San Sebastián: «Vida sexual de las plantas», de Sebastián Brahm
Una de las mejores películas chilenas recientes, el segundo largo como director de Brahm (a quien algunos en la Argentina conocerán como el intenso protagonista de SOY MUCHO MEJOR QUE VOS, de Che Sandoval) es una sutil, delicada y muy inteligente observación sobre la vida de una mujer de unos treintaypico de años que se […]
Una de las mejores películas chilenas recientes, el segundo largo como director de Brahm (a quien algunos en la Argentina conocerán como el intenso protagonista de SOY MUCHO MEJOR QUE VOS, de Che Sandoval) es una sutil, delicada y muy inteligente observación sobre la vida de una mujer de unos treintaypico de años que se ve enfrentada a una situación inesperada y trata de resolverla como puede, con errores y aciertos, con todos los grises posibles de alguien que, como cualquier ser humano, no tiene todo claro todo el tiempo.
Francisca Lewin se luce interpretando a Bárbara, una mujer que se dedica al paisajismo, está en pareja y desea quedar embarazada. En un viaje de vacaciones con su pareja –no tan fascinado con la idea de ser padre–, y mientras suben un monte tras discutir sobre el tema, Guillermo (Mario Horton) sufre un accidente tonto al caerse y golpear su cabeza contra una piedra. El golpe parece menor pero de a poco nos damos cuenta que no lo es tanto. El hombre balbucea incoherencias, empieza a perder la conciencia. Como puede, Bárbara logra llevar a Guille a un hospital.
En lo que será una constante del filme, Brahm hace grandes elípsis temporales que nos llevan a ir, de a poco, descubriendo en qué nueva situación se encuentran los personajes. Ella sigue trabajando arrreglando y armando jardines y él parece haberse recuperado del golpe, pero quizás no tanto… Lo peor pasó, pero ya no es el mismo de antes: tiene ciertas regresiones casi infantiles (solo quiere comida basura y sexo), se desconcentra fácilmente (una excelente escena de una cena con otra pareja es reveladora en ese sentido), dice a menudo tonterías y está tratando con muchas dificultades de reincorporarse al trabajo. Las cosas no son fáciles. Ni para él ni para ella.
¿Qué hacer ante una circunstancia así? Brahm lo pone en una gama de grises de entrada: Barbara no es ni una santa ni una mártir ni una desconsiderada absoluta. Sufre, lucha con sus propios fastidios, molestias y dolores, y trata de recrear la vida que tenían antes, por amor, culpa o nostalgia. Pero no es sencillo. Y la propia maternidad se verá también puesta en conflicto. En uno de sus trabajos, conoce a Nils (encarnado por el realizador Cristian Jiménez) un hombre de buena posición económica que vive una relación tensa con su propia esposa y, otra fuerte elípsis mediante, nos encontramos con que aparece para ella la posibilidad de reiniciar su vida junto a él. O tal vez, no…
VIDA SEXUAL DE LAS PLANTAS es una película que se pone directamente en medio de las emociones cruzadas de la protagonista, una mujer profesional con deseos de ser madre (acaso excesivamente puestos en primer plano, tal vez como referencia a algún tipo de mandato familiar y/o social) y con una situación muy difícil de resolver. ¿Cómo debe manejarse alguien en una situación así? ¿Es el cariño o la culpa la que la hacen actuar? ¿Intentar recomenzar la vida en pareja es un «delito» que debe padecerse? Esas cosas se pregunta el personaje y Brahm hace que el público se lo pregunte a sí mismo, en una clase magistral de generosidad para los personajes y de respeto para la inteligencia del espectador.
Una película de actores –con Lewin, excelente, como la conflictuada mujer–, VIDA SEXUAL DE LAS PLANTAS remite, estilísticamente, a cierto tipo de drama indie norteamericano, pero uno que prefiere nunca cargar las tintas dramáticas excesivamente con la intención de llegar a un final revelador. Al contrario, la película emociona en los pequeños momentos: encuentros, desencuentros, la desoladora sensación de que la recuperación de Guillermo no termina por concretarse, las complicaciones y a la vez facilidades de empezar una nueva relación con alguien a quien no se ama de la misma manera pero con quien se puede, en teoría, llevar «una vida normal».
Es una película con la que cualquier espectador que haya tenido que enfrentar una «pérdida» de este tipo (puede ser de cualquier tipo, en realidad, ya que Brahm abre el juego de tal manera para que las emociones que atraviesan a Bárbara sean universales) se pueda identificar. Tal vez a Nils le falte el mismo grado de ambigüedad y/o sutileza como para convertir a LA VIDA SEXUAL… en una gran película –es un personaje delineado de una manera un tanto más convencional–, pero Brahm siempre sorprende con inteligentes apuntes sociales (la relación de Bárbara con la mucama de Nils, cuánto pesa cierto «mandato económico» en sus decisiones) y familiares (con la madre de Guillermo) en un drama que no se parece en nada al tipo de cine miserabilista latinoamericano que funciona tan bien en festivales en los últimos años.
Con algunos puntos de contacto con la reciente LA MEMORIA DEL AGUA de su colega y compatriota Matías Bize, pero en un tono más medido y menos melodramático, más contenido y sutil, la segunda película de Brahm (cuya opera prima fue EL CIRCUITO DE ROMAN) vuelve a dejar en claro, además, una cosa que ya se ha dicho aquí una y mil veces: que no hay un solo tipo de filme latinoamericano «de exportación» y que en la diversidad y la variedad está el secreto del mejor cine que se hace en este continente.
(Nota: LA VIDA SEXUAL DE LAS PLANTAS ganó una mención especial del jurado de la sección Nuevos Directores del Festival de San Sebastián que yo integré)
Interesante tu critica, Diego. La Lewin es lo mas destacado de la cinta. Con todo respeto me parece que sigues exagerando y reduciendo al absurdo al cine de esta región (cónsono con tu parecer sobre el cine rumano, el iraní y hasta el independiente de Estados Unidos). Sí, hay miserabilismo pero eso no es TODO el cine de acá. Si vas a hacer juicios, por favor sé un poco más consecuente con tu misión de informar (muchos de tus colegas hacen bien este trabajo)y deja las generalizaciones a los ignaros.
Saludos y suerte
Vaya… a mi no me gustó nada. Nada de nada. Salí muy flof de la sala…
A mí no solo me gustó sino que me fue creciendo con el correr de los días cada vez más. Hay algo de la situación que vive la protagonista que me parece my fuerte, muy difícil de resolver, muy ambiguo.
Slds
d