
Cannes 2025: crítica de «Eagles of the Republic», de Tarik Saleh (Competición)
Un famoso actor egipcio es forzado a protagonizar una película sobre la vida del presidente de ese país en esta mezcla de sátira y thriller político.
Entre la sátira política y el thriller de acción en el que se mezclan lo social y lo cinematográfico, EAGLES OF THE REPUBLIC funciona en un territorio similar al de ARGO, mezclando situaciones inspiradas en la vida real con otras absurdas ligadas a la industria del cine. En ambos casos, las conexiones son directas, ya que las estrellas de cine y la propia situación del país se combinan en una trama que, al menos dentro de la ficción, suena bastante realista.
Durante la primera de las dos horas que dura el film del realizador sueco de origen egipcio, es la sátira la que prima. Fares Fares encarna a George Fahmy, una superestrella del cine egipcio divorciado, con un hijo con el que se lleva mal, y muchos romances con jovencitas. Es un divo un tanto insoportable pero muy querido por el público, con decenas de éxitos en Egipto. En medio de algún conflicto familiar recibe una de esas invitaciones que no se pueden rechazar: el gobierno le pide que protagonice un film centrado en la vida del actual (y real) presidente de Egipto, Abdel Fattah el-Sisi. El hombre no quiere saber nada –dice que no da con el look y el tamaño del presidente–, pero digamos que no se la hacen fácil. Más que una invitación es un compromiso patriótico con amenazas incluidas.
El film va abandonando de a poco el tono lúdico del principio –las escenas están armadas siguiendo el ritmo y el tono del cine popular egipcio– y si bien sigue mezclando romances y bromas sobre el viagra, de a poco la situación se va tornando grave, oscura, ya que hay complicadas maniobras políticas reales que existen por detrás de la filmación de esa película. Y George queda exactamente en el medio de un fuego cruzado que lo tiene como amenazado y más o menos privilegiado testigo. Para entonces, Saleh abandonará más directamente el tono humorístico y EAGLES OF THE REPUBLIC entrará del todo en el drama, el suspenso y el thriller de acción.

Como en sus otros films, el realizador radicado en Suecia utiliza temáticas políticas fuertes de su país de origen para narrarlas con un estilo bastante tradicional, entre clásico y popular, más apto para plataformas que para festivales. En algún sentido, el film es comparable con EL AGENTE SECRETO, de Kleber Mendonça Filho, otro thriller político que usa géneros populares, pero el film brasileño los utiliza para torcerlos y subvertirlos mientras que acá se utilizan con sus modos más esperables: para atrapar al espectador e impedir «que se aburra».
Obviamente que eso ayuda a que las más de dos horas de film pasen de modo rápido y efectivo, pero a la vez banaliza un tanto una propuesta que tiene un tufillo a riesgosa (desconozco cómo será tomada por el gobierno de Egipto, pero imagino que nada bien), ya que la pasteuriza, la vuelve similar a muchas otras. Es cierto que Saleh da cuenta –ya desde los pósters de clásicas películas egipcias que se ven en los créditos del film– de los mecanismos «populistas» que está usando, pero no estoy seguro de que con eso alcance como «justificación».
La película sí tiene, de todos modos, momentos intensos, más que nada tomando en cuenta un contexto mundial en el que muchos gobiernos están enemistados con la cultura y piensan que el cine debe ser «ideológicamente compatible» con ellos. El tipo de película de propaganda que filman aquí tiene todos los vicios de las hagiografías de los gobiernos de turno (lo han hecho todos, desde distintos colores políticos), pero presenta una forma de entender el arte en ela que lo más importante son los intereses del estado. Acá eso se complica porque en medio de todo hay una real situación de conflicto armado interno que se interpone en el rodaje. Pero los mecanismos de la ficción corren por ahí también. Cuando el cine está de por medio, nunca es fácil saber bien qué es cierto y que no lo es.