Estrenos/San Sebastián: crítica de «Tigre», de Silvina Schnicer & Ulises Porra Guardiola
Esta historia que transcurre en un caserón del Delta y sus alrededores se centra en un grupo de personas –adultos, adolescentes y niños– que se reúnen allí para decidir sobre si se vende o no el lugar. En paralelo situaciones de misterio y peligro parecen rodearlos.
Las imágenes que dan inicio a la opera prima de Silvina Schnicer y Ulises Porra Guardiola (ella es argentina y él español) están cargadas de potencia y misterio. Una chica en medio de una zona casi selvática está en traje de baño tirada en el piso mientras otro chico parece observarla. Mientras, dos adolescentes parecen «patotear» a otro, muy agresivamente. No volveremos a ellos en un buen rato, pero ya quedará sembrada la idea de que algo extraño y misterioso está sucediendo por ahí. Luego de eso el panorama parece aclararse un poco: dos mujeres (Marilú Marini y María Ucedo) cuya relación no es muy clara (¿son amigas? ¿parientes?) llegan a un caserón que hace mucho está deshabitado en la zona del Tigre y se disponen a acomodarlo para pasar allí unos días. ¿Quién es la chica que vimos? ¿Y qué está sucediendo allí, en medio de la jungla, entre los chicos? ¿Qué saben y esconden?
Las dos partes de la trama se irán uniendo, sutilmente, en un filme que tiene claros puntos de contacto con LA CIENAGA: desde la relación entre las mujeres a los chicos que circundan la zona, la misteriosa atmósfera de peligro, la plural tensión sexual, la idea de una burgesía en decadencia, el copioso consumo de alcohol y relaciones familiares un tanto complejas de entender. Lo que sí queda más claro, con la llegada de Facundo (Agustín Ritano), el hijo de Rita (Marini), es que hay una discusión familiar entre mantener o vender esa casa, lo que se suma a las complicaciones de un filme que va agregando personajes, como Ana (la cuidadora de la casa) y su hijo, además de Carla, otra hija de Elena que llega con un amigo y una amiga, que son pareja o algo así.
TIGRE va desenredando los asuntos familiares de Rita y de su casa mientras que, en paralelo, los adolescentes (tanto los que están en la casa como los que rondan afuera) parecen vivir sus más arriesgadas y misteriosas aventuras por su cuenta. De a poco la película empezará a aclarar cómo se conectan ambas partes entre sí. Lo que puede parecer un tanto confuso en un principio –hay un exceso de personajes que no facilita demasiado las cosas– se va clarificando mientras las fichas caen, de a poco, narrativamente.
Mezclando cierto realismo (especialmente en la actuación y los diálogos) con un suspenso creado a partir de situaciones curiosas y ruidos extraños, TIGRE apuesta, como el cine de Martel de entonces a ahora, a una suerte de naturalismo extrañado, en el que los conflictos familiares y los deseos personales se van manifestando de las formas menos esperadas. Y el resultado, más allá de la inevitable referencia, es muy logrado.