BAFICI 2018: críticas de la Competencia Argentina y Noches Especiales
Las películas de la competencia argentina y las noches especiales son reseñadas aquí. A los filmes de Albertina Carri, Sergio Wolf, Hernán Rosselli, Guido Lublinsky, Iair Said, Raúl Perrone, Rosendo Ruiz, Agustín Adba, Baltazar Tokman, Lola Arias, Santiago Loza, Pino Solanas, Leandro Listorti, Tamae Garateguy, Darío Mascambroni y Martín Rodríguez Redondo se les sumarán los que se vayan estrenando mundialmente con el correr de los días.
COMPETENCIA ARGENTINA
FLORA NO ES UN CANTO A LA VIDA, de Iair Said (6)
El documental del actor y director –su primer largo tras algunos muy buenos cortos– parte de una situación familiar para hacer una reflexión acerca de la «conveniencia» en las relaciones interpersonales. El caso que cuenta Iair –el personaje que retrata– es una tía abuela suya, la Flora del título, que estaba alejada de la familia y con quien se reencuentra por un par de motivos. Ella, que se siente cerca de la muerte, le pide a la madre de Iair que la ayude a arreglar sus asuntos luego de haber estado muchos años sin verse. Y él no solo redescubre a su malhumorada y amarga tía sino que, al enterarse que ella dejará al morirse un departamento libre que piensa donar a una institución judía, hace lo posible para «congraciarse» con ella y que se lo deje a él.
A partir de esta premisa que se presenta un tanto incómoda para un retrato documental (sobrino director que se hace amigo de su tía para quedarse con la herencia y la filma) y que probablemente tenga algo de ficcional (al menos esa intención como disparador narrativo), Said va retratando en su cotidianeidad a esta «tía Flora», una anciana soltera, quejosa y tremendista de esos personajes que todos conocemos, especialmente los que formamos parte de la colectividad judía, rica en este tipo de «tías». Del retrato se desprenden situaciones humorísticas y otras más dramáticas en las que Said muchas veces se ríe de sí mismo y su torpeza tanto para negociar quedarse con ese departamento y en las que hasta se mofa de sus habilidades como cineasta.
La película tiene algo de diario y está filmada de modo ostensiblemente casual y casi excesivamente rudimentario, considerando las películas previas suyas que prueban que no es ningún improvisado en el tema. Eso le da al filme un aire un tanto personal, en el buen sentido (el de la cercanía) y en uno no tan bueno (la sensación que uno está viendo una home movie hecha a los ponchazos). De tratarse de un gran chiste –de los llamados documentales falsos o mockumentaries— estaríamos hablando de una comedia negra muy ácida. De no serlo (del todo o en parte), el resultado se vuelve éticamente un poco más discutible, extraño e incómodo.
AMOR URGENTE, de Diego Lublinsky (7)
La nueva pelicula del realizador de HORTENSIA lleva aún más allá la experimentación formal de aquel filme para contar una historia en un formato deliberadamente artificial que recuerda tanto a las novelas gráficas y tiras cómicas como por momentos casi a la animación. El filme está hecho con decorados y retroproyecciones con un diseño visual y fotográfico de Willi Behnisch que nos hace dar la impresión que estamos viendo cobrar vida a las páginas de alguna historieta de antaño. Esa fuerte decision formal, sin embargo, no lo transforma en un filme experimental ni mucho menos. Es la apoyatura audiovisual para una trama absolutamente clásica de primeros amores y romances juveniles. Sí, otro coming of age…
La película de Lublinsky transcurre en un pueblito llamado Resignación en una época indeterminada (podrían ser los primeros ’60 por la ropa y los ’80 por la musica pero mejor es pensarla en un tiempo pasado abstracto) y se centra en un chico enamoradizo y tímido al que le gusta una chica que está un poco «traumada» con respecto al sexo por lo que parece haberse inventado una enfermedad para no hacerlo. AMOR URGENTE ingresa narrativamente en una zona potencialmente riesgosa cuando ambos deciden qué hacer para resolver ese problema, pero logra salir bien parada de esa situación gracias al humor y la inocencia con la que está planteada.
