Estrenos: crítica de «En pedazos», de Fatih Akin
Este thriller, protagonizado por Diane Kruger, se centra en una mujer alemana que busca a los culpables de un atentado en el que mataron a su marido de origen kurdo y a su hijo. Lo que la película gana en tensión lo pierde en cierta irresponsable y banal lectura política. Su mejor carta es la actuación de la actriz de “Bastardos sin gloria”.
EN PEDAZOS arranca con la boda, en la cárcel, entre un hombre de origen kurdo, Nuri (Numan Acar, de HOMELAND), ex traficante de drogas, y una mujer alemana, Katja (muy bien interpretada por Diane Kruger), y sigue, muchos años después, cuando el hombre ya está libre, la pareja está casada y tienen un hijo. Pero cuando todo parece funcionar en sus vidas, una bomba explota frente al negocio de Nuri, quien en ese momento estaba con su hijo, y ambos mueren. Katja queda devastada: vuelve a las drogas que había dejado años atrás, se pelea con su familia y se deprime profundamente.
En tanto, la investigación corre por una zona incómoda, casi buscando culpar a la víctima, con la policía mirando, en apariencia, para el lado equivocado. Ella está segura que son neo-nazis los que pusieron la bomba en un barrio que es fundamentalmente de inmigrantes y recuerda haber visto a una chica rubia sospechosa con una bicicleta, pero la policía apunta a que Nuri nunca abandonó del todo el negocio de las drogas y que buscaron matarlo a modo de venganza por algo.
No diremos quiénes son ni de dónde vienen, pero la policía encuentra a los presuntos culpables. Y el juicio corre bien para Katja, pese al dolor que le produce tener que revivir los hechos trágicos y dolorosos. Pero todo se empieza a complicar a partir de ahí y la trama da un par de vueltas de tuerca que no solo no funcionan dramáticamente sino que parecen bastante irresponsables tomando en cuenta la situación política actual respecto a los inmigrantes en Europa.
Los problemas del filme son las pobres decisiones narrativas de sus últimas etapas. EN PEDAZOS se divide en tres partes, claramente marcadas con títulos (el atentado, el juicio y lo que pasa después). La segunda parte falla por obvia. La tercera, como dije antes, por irresponsable (además de obvia). De todos modos si se lo toma como un thriller que busca cierto grado de entretenimiento y no como una película política –Akin no se decide por que clase de filme tiene entre manos– es innegable que el relato por momentos es atrapante y tenso y que la actuación de Kruger –potente en todo sentido– le da un plus emocional y de desgarro que la película necesita. Pero no más que eso…