Festival de Mar del Plata: Autores (12 críticas)

Festival de Mar del Plata: Autores (12 críticas)

por - Críticas
20 Nov, 2014 12:23 | Sin comentarios

AMOUR FOU, de Jessica Hausner (Austria) La directora de una de las mejores películas europeas de los últimos tiempos (LOURDES) vuelve al cine varios años después para contar una historia de época centrada en la relación entre el escritor alemán Heinrich von Kleist y Henriette Vogel, que concretaron su particular “historia de amor loco” con […]

amour fouAMOUR FOU, de Jessica Hausner (Austria) La directora de una de las mejores películas europeas de los últimos tiempos (LOURDES) vuelve al cine varios años después para contar una historia de época centrada en la relación entre el escritor alemán Heinrich von Kleist y Henriette Vogel, que concretaron su particular “historia de amor loco” con un pacto de suicidio bastante absurdo. La película juega por un formato similar, en cierto sentido, a otras adaptaciones de cámara (muchos interiores, elencos reducidos), con actuaciones secas y algo impostadas que le dan casi un tono de comedia algo extrañada. A lo largo del filme, Kleist intenta convencer a distintas mujeres de hacer con él un pacto suicida de la manera más frontal posible: “¿Te morirías conmigo?”, les dice apenas las ve. Ellas, claro, se niegan… (Crítica completa, Cannes 2014, aquí)

ALMA SALVAJE, de Jean-Marc Vallée (Estados Unidos)

birdman3BIRDMAN, de Alejandro González Iñárritu (Estados Unidos) Acaso lo de la “G” en lugar de González –como firma ahora sus películas para las confusiones de Googles e IMDBs– sea un gesto más importante de lo que parece en el cine y la carrera del director de AMORES PERROS. Uno podría pensar que es un “gesto” puramente comercial: para hacer su nombre más fácil de recordar, más corto, para que no ocupe la mitad de los carácteres de un tuit. Pero lo cierto es que también parecería haberle quitado “pomposidad” a su apellido, alivianado el nombre del que firma, como si se quitara algún peso de encima. Algo de eso sucede en BIRDMAN, su película más liviana, entretenida, amable y simpática en una carrera llena de drama, sufrimiento y miserias. De todos modos, G. no logra del todo quitarse el González: pese a su frescura y originalidad, los destellos de la pesada carga pseudo existencialista de sus películas sigue presente, solo que bastante más contenida que en sus anteriores filmes. Digamos que BIRDMAN tiene también un tema, un elenco y un formato narrativo que son irresistibles y que tornan al menos los primeros 90 minutos de la película en un deleite constante y hasta sorprendente. La trama es más sencilla de lo que parece pero tiene ribetes amplísimos. Se centra en lo que sucede en los días previos al estreno en Broadway de una adaptación teatral de DE QUE HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE AMOR, de Raymond Carver. Lo curioso del caso es que el protagonista es Riggan Thompson, un actor en decadencia que supo ser famoso como el “Birdman” del título, un superhéroe de la ficción de la época en la que no había tantos superhéroes como ahora y que no tiene ninguna reputación seria, mucho menos como actor y director de teatro… (Crítica completa, aquí)

LA DANZA DE LA REALIDAD, de Alejandro Jodorowsky (Francia-Chile)

DON’T GO BREAKING MY HEART 2, de Johnnie To (Hong Kong-China)

