Festival de Locarno: «No Home Movie», de Chantal Akerman
A los 65 años, la realizadora belga Chantal Akerman puede considerarse una de las grandes cultoras de lo que muchos han dado en llamar la «hibridación» genérica que tanto se ha popularizado en estos últimos años. A lo largo de una carrera que se extiende por más de cuarenta años, la directora de JEANNE DIELMAN […]
A los 65 años, la realizadora belga Chantal Akerman puede considerarse una de las grandes cultoras de lo que muchos han dado en llamar la «hibridación» genérica que tanto se ha popularizado en estos últimos años. A lo largo de una carrera que se extiende por más de cuarenta años, la directora de JEANNE DIELMAN (1975) y NEWS FROM HOME (1977) -dos filmes con los que éste se conecta claramente– ha trabajado, en la mayoría de sus películas en la sinuosa frontera entre el documental y la ficción, entre el registro directo y la relectura poética, entre el ensayo, la experimentación y la narración un tanto más accesible y, en cierta medida, convencional.
NO HOME MOVIE se mete de lleno en este territorio aunque toma las formas más claras del documental de observación o, para ser más preciso, del diario familiar. A lo largo de casi dos horas, Chantal hace un retrato de su anciana madre, a lo largo de lo que parecen ser los últimos años –o meses– de su vida. Natalia, su madre, es una sobreviviente del Holocausto –de Auschwitz, más precisamente– y en esta etapa de su vida vive prácticamente sin salir de su departamento de Bruselas.
Chantal, en tanto, eterna viajante con su cámara en mano, la filma cuando está en el departamento, donde mantiene conversaciones con ella tanto sobre nimiedades cotidianas como sobre la complicada historia de su familia y por momentos tiene conversaciones por Skype con ella, cuando la directora está en algún lugar lejano. En ese consiste, simplemente, el filme que, pese al título, se parece bastante a una «home movie». Tal vez al título haya que entenderlo separando «no home» y «movie», ya que para la directora esa casa es una suerte de prisión tanto para ella –que escapa de ese «no hogar»– como para su madre, que pese a haber estado años en un campo de concentración, elige una especie de auto-encierro para sí misma.
En las conversaciones está lo más rico del filme. No sólo por los temas que allí se tratan sino por la relación cariñosa y el evidente afecto que existe entre estas dos mujeres que siguen muy conectadas pese a su edad. Sus charlas por Skype –especialmente sus largas despedidas– son particularmente tocantes y por momentos da la sensación que Akerman intenta acercarse con su cámara a la pantalla de la computadora como si quisiera estar más cerca de Natalia, aún a costa de borronear la imagen hasta lo indscifrable.
Algunas escenas filmadas por Akerman en el desierto en Israel no aportan demasiado al filme, más que una idea un tanto teórica sobre las distintas consecuencias del Holocausto: del encierro de la madre a la libertad un tanto nómade de la hija. Pero en general distraen. Por el contrario, los planos silenciosos de Akerman en la casa de la madre, siempre encuadrando a través de puertas, pasillos, ventanas y balcones sí aportan a entender el mundo en el que habita su madre.
Finalmente, NO HOME MOVIE, en sus reflexiones y recuerdos sobre el nazismo, en la nueva diáspora familiar creada entre madre e hijas (Chantal tiene una hermana), en sus banales conversaciones sobre pelar o no pelar las papas, termina siendo un bello flme sobre las conexiones entre lo privado y lo público, entre el amor y el sufrimiento de una familia en el contexto más dramático de la Europa del siglo XX.
Curiosamente el filme tiene puntos de contacto con O FUTEBOL, otra película programada en Locarno, que retrata en un tono documental el reencuentro de un padre y su hijo, sus conversaciones y silencios, con la vida real finalmente tomando decisiones que ningún director por más cercano que sea a su protagonista podría ser capaz de prever.
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