
Ciclos: dos críticas de «Descubrir a Yûzô Kawashima» (Sala Lugones)
El ciclo de cinco films dedicado al realizador japonés tendrá lugar del 9 al 23 de diciembre. Acá van críticas de dos de sus películas clave: «Suzaki Paradise: Distrito Rojo» y «El sol en los últimos días del shogunato».
Fallecido en 1963, a los 45 años, tras una vida intensa –sufría polio y tenía muchas adicciones–, el prolífico realizador japonés Yûzô Kawashima es uno de esos cineastas que siguen siendo más reconocidos en Japón que en el resto del mundo. Un autor que solía y sabía pasearse por diversos géneros, en especial la comedia, Kawashima trabajó para casi todos los estudios japoneses pero fue en Nikkatsu, a mediados de los ’50, en el que se consagró y logró sus mejores obras. En el ciclo Descubrir a Yûzô Kawashima, que tendrá lugar del 9 al 13 de diciembre en la Sala Lugones del Teatro San Martín, con copias restauradas enviadas desde Japón, se verán cinco de sus películas más importantes (ver horarios abajo), entre ellas Suzaki Paradise: Distrito Rojo y El sol en los últimos días del shogunato, reseñadas aquí.

Suzaki Paradise: Distrito Rojo (1956) Un melodrama centrado, como tantos otros, en el mundo de la prostitución en los márgenes de la ciudad de Tokio, Suzaki Paradise se centra en una pareja compuesta por Yoshiji (Mihashi Tatsuya) y Tsutae (Aratama Michiyo), que intentan sobrevivir a sus penurias económicas y terminan recayendo en un bar justo del otro lado del río que separa a Tokio del Distrito Rojo. Y en ese lugar ella empieza a trabajar y él no logra encontrar su rumbo. Ella, más despierta y ambiciosa, parece no contentarse con eso y empieza a tener encuentros con algunos clientes. El, en tanto, empieza a trabajar como repartidor de comida, pero su talante no cambia, disconforme con su realidad. El otro personaje importante es el de Tokuko (Todoroki Yukiko), la dueña del bar en el que viven, una mujer amable y generosa pero que tiene también una complicada situación familiar ya que su marido la dejó por una mujer más joven y ella quedó sola a cargo de dos niños.
Kawashima hace un retrato intenso y vivaz de esas vidas que intentan mantenerse al borde del desastre, un drama filmado con la energía y el ritmo de un thriller con tres personajes que lidian con sus problemas económicos y los sentimentales, y las decisiones que toman para salir de ellos. Tsutae intenta salir por la vía de un cliente que la quiere cerca y ofrece alquilarle un departamento, mientras que el torturado Yoshiji se obsesionará por encontrarla y caerá en la desesperación aún cuando una compañera de trabajo trate de cuidarlo y sacarlo de la depresión. Tokuko, por su parte, verá cómo su situación personal se altera de una manera inesperada mientras intenta a la vez distender los conflictos de la pareja protagónica.
La película se apoya, a la vez, en escenas más tradicionales en bares, callejuelas y mercados populares de distritos de clase baja con recorridos urbanos más amplios que no solo presentan las calles de Tokio a mediados de los ’50 sino que anticipan un cine más callejero y con cámaras móviles que caracterizarán al cine japonés de la Nueva Ola de los años ’60, movimiento que en cierto modo Kawashima anticipa, al punto de ser considerado por cineastas como Shohei Imamura como una de sus mayores influencias. Brutal pero empático a la vez, capaz de mostrar las miserias y crueldades que surgen de la desesperación (o la ambición) pero también los rasgos de humanidad que se mantienen aún en las peores situaciones, Kawashima plasmó en la irónicamente titulada Suzaki Paradise a una ciudad en proceso de cambio (de la Segunda Guerra al boom económico) y a los personajes que, como Yoshiji y Tsutae, van quedando en los márgenes de esos procesos históricos.

El sol en los últimos días del shogunato (1957) Más coral y humorística que Suzaki Paradise, este celebrado clásico del cine japonés que tiene también a Shohei Imamura como coguionista, retoma algunas de las temáticas centrales de aquel film: el mundo de la prostitución –en este caso en la época de las geishas y los samurai, en la década de 1860– y el de las penurias económicas que llevan al límite a sus protagonistas. Los protagonistas aquí se dividen entre los y las que trabajan en un burdel y una diversa serie de clientes, un cóctel caótico que incluye traiciones, trucos y malos entendidos que pasan de los romántico a lo económico y de lo político a lo personal.
La película abre con imágenes del mismo barrio de Shinagawa pero en el presente (1957), época en la que el gobierno japonés estaba por prohibir los burdeles. En la década de 1860 un cambio aún más grande tenía lugar en Japón: la occidentalización y modernización un tanto forzada del país, que llevó a la pérdida, desaparición u ocultamiento de ciertas costumbres y tradiciones. Y el film, a su modo, refleja los dos cambios, las dos épocas de transición entre un mundo y otro. Lo más parecido que el film tiene a un protagonista es Saheji (Frankie Sai), un hombre que se queda casi a vivir en ese burdel sin pagar, logrando seducir, conquistar, engañar y demorar a sus trabajadoras y a los dueños del lugar haciéndoles favores o creando él mismo situaciones para luego arreglarlas, ganarse su afecto y seguir ahí sin pagar.
Sus simpáticas manipulaciones conviven con las desventuras de diversos personajes, desde samurais nacionalistas que odian a los extranjeros a prostitutas que compiten entre sí y que les dicen a todos sus clientes que son los únicos y más importantes, sin saber que esa mentira pronto se sabrá y les jugará en contra. En el medio de situaciones humorísticas que pueden haber quedado un tanto fechadas o que dependen de la tolerancia del espectador al humor físico del cine japonés de antaño, Kawashima va creando un universo que llama la atención por lo vital y comunitario que es, reflejando en sus cuartos y en sus intercambios personales lo que podría ser la vida de un barrio, una ciudad, un país. El realizador se siente a gusto en esa atmósfera caótica y vital –alguna vez dijo que Saheji era muy parecido a él, un «chanta» simpático– y su película transmite el cariño que les tiene a esos personajes, entre amables y patéticos, que harán lo imposible para sobrevivir. Preferentemente sin gastar un centavo…
-Martes 9: Suzaki Paradise: Distrito Rojo, a las 15 y 21. Las mujeres nacen dos veces (Diario de una geisha), a las 18.
-Miércoles 10: Las mujeres nacen dos veces (Diario de una geisha), a las 15 y 21. Suzaki Paradise: Distrito Rojo, a las 18.
-Jueves 11: La bestia elegante, a las 15 y 21. El templo del ganso salvaje, a las 18.
-Viernes 12: El templo del ganso salvaje, a las 15 y 21. La bestia elegante, a las 18.
-Sábado 13: El sol en los últimos días del shogunato, a las 15, 18 y 21.
Más info: https://complejoteatral.gob.ar/ver/Descubrir-a-Yuzo-Kawashima