dropLA ENTREGA, de Michaël R. Roskam (Estados Unidos) El cuento de Dennis Lehane, movido de Boston a Brooklyn, da como resultado una película modesta, un tanto confusa, pero sin duda hecha con el espíritu de cierto cine policial de los ’70, tratando de estar más cerca de los personajes que de la situación policial en la que se ven involucrados. El cuento arranca de una manera leve, con Tom Hardy (excesivamente caracterizado como Bob, un hombre entre buenazo y timorato) encuentra un perro en un tacho de basura. Eso lo relaciona con una mujer, Nadia (Noomi Rapace), y un personaje peligroso de la zona. Bob atiende en el bar regenteado por su tío Marv (una de las últimas actuaciones del gran James Gandolfini), pero que a su vez controlan unos mafiosos chechenos. «La entrega» se refiere al bar en el que se juntan todos los dineros negros de las transacciones diarias en la ciudad y capturar ese dinero será uno de los objetivos que ponga en marcha la segunda mitad del relato. La primera parte va y viene entre los tímidos intentos de acercamiento/rechazo entre Bob y Nadia, para luego entrar en una zona más policial cuando nos enteremos de algunos secretos que guardan los protagonistas. Si bien los elementos están ahí para lograr un gran policial, digamos, de la «vieja escuela» (a la manera de  ), tengo la impresión que la narración es insegura, inestable, que las historias no están bien dosificadas y que, para cuando el final llega con toda su potencia, la ecuación no terminó de cerrar como debería. Un policial pequeño y bien construido al que, tengo la sensación, le falta un poco de sangre en las venas…

from-what-is-before-lav-diaz-2014-01FROM WHAT IS BEFORE, de Lav Diaz (Filipinas) Los filmes de Díaz –especialmente los últimos dos– no son particularmente radicales conceptualmente ni su duración está ligada a experimentos extraños con el lenguaje cinematográfico y ni siquiera pertenecen claramente a lo que uno podría definir como «observacional» a la manera, digamos, del cine de James Benning. No. Funcionan a otro ritmo, a otra velocidad, existen en un mundo paralelo en el que parece no haber apuros ni aceleraciones y, aún las cosas graves y terribles que suceden en ellos, lo hacen con todo el tiempo del mundo. Es por eso, creo yo, que sus películas duran nueve, seis o cuatro horas. No por una decisión de radicalizar los tiempos del cine sino por su necesidad de contar las cosas a su modo, en sus tiempos. Estoy seguro que otro cineasta podría haber contado una similar historia a la que se cuenta en FROM WHAT IS BEFORE en dos horas, dos horas y media. Pero Lav necesitó 338 minutos (más de cinco horas y media) para hacerlo y hay algo en su sistema que tiene una lógica indiscutible: así funciona ese mundo, así funcionan esos personajes, esas vidas, ese barrio, ese pueblo, ese país en ese momento. El filme transcurre entre 1970 y 1972 en un pueblito (lo llaman «barrio» en esas áreas en las que el idioma filipino/tagalog se vuelve castellano, pero da más la impresión de ser una aldea) en el que empiezan a suceder cosas extrañas. Ya muchos la han comparado a LA CINTA BLANCA, de Michael Haneke, y es cierto que la idea básica es similar: la decisión de mostrar un cambio político importante y grave a partir de las experiencias raras que se viven en un pueblo previamente a la llegada de ese hecho. (Crítica completa, Viennale 2014, aquí)

 