El colegio y sus conflictos, los dramas familiares y los amigos no del todo confiables son los elementos que rodean narrativamente a las idas y vueltas románticas de Pedro y Agustina, dos chicos que se gustan pero que no tienen idea qué deben haceer ni cómo para encaminar un relación en medio de las presiones que los rodean. Se trata de una película simpática, amable, ingeniosa y un ejercicio formal que, una vez que el espectador se adapta, se disfruta como un elemento más y muy efectivo de la propuesta.
EXPIACION, de Raúl Perrone (6)
La continua necesidad y el deseo de Perrone de seguir probando y experimentando lenguajes y formatos no cesa. El realizador no parece querer quedarse fijo por más de un par de películas en un determinado lenguaje y ese impulso por probar, a una edad en la que la mayoría de los cineastas optarían por ceñirse a lo que les funcionó, es lo más admirable de su carrera y persona. Dicho esto, no todos sus experimentos funcionan como él lo desearía. En mi caso, el estilo que ha desarrollado en las últimas dos películas –algo que camina en una zona intermedia entre el teatro, el surrealismo, la experimentación formal y la poesía– a mí me resulta menos interesante que los anteriores.
El punto es que, en su deseo de ir más allá, Perrone ha terminado por pegar una vuelta completa y por momentos, mirando EXPIACION, uno tiene la impresión de estar viendo una película argentina de los años ’80, ubicada en una zona curiosa entre el cine de Jorge Polaco y, digamos, Raúl de la Torre, por citar algún ejemplo. Uno imagina que no es ese su objetivo, pero esta historia de una serie de personajes psicológicamente golpeados en una casa que parece inundarse mientras asume el poder la dictadura militar tiene sus complicaciones.
Le juega a favor su fuerte eje político (algo que Perrone jamás ha tratado de manera tan directa) y, como siempre, la por momentos exquisita poesía visual de la que es capaz, con pocos elementos y mucho ingenio, el «Perro de Ituzaingó». Pero a la vez los textos dichos/leídos por los actores bordean cierto cliché del tipo de guiones cinematográficos que logramos olvidar en buen modo gracias al propio Perrone y al naturalismo de sus primeras películas. Nadie le pide que vuelva a hacer CINCO P’AL PESO, pero la mortuoria pesadez con la que se mueve su última película, el estilo declamativo de sus actores y esos textos cargados de supuesto lirismo terminan siendo todo lo contrario a aquello. Se agradece la búsqueda, siempre, pero a veces los resultados no son los que se desean.
PENELOPE, de Agustín Adba (6)
Lo que atrapa y atrae de Penélope en primera instancia es la actitud y libertad de su protagonista, cuyo nombre da título a la película. Se trata de una joven que parece vivir en el momento, teniendo sexo y breves historias y mucho «cuerpo» (besos, caricias y más besos) tanto con hombres como con mujeres con los que se cruza en lo que parece ser una vida de ocio, fiestas y encuentros con amigos incesantre. Penélope es libre y desprejuiciada, desea y se siente deseada y anda por la vida casi como buscando ese permanente contacto ocasional. En este breve filme de alrededor de 70 minutos, sin embargo, llegará un momento en el que se dará cuenta que todo aquello que a ella parece resbalarle emocionalmente a otros los afecta de forma más clara y contundente.
Con una actuación igualmente desprejuiciada y natural de Cumelén Sanz en el rol protagónico la película funciona bien durante su primera mitad pero luego parece caer en la misma banalidad que intenta retratar, como si no pudiera tomar algún tipo de distancia. Cuando lo hace, sobre el final, el choque dramático es un poco brusco y las dos piezas no parecen cuajar del todo entre sí. De todos modos, especialmente en cuestiones de forma, de puesta en escena y en la bienvenida libertad para acercarse al sexo en un cine como el nacional que suele escaparle, PENELOPE da pie a creer que hay un cineasta interesante detrás de este atractivo pero muy desparejo filme.
