
Series: reseña de «El juego de Gracie Darling» («Playing Gracie Darling»), de Miranda Nation (Netflix)
La desaparición de una chica en 1997 repercute en la vida de un pueblo cuando otra chica (su sobrina) desaparece en similares circunstancias 27 años después. Estreno de Netflix.
Esta serie australiana ofrece un combo justo de dos tipos de productos audiovisuales muy en boga en los últimos años: las series de tipo policial sobre jóvenes muertas o desaparecidas misteriosamente y las películas de terror ligadas a juegos macabros y peligrosos. De la primera línea hay incontables producciones para plataformas que se meten en el mundo de jóvenes y adolescentes que atraviesan densas situaciones (escolares, familiares, etcétera) y cuyo su paradero se desconoce mientras alguien investiga qué pasó con ellas. Y en los últimos tiempos han aparecido muchos relatos de horror que se centran también en jóvenes que se divierten con juegos tipo ouija o similares sin imaginarse que tendrán serias consecuencias en sus vidas.
El más exitoso de estos, en los últimos tiempos, es el film australiano HABLAME, de los hermanos Philippou. Y es exactamente esa la procedencia de PLAYING GRACIE DARLING, una serie que parte de una situación parecida a la de ese film para luego transformarla en un relato de investigación detectivesca. La serie australiana va y viene constantemente en el tiempo entre 1997 y el presente. Es en esos años que ocurre el hecho que marca todo lo que vendrá después. Eso sucede de entrada cuando vemos a cuatro amigos (tres chicas llamadas Joni, Gracie y Anita, y un chico llamado Jay) jugando un típico juego ouija y notando que la cuestión se pone seria y que el «espíritu» con el que conectan, que dice llamarse Levi, las empieza a controlar. Tres pueden salir de la cabaña pero la tal Gracie Darling (Kristina Bogic) se queda ahí, atrapada en algo así como un trance y luego desaparece.
La serie volverá a los hechos previos y posteriores a ese momento tratando de mostrar las vivencias y las distintas tensiones personales que vivían los protagonistas de ese hecho, pero el otro eje de la acción sucede en 2024 cuando Joni (Morgana O’Reilly de adulta y Eloise Rothfield de joven), que trabaja en un hospital psiquiátrico, se entera que Frankie Darling, sobrina de Gracie, ha desaparecido también. Las circunstancias no solo son similares sino que sucedieron cuando Frankie y amigos jugaban un juego llamado «Gracie Darling» en el que los chicos, en plan mezcla de broma y homenaje a esa chica, juegan el mismo juego que la hizo desaparecer del mapa. Y a Frankie termina sucediéndole lo mismo. Y es por eso que Joni viaja de regreso a su pueblo natal y junto a su viejo amigo Jay –que es policía– se ponen a investigar qué pudo haber pasado. Eso, obviamente, será uno de los motores de los constantes flashbacks que organizan la por momentos confusa narración.

La serie agrega elementos ligados a conflictos en el pueblo, al trauma de Joni –que siente que no hizo lo suficiente por salvar a su amiga– a cuestiones ambientales, a viejas rencillas no del todo resueltas y, sobre todo, a las tensiones y fastidios que atravesaban los adolescentes en los años ’90 y que, con algunas diferencias, los adolescentes de ahora atraviesan también. Hay conexiones directas entre ambos casos porque no solo los «Darling» perdieron a dos chicas sino que las hijas de los que participaron en ese riesgoso juego entonces lo juegan hoy y, para peor, los jóvenes que «juegan a Gracie Darling» se multiplican, transformando el asunto en una epidemia de adolescentes en riesgo.
La serie no logra –casi que ni lo intenta– profundizar en ninguno de sus temas. La parte «sobrenatural» es caótica e inconsistente, con la investigación pasa lo mismo y quizás lo más rico que tiene para ofrecer surge a partir de los flashbacks que llevan constantemente a Joni a recordar y revivir escenas del pasado que, da la impresión en los primeros tres episodios (son seis en total), son lo central a la historia que se cuenta, el eje que organiza todo lo demás. La serie tiene un cierto parecido a YELLOWJACKETS no solo por la manera en que conecta algo que sucedió en el pasado con el presente en un grupo con su mayoría de chicas, sino porque la protagonista es muy parecida a la actriz neocelandesa Melanie Lynskey, de aquella otra serie.
EL JUEGO DE GRACIE DARLING es la típica serie en la que todos parecen conectados con todos, tienen historias y traumas que los relacionan, y todos los personajes lucen un poco sospechosos y bastante enrarecidos. Y por fuera de eso no hay mucha más tela para cortar. Es una serie «del montón» que intenta sumarse a la moda de utilizar los recursos del policial y del género del terror para contar historias complicadas de familias y de adolescentes perturbados e incapaces de darse cuenta cuando se están metiendo en serios problemas.



