
Series: crítica de «Stranger Things – Temporada 5 / Volumen 1», de los hermanos Duffer (Netflix)
La primera parte de la última temporada de la exitosa serie de Netflix vuelve a enfrentar a los protagonistas con las criaturas del Upside Down. Los cuatro episodios ya están disponibles en Netflix.
En la licuadora de referencias, citas, homenajes y robos descarados a la cultura pop de los años ’80 que es STRANGER THINGS da la impresión que hay lugar para todo. Pero hay algo que no existía en esa época y que la serie de los Duffer Brothers tiene de una manera cada vez más excesiva y desmedida: los efectos digitales. De hecho, los años en los que transcurre la serie (la primera temporada pasaba en 1983 y la quinta sucede en 1987), años cuya estética sirve de evidente referencia, son los últimos en los que la tecnología que terminaríamos conociendo como CGI todavía estaba en etapa experimental. Con el correr de las temporadas y el paso del tiempo, el carácter digital y contemporáneo en cuanto a los tiempos y modos del relato fue cobrando mayor peso en la arquitectura de la serie. Y lo que era un simpático y nostálgico show bastante «retro» pasó a convertirse en una franquicia más como cualquier otra: una superproducción propia de los 2020 que transcurre cuatro décadas atrás y no mucho más que eso.
Hay canciones, diseño de producción, vestuarios, citas, referencias y otros gadgets de los consabidos ochentas, pero más allá de eso STRANGER THINGS es hoy un concepto no tan distinto al que puede usar cualquier otra serie o película de tono fantástico protagonizada por adolescentes, de HARRY POTTER a MERLINA pasando por la reciente IT: BIENVENIDOS A DERRY. Ya no tiene mucho sentido buscarle las conexiones con Steven Spielberg, John Carpenter o Stephen King: STRANGER THINGS ha hecho con todo eso un mix que se replica y rebota a lo largo de la industria, a tal punto que sus particularidades han desaparecido casi por completo. Haber impuesto un modelo para contar historias seriales puede sonar a una victoria para los Duffer, pero en lo profundo quizás sea una derrota. Eso que parecía distintivo hoy está estandarizado.
No queda otra, entonces, que pasar de largo todo eso y centrarse en qué es lo que la serie sigue haciendo bien y qué ya no, a casi una década de sus inicios. Se sabe, los actores hoy son todos veinteañeros que superaron hace rato la adolescencia (en la ficción pasaron cuatro años, en la realidad nueve, y son de esos años en los que los cambios se notan y mucho) y cuesta imaginarse a muchos de ellos con la lógica de personas que tienen hasta diez años menos que ellos. Y los Duffer prefieren no hacer referencia alguna al tema, suponiendo que no nos daremos cuenta. En algún sentido perverso tienen razón, ya que después de un rato de confusión, el asunto pasa a ser secundario: no importa demasiado si tienen 27 años y hacen personajes de 17 porque en el fondo no son otra cosa que eso, arquetipos que pueden tener casi cualquier edad.

A lo largo de los cuatro episodios que forman la primera de las tres partes en la que está dividida la quinta y última temporada (son cuatro ahora, vendrán tres más el 25 de diciembre y el Finale el 31 de ese mes), STRANGER THINGS continúa siendo ese combo de serie de aventuras de tono fantástico con una comedia dramática adolescente, en la línea probada y patentada en los años ’80 mediante películas como GOONIES y casi todo lo que tenga la marca Amblin detrás. Y siguen siendo los momentos más íntimos y personales los que continúan funcionando mejor, los que más se conectan con el espíritu original del proyecto. La otra pata de la serie –la más metafísica y cercana al universo de Stephen King, de NIGHTMARE ON ELM STREET a tanto otros relatos de horror de esa época– hoy ha pasado a ser indistinguible, con sus Demogorgons digitales y sus elastizadas escenas de acción, de cualquier otra cosa que existe en el mercado.
Lo más interesante de la serie –algo que vuelve, a cuentagotas pero de manera clave, en esta quinta temporada– sigue pasando por la forma directa en la que conecta las tensiones y miedos adolescentes con la acción pura y dura que agrupa a esta decena de jóvenes intentando descifrar y derribar ese inframundo que los tiene a maltraer hace ya varios años. DE ACA EN ADELANTE SPOILERS DE LA TEMPORADA 4 Y DEL PRIMER EPISODIO DE LA 5. La acción se retoma un año y medio después del fin de la temporada pasada, en la que vimos al villano Vecna trazar una literal amenaza sobre el pueblo de Hawkins, partiéndolo en dos cual terremoto y conectándolo de manera más directa con el Upside Down en cuestión. De hecho, la información oficial al respecto es que fue eso lo que sucedió: un terremoto.