gyeongyuGYEONGJU, de Zhang Lu (Corea del Sur) El realizador de origen chino hace aquí su segunda película en Corea, en la cual el tema de las relaciones entre ambos países no está ausente pero no es completamente central a un relato que recuerda bastante al cine de Hong Sangsoo aunque sin la economía narrativa de sus últimos filmes. Choi es un profesor coreano que trabaja en China y que regresa al país al funeral de un amigo, que muere sorpresivamente. Allí se reencuentra con otro de sus amigos de entonces y decide tomarse solo un tren a Gyeongju, ciudad en la que los tres pasaron unas vacaciones hace algunos años. Una vez allí, Choi visitará una casa de té en la que el trío pasó un buen tiempo observando un cuadro erótico y allí empezará a conversar con Gong, la joven dueña del lugar, que no trabajaba allí entonces. Lo que sucede durante la siguiente hora tiene mucho de la lógica del cine de Hong: Choi se reencontrará con una ex novia ahora casada, habrá una situación policial que lo vuelve curiosamente sospechoso y luego se unirá a una cena que incluye a Gong, al «amigovio» de ella (policía) y a otros personajes en la que subirán las confusiones, el alcohol, las situaciones tensas y humorísticas, todo igualmente en un tono algo nostálgico. En el último tercio de la película (de quizás excesivos pero nunca molestos 145 minutos), la melancolía y la tristeza ganarán la partida. Zhang plantea muchas escenas en encuentros en bares y restaurantes, que utiliza narrativamente a la manera de Hong, para desgranar conversaciones que van de lo casual y anecdótico (la pintura erótica en cuestión) hasta los equívocos graciosos (algunos creen que Choi es chino, otros que es un actor famoso –que de hecho el actor lo es, volviendo casi documental esa situación), pasando por debates políticos/sociales (la relación entre las Coreas o entre Corea del Sur y China) pero que irán tomando un tono romántico y un vuelo poético acaso más serio y evidente aquí que en los filmes del director de NIGHT AND DAY. Pese a esa un tanto larga última parte, la película logra transmitir perfectamente la triste y nostálgica sensación de volver a un lugar a partir del funeral de una persona querida y, a partir de allí, dejarse llevar por los nuevos acontecimientos, tratando de algún modo que esta segunda oportunidad sea un hermoso y quizás también triste recuerdo del futuro.

HAEMOO, de Shim Sung-bo (Corea del Sur)

hongHILL OF FREEDOM, de Hong Sangsoo (Corea del Sur) La magia de Hong Sangsoo, se ha dicho esto mil veces, es hacer pasar por simple lo complicado, por básico lo complejo y hasta por casual, lo profundo y existencial. Todo eso esta demostrado en HILL OF FREEDOM, su magnifica película que acaba de presentarse en el Festival de Viena (la Viennale). Las historias pueden ser mínimas, los diálogos casi intrascendentes y las escenas aparentemente banales, pero detrás de esa simplicidad existe no solo una compleja organización narrativa sino una profundidad temático/filosófica a la que pocos cineastas llegan. HILL OF FREEDOM juega este juego y lo hace aun mas obvio, ya que la mayoría de los personajes hablan en inglés, lo cual vuelve a sus diálogos en muchos momentos muy básicos y repetitivos, al estar dichos por personas que no hablan del todo bien el idioma y se mantienen siempre dentro haciendo comentarios bastante pasajeros. A diferencia del filme con Isabelle Huppert –otro que usaba el ingles como lingua franca–aquí el idioma surge de la combinación de un protagonista japonés en escenarios coreanos. Es la historia de Mori, un hombre que vuelve de Japón a Corea a buscar una mujer allí con la que tuvo una relación un tiempo atrás… (Crítica completa, Viennale 2014, aquí)

 

Magical_Girl-353190325-largeMAGICAL GIRL, de Carlos Vermut (España) Ayer, luego de ver MAGICAL GIRL (sin saber ni imaginar siquiera que iba a terminar ganando la Concha de Oro a la mejor película del Festival de San Sebastián), hice la siguiente experiencia, tan extrañado, maravillado y confundido que estaba con la película: le conté a un par de personas la trama, punto por punto, de principio a fin. Y todos me miraron con cara de asombro, como si les estuviera contando la cosa más ridícula que escucharon en sus vidas. Uno de ellos, sin embargo (futuro gran cineasta), me dijo: “Ojo que puede estar buena”. Y eso es la curioso de la segunda película de Carlos Vermut: que está buenísima y que es –no se me ocurre otro modo de decirlo–… cualquiera. Ningún resumen narrativo, o de trama, puede hacerle justicia alguna. Es una película cuya concatenación de acontecimientos es más que improbable, cuyos personajes son inexplicables en un sentido convencional y con una puesta en escena muy alejada de lo convencional. Es, a la vez, un extraño policial negro, una mirada despiadada sobre la crisis actual en España y una obra de autor con un mundo muy personal, al punto que me hizo acordar a otros grandes nombres del cine español, de Buñuel a algunos Almodóvar y hasta algunos viejos –los primeros– filmes de Bigas Luna o Juanma Bajo Ulloa. No porque se parezcan, necesariamente, sino porque pertenecen a un mundo tan privado y desconectado del de los demás, que muchas veces la apreciación de este tipo de película depende y mucho de nuestra voluntad y deseo de aventurarnos a ese tipo de desconcierto… (Crítica completa, San Sebastián 2014, aquí

