
Series: reseña de «La cúpula de cristal» («Glaskupan»), de Camilla Läckberg (Netflix)
Una criminóloga que fue secuestrada siendo niña regresa a su pueblo, es testigo de un similar secuestro y ayuda a las autoridades en su investigación. Disponible en Netflix.
El thriller nórdico sigue vivito y coleando en LA CUPULA DE CRISTAL, una miniserie policial sueca que funciona siguiendo casi todos los códigos del género. Lo hace de una manera elegante y prolija, aunque muy poco de lo que se ve aquí tiene un atisbo mínimo de originalidad. Estamos ante un típico policial que involucra la desaparición de una niña y, en buena medida, sigue el catálogo de procedimientos de casos de ese tipo. Hay, sí, una particularidad. Y quizás ese sea el mejor lugar desde donde entrarle.
Creada y escrita por Camilla Läckberg, reconocida autora sueca de novelas policiales, la serie se inicia con un secuestro que ocurrió hace muchos años, cuando Lejla Nesss (Léonie Vincent) era niña y fue raptada y encerrada en un cubo vidriado por un desconocido. Lejla es ahora una criminóloga especializada, por experiencia, en las mentes de ese tipo de criminales. Y si bien nos enteraremos muy de a poco qué fue lo que sucedió en su infancia –los recuerdos de ella son confusos—, es claro que la ahora mujer quedó perturbada por los hechos.

Lejla vuelve a Granås, el pequeño pueblo en el que vive Valter (Johan Hedenberg), su padre adoptivo, al morir su madre adoptiva. Ambos adoptaron a Lejla después de su secuestro y a partir de ciertos hechos que estuvieron ligados a eso. En medio del reencuentro con mucha gente conocida del pueblo y después del entierro, una amiga suya llamada Louise aparece muerta y su pequeña hija, Alice, ha desaparecido. Así que en lugar de volver a Estados Unidos –donde vive–, Lejla decide quedarse allí a ayudar con la investigación de ambos casos.
Como siempre, hay decenas de potenciales sospechosos. El marido es uno, ya que estaba en trámites de divorcio. Luego veremos que tenía un amante, otro candidato. Algún obrero de la construcción que se hizo amigo de la niña, otro. Los manifestantes del pueblo que se oponen a la construcción de una mina –de la que el marido de Louise estaba encargado– son otros más. Y hasta cierto racismo que circula en el pueblo aparece como eje, entre otras opciones de entrada no evidentes. Y el mayor enigma de todos es saber si este secuestro tiene alguna relación con el de Lejla, décadas atrás, ya que en aquel caso jamás encontraron al responsable.

Ese es el juego que aquí se presenta, entre paisajes nevados, rutas que recorren frondosos bosques, personajes oscuros y llenos de secretos, y signos de violencia latente que van creciendo con el correr de los episodios. LA CUPULA DE CRISTAL avanza de un modo bastante académico, explorando diversos sospechosos hasta ir aclarando sus respectivas situaciones, incluyendo alguno que otro que vuelve a los primeros planos cuando su conexión al caso parecía aclarada. Y mostrando las tensiones que existen entre la policía, el pueblo y la creciente bronca social contra la compañía minera.
Entre todo esto, el trauma. Y para reforzar eso la serie incluye sueños y pesadillas de Lejla respecto a su secuestro, lo mismo que breves flashbacks que aparecen cada vez que ve una foto, lee sobre su caso y parece revivir la experiencia. ¿Tendrá el secuestro de Alice algo que ver con el suyo? ¿Podrá Lejla usar en la práctica sus vivencias para resolverlo? THE GLASS DOME logra mantener sus misterios hasta el final. No sorprenderá del todo porque los espectadores ya vieron decenas de series iguales, pero al menos llega al final de sus seis episodios con la intriga y la dignidad intactas.