Cannes 2025: crítica de «Woman and Child» («Zan o bacheh»), de Saeed Roustaee (Competición)

Cannes 2025: crítica de «Woman and Child» («Zan o bacheh»), de Saeed Roustaee (Competición)

por - cine, Críticas, Festivales
22 May, 2025 02:47 | Sin comentarios

En este drama iraní, una mujer atraviesa una imposible serie de problemas, tragedias y complicaciones por culpa de los hombres que la rodean.

Hay algo fascinante y a la vez problemático en buena parte del cine iraní. Sus protagonistas –uno imagina que es algo cultural– hablan mucho, todo el tiempo, retórica y repetitivamente, esgrimiendo ángulos e ideas inteligentes que llevan al espectador a analizar o a repensar lo que está viendo, pero también lo acercan al agotamiento, al que cualquiera sentiría después de dos horas de una reunión de consorcio o una asamblea barrial. La manera sinuosa en las que las conversaciones van llevando a los personajes son siempre intrigantes, pero así como esos circunloquios le dan potencia, a la vez son los que terminan por llevar al que las escucha a decir «basta».

En el caso de WOMAN AND CHILD es más evidente aún porque acá no hay conversaciones sino peleas, discusiones, gritos. Todo el tiempo los personajes se raspan, se agreden, se maltratan, se tiran verbalmente (y no solo eso) con todo lo que tienen, una y otra vez. No son combinaciones específicas –no es que dos o tres se lleven mal– sino que es un lenguaje universal: madre con hijo, madre con hermana, madre con su madre, madre con su ex, niño con maestro, niño con compañeros, maestro con madre y así. Salvo por la niña pequeña que mira todo un tanto asustada y aprende de paso cómo será su futuro, todos los personajes se agreden, se acusan, se engañan, se mienten o, directamente, tratan de arruinarse las vidas unos a otros.

Ya sucedía en el film anterior de Roustaee, LEILA’S BROTHERS –que compitió en Cannes 2022–, pero aquella historia tenía aristas un tanto más interesantes y complejas que esta. Aquí todo parece centrarse en una sola línea narrativa, la que da título al film, hasta que por motivos indescifrables y en el momento menos pensado se suman un par más para iniciar nuevos cotejos verbales entre los agobiados protagonistas. Al terminar cada escena, de hecho, dan ganas de darle a los personajes algún tecito con miel o alguna medicación para el dolor de garganta.

Mahnaz (una gran actuación de Parinaz Izadyar) es la madre del título, la que cuida de sus dos hijos desde la muerte de su marido. Su rutina es ir de casa a su trabajo de enfermera, verse con un potencial novio nuevo llamado Hamid (Payman Maad) y volver a cuidar de los suyos. Y para eso lo ayuda su madre, que está siempre molesta por algo, su adorable hija pequeña y el hijo también del título. Aliyar (Sinan Mohebi) es un adolescente endemoniado que vive metiéndose en un problema tras otro como si buscara donde hay un caos potencial y tomara la decisión de meterse ahí de cuerpo entero. Sus maestros, los directores de la escuela y muchos de los compañeros no lo aguantan –algunos sí porque es un armador de caos y promotor hasta de bullying— y si bien uno puede entender que haya algo de acting tras la muerte de su padre, el chico resulta difícil de manejar. A tal punto es así que Samkhanian (Maziar Seyedi), un profesor de la escuela, lo suspende.

Lo que sucede después trágico, violento e inesperado y dará pie a una cadena de disputas, malos entendidos, peleas y discusiones entre todos los de la familia. Mahnaz intenta encontrar una respuesta respecto a lo que sucedió de parte de la escuela, de abogados, de la justicia y de sus familiares, pero más allá de una cierta empatía todo el mundo le cierra las puertas en la cara. No solo eso: a partir de otras decisiones un tanto extremas en las que se involucra su hermana, la sufrida madre pasa a ser vista casi como una loca, una enemiga interna. Y la mujer, que ya no sabe qué hacer para que alguien le de la razón, la escuche o le preste atención, empieza a actuar de modos cada vez más absurdos, de esos que terminan dándole la razón a sus contrincantes.

WOMAN AND CHILD es una colección de discusiones que se extiende por 130 minutos y que casi no da espacio para el silencio o la reflexión, especialmente tras la tragedia que sucede. Cuando por un segundo se callan, uno puede sentir la confusión y el dolor de los protagonistas, pero el resto del tiempo lo que sorprende es su aspereza, su crueldad, su muy poca capacidad de demostrar alguna empatía. Mahnaz quiere encontrar explicaciones respecto a lo que pasó con su hijo y, salvo mínimas excepciones, todos se excusan, miran para otro lado o, peor aún, la acusan a ella de ser «mala madre» y responsable de lo sucedido. Y si eso no fuera suficiente, buscan nuevas formas de dañarla. Lo peor de todo es que son los miembros de su propia familia muchas veces los que entran en este juego dañino.

Si bien la descarga de furia de la protagonista y de la película también es, más que nada, contra un sistema patriarcal que va a poner siempre a la mujer en el último escalón posible (las explicaciones de su abogado acerca de cómo siempre va a perder toda disputa son demoledoras), la impresión que da el film es que culturalmente hay algo en ese grupo humano que le impide intentar al menos convivir, ser empático con el otro o, al menos, no tratar de arruinarle la vida o, directamente, matarlo. El film de Jafar Panahi de esta edición tiene algunos elementos similares –las eternas discusiones entre los protagonistas–, pero al menos proponía a partir de esa situación la posibilidad de ejercer la empatía o el perdón. Acá, salvo por mínimos detalles que surgen sobre el final, estamos ante un grupo humano con una ínfima capacidad de comprensión mutua. Y si ellos no se entienden es más difícil aún que los entendamos nosotros.