 

maidan3MAÏDAN, de Sergei Loznitsa (Ucrania-Holanda) No es nada sencillo construir filmes duraderos basados en circunstancias políticas actuales y en movimiento. No sólo porque no se suele tener la suficiente distancia crítica con los acontecimientos en sí, sino que ni siquiera los propios acontecimientos han llegado a algún tipo de conclusión que sostenga un análisis. Eso es lo que pasa con Ucrania ahora y eso es lo que hace doblemente excepcional a MAIDAN, el filme de Sergei Loznitsa que sigue los procesos políticos que se vienen sucediendo en ese país desde el año pasado. Otras películas como la reciente THE SQUARE, sobre las revueltas en Egipto, optan por un registro algo más periodístico que funciona siempre y cuando las circunstancias políticas no se modifiquen entre el fin del montaje y el estreno. Esa lógica no puede sostenerse demasiado cinematográficamente. Pero la de Losnitza es perfecta porque es registro puro. Mediante planos fijos y a una distancia entre considerable y prudencial de los acontecimientos, su cámara filma las manifestaciones callejeras que tuvieron lugar en el centro de Kiev desde noviembre de 2013 a febrero de 2014. El registro va desde detalles mínimos (gente entrando y saliendo de un edificio, comida que se va juntando, personas que caminan o cantan el himno) hasta momentos un poco más centrales, como discursos en vivo o lecturas/actuaciones musicales desde el escenario central… (Crítica completa, Cannes 2014, aquí)

 

mommy2MOMMY, de Xavier Dolan (Canadá) A los 25 años, el canadiense Xavier Dolan estrenó en Cannes su quinta película. Tres de las cuatro de las anteriores entraron en el festival, pero esta es la primera que lo hace en la competencia oficial. Es, obviamente, un cineasta prolífico y muy personal, que filma películas muy distintas entre sí cuyo único hilo en común son sus propias obsesiones: las relaciones familiares y los curiosos caminos de la sexualidad. Se puede decir que MOMMY responde más al primer ítem, ya que se trata de la relación entre una madre y su hijo, ambos bastante peculiares. Ella es una cuarentona, viuda y sexy, que habla constantemente y tiene una energía envidiable, aunque una personalidad bastante intensa. El hijo acaba de salir de un internado por problemas psiquiátricos y es, en un punto, una versión aún más extrema de ella en cuanto a energía, tensión y agresión. Una sola cosa los separa: el hijo es violento, diagnosticado ADD, y ese cúmulo de energía lo lleva muchas veces a descontrolarse por completo y nadie sabe (ni él) qué es lo que puede terminar haciendo. (Crítica completa, Cannes 2014, aquí)

 