En 1987 la ciudad está sitiada, militarizada, en cuarentena, impidiendo que se pueda entrar y salir del lugar sin pasar por chequeos. Armados hasta los dientes, militares y científicos estudian el Upside Down y tratan a la par de encontrar a Eleven (Millie Bobby Brown), que se esconde y entrena junto a Hopper (David Harbour) y Joyce (Winona Ryder) para encontrar el escondite del tal Vecna. El resto de nuestros jóvenes intrépidos, mediante códigos secretos y variados ejercicios técnicos, intentan ayudarlos a poder ingresar al Upside Down y liquidar de una vez por todas a este enemigo en apariencia imbatible. Pero uno de sus ejercicios fracasa, los temibles Demogorgons se sueltan, los militares (conducidos nada menos que por Linda Hamilton) toman las armas y reaparece el caos y las persecuciones. La novedad –central al desarrollo de la quinta temporada– pasa por la captura de Holly Wheeler (Nell Fisher), la pequeña hermana de Mike (Finn Wolfhard) y Nancy (Natalia Dyer), parte de un nuevo y siniestro plan de Vecna que los amigos intentarán detener.

Los cuatro episodios se van en las distintas subtramas paralelas que se van armando con el objetivo de rescatar a la niña y, a la par, descubrir cuál es el motivo que llevó a Vecna a buscarla y llevársela. Como se imaginarán, no es un asunto sencillo de hacer y eso involucrará varios planes absurdamente elaborados –uno de ellos parece una cita directa a HOME ALONE–, un nuevo grupo de personajes (niños más pequeños) y varias escenas de acción que tienen lugar a ambos lados de la «división» entre los dos mundos. Mucho más que eso no se puede contar. Para el cuarto episodio, salvo por algunos momentos específicos, todo derivará en acción pura y dura con enfrentamientos violentos y escapes en el último segundo. Habrá algunas sorpresas, reaparición de ciertos personajes y quedará todo abierto a la espera de lo que será, uno imagina, el gran choque final.
Lo más rico, cuando la serie se desentiende de su modelo THE A-TEAM de resolución de casos, pasa por los personajes y sus conflictos internos. En esta temporada son centrales dos de ellos: Will (Noah Schnapp) y, curiosamente, Robin (Maya Hawke), uno de los personajes más recientes de la serie, ambos lidiando de distintas maneras con su sexualidad. Eleven queda un poco más relegada y algo similar sucede con algunos de los otros miembros del grupo original, incluyendo a Jonathan (Charlie Heaton), Steve (Joe Keery) y la propia Nancy. Mayor peso –más que nada en la parte planificación y organización de los distintos modos de rescate– tendrán Mike (Finn Wolfhard) y Dustin (Gaten Matarazzo). Lucas (Caleb McLaughlin), en tanto, estará más que nada dedicado a ponerle una y otra vez Running Up That Hill en casete a su querida Max (Sadie Sink) que sigue en una especie de coma.
Cuando STRANGER THINGS recupera su costado más personal e íntimo, cuando se ponen en juego los miedos y las inseguridades de sus personajes, la serie crece y se hace más rica en detalles y en sensibilidad. Pero son pocos los momentos en los que eso aparece. Durante las más de cuatro horas de esta temporada 5.1, la mayor parte del tiempo se va en el armado de planes que, por lo general, fracasan o no salen tal como los chicos lo pensaron. Por suerte, a diferencia de la temporada anterior que los tenía separados en espacios muy distantes entre sí, acá están todos los protagonistas en un mismo lugar (Hawkins), aunque en distintos lugares y subgrupos. Al cambiar constantemente sus configuraciones desaparecen esos bloques más estáticos que tornaban repetitiva la temporada cuatro.
A esta altura, no es mucho más lo que la serie pueda inventar y tampoco parece que los Duffer quieran hacerlo. Se trata, más que nada, de que «aterricen la nave» de una manera lo suficientemente digna para que no quede la impresión de que todo el fervor acumulado a lo largo de las temporadas anteriores y de los años de espera entre una y otra no valió la pena. En el mejor de los casos, se puede decir que la quinta temporada de STRANGER THINGS –o, bueno, su primera mitad– no echa por tierra lo que los creadores de la serie pudieron o supieron conseguir hasta este momento. En el peor de los casos, bueno, se puede decir exactamente lo mismo. Depende del ojo de quien la vea…



