
Series: crítica de «Hacks – Temporada 4», de Lucia Aniello, Paul W. Downs y Jen Statsky (Max)
En la cuarta temporada de la premiada serie, la comediante Deborah Vance llega a su talk-show nocturno, pero el costo humano y artístico de su logro puede ser demasiado grande. Con Jean Smart y Hannah Einbinder. Desde el 10 de abril por Max.
Una de las comedias más premiadas y mejor valoradas de los últimos años, HACKS sigue manteniendo su ritmo, su fiereza y su calidad en su cuarta temporada. Más allá de algunos puntos flojos y subtramas un tanto repetitivas, la serie centrada en la relación entre la veterana comediante Deborah Vance y su joven guionista Ava Daniels sigue avanzando hacia lugares que, no por previsibles, dejan de ser ricos de investigar.
La temporada se inicia con un éxito y un fracaso. El «éxito» tiene que ver con que Deborah (Jean Smart) ha conseguido lo que soñaba hace décadas: su propio talk show nocturno para competir a los hombres que dominan la TV de medianoche. Lo malo es que para eso ha extremado las tensiones con Ava (Hannah Einbinder), su amiga/enemiga, la persona a la que adora y detesta en partes iguales, una que logra revivir su comedia pero que también la pone bajo la juiciosa –y políticamente correcta– mirada de una persona de otra generación y otro estilo. Y no solo de comedia.

La tensión entre ambas está en el eje de buena parte de la cuarta temporada. Deborah quiere desprenderse de Ava, pero la joven guionista encuentra la manera de chantajearla, amenazando revelar íntimos secretos que conoce, y se impone en la contienda. Será la guionista principal del talk-show, pero la relación en los preparativos será tremenda. Tanto pelearán por todo (sobre cómo conformar el equipo de guionistas, cómo tratarlos, qué bromas hacer, qué invitados y qué estilo de humor) que tendrán que ponerles una mediadora (la gran Micaela Watkins) para que no se lancen objetos contundentes por la cabeza. Pero de todos modos lo harán.
A la par de los conflictos entre ambas y los que tienen las figuras secundarias de la serie (todo lo ligado a los agentes de las dos, Jimmy y Kayla, parece ser en una serie aparte y es bastante menos interesante), HACKS pondrá en discusión cómo se hacen hoy los programas de entretenimiento masivo, hablando de las presiones de las productoras, los canales, los sponsors, los accionistas de los estudios y así. A la vez, esas presiones pueden funcionar de distintas maneras para los que son parte del equipo creativo. Algunos pueden ceder a ellas para lograr el deseado primer lugar en los ratings, mientras que otros creerán que lo importante es hacer un gran programa sin darle tanta importancia a las métricas. Si vieron la serie se imaginarán cuál de las protagonistas se ubica en cada lugar.
De todos modos, más allá de la tensión entre arte y comercio, entre ser «para todo público» o ser «hipster y cool», HACKS se hará fuerte a partir de la relación entre las protagonistas, que empezará de la peor manera posible pero que irá girando hacia otras con el correr de los episodios. Eso sí, conociéndolas a ambas uno sabe que cualquier tregua entre ellas puede durar muy pero muy poco. La serie, finalmente, pasa por ahí, por esa relación de amor/odio que existe entre las dos muy distintas comediantes y la sensación que uno tiene de que en cualquier momento todo puede volar por los aires.

Con muchos invitados especiales que no se pueden spoilear y que, en muchos casos, se interpretan a sí mismos, la serie va mostrando cómo un programa –en este caso, un talk show televisivo, pero aplica para cualquiera– se va modificando a partir de las luchas creativas entre sus protagonistas, las presiones por los ratings, las amistades que se rompen, los secretos que no se cuentan, la milagrosa resolución de problemas y así. Es un micromundo de presiones, tensiones y, en muchos casos, de miserias que pueden o no reflejarse en el rating. A veces lo que la gente entiende como éxito, adentro es un fracaso humano.
Hay un personaje que, al menos inicialmente, refleja muy bien esas tensiones. Julianne Nicholson encarna a «Dance Mom», una mujer que se ha hecho viral por sus bailes en TikTok y a la que quieren llevar al programa. A Deborah no le convence pero le parece simpática. Ava, por su parte, no quiere saber nada con poner a este fenómeno viral en el show. Por la ausencia de un invitado la señora termina presentándose y es un gran éxito que levanta el rating del programa, pese a las protestas de Ava. Y más allá de las posteriores derivaciones del personaje (que son algo repetitivas pero gracias al talento de Nicholson no dejan de ser graciosas), su participación aquí se ubica en el centro de la discusión, algo que también pasa también con algunos entrevistados controvertidos.
HACKS hace honor a su título al llevar a las dos protagonistas a una zona en la que están siempre al borde de hacer funcionar sus más bajos instintos cómicos. Para Deborah no sería la primera vez –venía haciendo eso por décadas y especialmente en su paso por Las Vegas–, pero a Ava la convocaron para modernizar su humor y ella odia aceptar que lo que funciona es lo que menos le gusta. Pero pasarán cosas y en esa discusión entre el artista y el comerciante, entre el autor y el empresario aparecerá el costado humano. Y quizás ese sea más importante que todos los demás.