national galleryNATIONAL GALLERY, de Frederick Wiseman (Estados Unidos) La solidez del cine de Wiseman es tal que un colega tras ver la película bromeaba que se podría escribir la crítica sin haberla visto. En un punto, es bastante cierto: el veterano realizador practica su probado sistema ante cada nueva institución que filma, de manera tal que hay pocas sorpresas. Pero eso es, en buena medida, lo que uno espera de su cine: encontrar ese alma interna de las instituciones a través de sus personajes, su trabajo cotidiano y hasta su lugar físico, con esa especie de cámara oculta de Wiseman para encontrar sus más finos y relevantes secretos. La londinense National Gallery, gigantesco museo de la capital inglesa, es la institución que ahora observa el director de la mítica TITICUT FOLLIES, tras hacer algo similar con la Universidad de Berkeley, el Ballet de Francia y hasta el cabaret parisino Crazy Horse. Son casi tres horas de recorrido por diversas partes de la institución, muchos de ellos ligados a una gran exposición de la obra de Leonardo Da Vinci. Así, entre reuniones de presupuesto (las cifras que se manejan son extraordinariamente grandes), análisis del trabajo de reconstrucción y reparación de muchas pinturas, así como el análisis de sus obras por especialistas. Sin modificar su sistema narrativo –por momentos el filme bordea el institucional–, Wiseman vuelve a demostrar que su forma de trabajar funciona a la perfección, si bien por momentos puede tornarse excesivamente respetuosa de los organismos a los que filma.

NED RIFLE, de Hal Hartley (Estados Unidos)

quinquinP’TIT QUINQUIN, de Bruno Dumont (Francia) Seamos honestos: nadie imaginaba que Bruno Dumont podía tener un comediante adentro. Habiendo visto sus películas –y conversado alguna que otra vez con él–, el cineasta francés da la impresión de ser un hombre serio para quien el mundo es un lugar duro y difícil, amargo tal vez, donde reina la oscuridad y en el que las relaciones humanas son complejas y muchas veces violentas. No recuerdo momentos graciosos en ninguna de sus películas. Lo cierto es que P’TIT QUINQUIN tiene la particularidad de ser todas esas cosas citadas –violenta, desesperanzada, oscura y amarga–, pero a la vez es una enorme comedia física de esas que hacen reír muchísimo, como hace mucho tiempo a mí no me sucedía. Parece una tarea imposible pero Dumont hace el milagro: su miniserie de tres horas y media es violenta y deprimente, pero también romántica, tierna y muy graciosa, una película capaz de contener un universo entero (un pueblo y su gente) y hacerlo funcionar. La serie tiene un punto de partida de policial casi a la manera de los de David Lynch… (Crítica completa, Cannes 2014, aquí)

 

PasoliniPASOLINI, de Abel Ferrara (Estados Unidos/Italia) No esperaba una película así de Ferrara sobre Pasolini y eso es lo que más me interesó de esta propuesta, valiosa y problemática, del realizador norteamericano. Más allá de la inutilidad de ir pasando del inglés al italiano una y otra vez (más que nada por contar con Willem Dafoe en el protagónico, que tiene un look perfecto para el rol de Pier Paolo y está muy bien en su caracterización, pero su italiano es limitado), lo que Ferrara busca no es ni lo escabroso ni lo particularmente policial de la historia de sus últimos días, sino que prefiere hacer un recorrido por las distintas instancias de su actualidad: los problemas con SALO, su nueva película en proceso de producción, su vida familiar, sus lecturas, sus proyectos, alguna entrevista en la que vuelve a dejar en claro su lucidez a la hora de pensar el cine, el mundo y la relación entre ellos. Hay un medio tono, entre nostálgico y elegíaco (llamativamente elegante y «burguesa» para este combo de cineastas), que le sienta extrañamente bien a la película aunque por momentos pueda tornarla reiterativa o un tanto confusa. Hacia el final, sí, la película entra en la zona oscura de su asesinato, utilizando una de las tantas versiones de su muerte que circulan. Es una película que confundirá, sin dudas, a los que esperaban algo más «intenso» en la combinación entre dos cineastas cuyo cine y, en cierta medida, cuyas vidas se caracterizan por cierta apuesta por el riesgo: vital, conceptual, cotidiano y personal. Pero Ferrara elige celebrar al Pasolini intelectual, al ávido lector e inteligente entrevistado, en una película que tal vez deja en evidencia demasiado el respeto de un cineasta hacia el otro. Pero respeto, después de todo, es un término que se valora poco en el mundo cineamtográfico y que, creo yo, merece mejor reputación.

REVIVRE, de Im Kwon-taek (Corea del Sur)