
Estrenos: crítica de «En la corriente» («By the Stream»/»수유천»), de Hong Sangsoo (Sala Lugones)
El realizador coreano regresa al universo de profesores, alumnas y vínculos discretos que marcaron su primera etapa. Una historia mínima, de conversaciones y confesiones, donde el cine fluye con la calma de un arroyo. Desde el 6 de noviembre en la Sala Lugones.
En lo que podría considerarse una suerte de regreso a un tipo de cine, de estructura y de temática que el propio realizador filmaba unas décadas atrás, BY THE STREAM recupera al Hong Sangsoo del mundo del arte, de las universidades, de las incómodas relaciones entre profesores y alumnos y de las largas mesas rodeadas de incontables botellas de soju, cerveza y hasta vino. Tampoco es un giro radical ni un cambio especialmente notable –las películas de sus últimos diez años también tienen muchos de esos elementos–, pero aquí se lo nota especialmente fiel a un universo que había ido abandonando con el correr de las películas y sus alteraciones estilísticas.
Acá estamos en un terreno Hong puro y duro, como si EN LA CORRIENTE fuera la película siguiente a UN CUENTO DE CINE, solo que con bastantes menos zooms. En su gran mayoría transcurre adentro de una universidad a lo largo de unos pocos días de otoño en los que Sion (Kwon Haehyo, un regular de la troupe del realizador), un reconocido actor que hoy vive, asegura, semi-retirado como dueño de una librería «a la que no entra nunca nadie» visita a su sobrina Jeonim (Kim Minhee, pareja en la vida real de Hong), quien da clases en esa institución. Jeonim lo ha llamado para reemplazar a otro docente que, por motivos que ya se verán, ha tenido que dejar la clase. No se trata de un trabajo fijo sino de una tarea de solo un par de semanas: preparar a un grupo de alumnas para un festival de teatro en la que tienen que presentar una breve obra (acá la llaman «sketch») que él mismo deberá escribir.

Si bien hacía muchos años que no se veían, el reencuentro entre tío y sobrina es cálido, amable. Las cosas se ponen un poco más intensas, en este contexto, con la aparición de Jeong (Cho Yunhee), la jefa de Jeonim en la universidad que es, además, confesa fan de Sieon. «Vi todas tus obras, las que actuaste y las que dirigiste», le dirá en el primer encuentro, que tendrá previsiblemente lugar en un restaurante, mientras comen y beben. EN LA CORRIENTE transcurrirá en buena medida en salones así, una serie de lugares de comida en los que los tres protagonistas –y luego, en una larga y notable escena, también las alumnas– hablarán, comerán, beberán y, con la ayuda del alcohol, irán abriéndose emocionalmente ante los otros.
No es muy claro qué pero es evidente que algo controversial sucedió en la carrera de Sieon que lo hizo alejarse de la actuación. Y es el reconocimiento de parte de Jeong el que activa su instinto seductor. Hong lo deja en segundo plano pero es evidente que hay tensión sexual entre ambos, tensión que su sobrina no sabe bien cómo manejar. Es que, se sabrá en algún momento, algunas cosas pasaron en esa universidad –siempre ligadas a la complicada relación entre docentes y alumnas– y es mejor evitar cualquier cosa que pueda llamar la atención o volverse problemática. Lo que Jeonim no supone es que los problemas –si es que se los puede llamar así– vendrán por un lado muy diferente al que pensaba.
BY THE STREAM, como bien lo dice su título en inglés, fluye como un arroyo, con una lenta propulsión narrativa que se mueve a base de conversaciones. Hong es un cineasta que usa la palabra no necesariamente para hacer avanzar la trama o proponer conflictos sino como forma de ir revelando detalles de los personajes, características, permitiendo que se expresen y se den a conocer con sus contradicciones. Una suerte de ejercicio confesional entre Sieon y sus alumnas funciona de esa manera. Poco sabemos de esas cuatro chicas antes de esa escena, pero allí las escucharemos, una a una, contar sus sueños, sus miedos y sus deseos, y nos emocionaremos con sus palabras. No hay muchos cineastas que elijan, en un momento en apariencia clave del film, tomar un desvío de ese tipo. Hong, sí. Y eso lo hace un cineasta distinto a casi todos.

En esa y otras escenas, el alcohol funciona como liberador de todo eso que los protagonistas se guardan. Quizás la mayor diferencia de este film con los que Hong hacía década y algo atrás es que el consumo etílico no tiende a terminar en peleas o conflictos sino más bien en tener que decidir dormir en lugares insólitos ya que ninguno está en condiciones de conducir. Eso sucede más de una vez a lo largo del film (gente que se levanta sin saber cómo terminó allí ni dónde están los demás), pero en ningún caso deriva en nada raro o grave. En ese sentido, el plano y la frase final de uno de sus protagonistas es reveladora. Allí donde cualquiera espera conflicto y suspenso, el realizador coreano elige ir por cualquier otro lado.
Hong evita hacer grandes declaraciones a través de sus personajes en este «arroyo narrativo» que propone. No es una película sobre acosos sexuales ni sobre cancelaciones, por más que esos temas figuren en la agenda de los protagonistas. Es, si se quiere, una sobre las limitaciones que existen sobre lo que uno puede hacer o decir, y las reglas que hay que cumplir. Algo dicho en la obra puede ser malinterpretado o comprometedor, fumar en un lugar que no corresponde o beber antes de manejar también, tener una relación con una alumna lo mismo (por más que sea técnicamente legal) o hacer correr un rumor puede acabar con la relación entre personas cercanas.
De todos modos Hong no intenta armar acá una queja respecto a las limitaciones de la «corrección política» (no se trata acá de «no me dejan hacer o decir nada») sino que busca dar cuenta de las ambigüedades y contradicciones de la vida moderna, y la manera en la que las personas tratan de adaptarse lo mejor que pueden. Es obvio que es mejor que Jeonim no beba antes de manejar, pero también es entendible que luego de almorzar anguila a la parrilla tenga ganas de tomar una cerveza (parece que combinan bien una cosa con la otra). Quizás en ese debate en apariencia intrascendente esté el secreto de esta elusiva y encantadora película.
El film se exhibirá en la Sala Lugones en siete únicas funciones: Jueves 6, viernes 7 y sábado 8 de noviembre, a las 21. Domingo 9, martes 11, miércoles 12 y jueves 13 de noviembre, a las 18.



