes intercambiables. Recién hacia la última media hora –cuando muchas cosas cambian a bordo del tren–, los personajes empiezan a tener algo más de lógica y humanidad, por más confusa que esta sea.
La película cambia en mucho la lógica (y hasta la idea de los villanos) de la película anterior, prefiriendo poner el acento en temáticas que los creadores consideran más contemporáneas. Es por eso que la ficción está plagada de chicos usando redes sociales, influencers, políticos corruptos y nobles trabajadores del ferrocarril cruzándose y hasta peleándose entre sí para ver quién sabe cómo resolver el asunto y si tiene o no sentido juntar el dinero para que el malvado deponga su actitud y desactive las bombas.
Con la colaboración de la estructura ferroviaria japonesa –la película, de hecho, deja muy bien parados a los trabajadores y al personal de la empresa East Japan Railway Company–, PANICO EN EL TREN BALA tiene ritmo e intensidad pero muy poca gracia o personalidad propia. Se la siente como una película en exceso genérica e intercambiable, que podría ser replicada en cualquier otro lado. Eso sí, pocos países tienen los trenes eficientes que tiene Japón, por lo que adaptarla a otro país implicaría romper por completo su mínima plausibilidad.