LAS HIJAS DEL FUEGO, de Albertina Carri (8)
La nueva película de la directora de LOS RUBIOS –que también se exhibe en el festival– es una de las propuestas más audaces del cine argentino no ya en el BAFICI sino en su historia. Definible vagamente como una película porno lésbico, es en realidad una mezcla de road movie feminista, celebración del deseo y el placer, y el manifiesto político más potente del festival.
Tras CUATREROS, Carri tira –literalmente– toda la carne al asador para contar una historia pansexual de cuerpos, besos, caricias, masturbaciones, peleas, fugas, comidas, encuentros, reflexiones, cine y más sexo (de a dos, de a tres, de a cinco, de a siete) que arranca en Tierra del Fuego y avanza, casi como movimiento político que suma seguidores a su paso, hacia otras zonas de la Patagonia acumulando más chicas en un recorrido que deviene territorio de exploración sexual y amorosa.
Con algunas reflexiones en la voz en off de la propia Carri, la película empieza con la relación de pareja entre una chica, cineasta, que viene de la Antartida y otra, experta nadadora, que la espera en Tierra del Fuego. En un bar se meten en una pelea con unos tipos que las tratan de «tortas» y allí conocen a una tercera, experta en box. Así es que, entre francas escenas de sexo entre dos o tres (y también individuales con o sin todo tipo de objetos), empieza una suerte de fuga a lo THELMA & LOUISE que va acumulando gente en el camino, liberando a otras de maridos violentos o situaciones desagradables en un paso militante que se lleva por delante cualquier tipo de opresión de género.
Seguramente la película llamará la atención por sus muchas y diferentes escenas de sexo entre las chicas (la larga masturbación que cierra la película es un plano en el que el placer personal toma carácter de manifiesto), pero lo que el filme logra es insertar esa suerte de orgiástico recorrido en un análisis sobre la mirada femenina, el sexo y el cine. Es un filme más político que polémico (salvo que alguno se ofenda por un threesome de chicas en una iglesia, digamos) y que funciona a modo de declaración de principios. Un intento de tomar las riendas en un cine –y en una sociedad– en las que el sexo sigue siendo un tema complicado y problemático. Aquí funciona como un manual de felicidad y como máquina de matar fascistas.
ESTO NO ES UN GOLPE, de Sergio Wolf (8)
El nuevo documental del director de EL COLOR QUE CAYO DEL CIELO analiza en detalle un fin de semana clave en la historia argentina reciente: el alzamiento «carapintada» que tuvo lugar en la Semana Santa de 1987. A través de material de archivo y testimonios actuales, Wolf trata de reconstruir casi un minuto a minuto de esos días en los que un comando militar encabezado por Aldo Rico se alzó contra el entonces presidente Raúl Alfonsín reclamando una amnistía, alzamiento que desde el gobierno fue considerado un intento de golpe de estado. Toda esta compleja serie de idas y vueltas y negociaciones hoy se recuerdan con aquello de «Felices Pascuas, la casa está en orden«, la frase de Alfonsín al regresar de la negociación en Campo de Mayo, y desde su narración Wolf trata de entender qué había por debajo de esas palabras.
Sin duda todos saldrán del filme hablando de la tensa entrevista que Wolf le hace a Rico, pero el filme también tiene otros momentos, personajes y testimonios muy poderosos, tanto de ex carapintadas como de funcionarios del gobierno radical (Jesús Rodríguez, Leopoldo Moreau y otros) y el edecán militar, que estuvo presente en la reunión clave que tuvo lugar en Campo de Mayo. Pero el documental es mucho más que la suma de sus entrevistas. El material de archivo es riquísimo, lo mismo que las escenas filmadas hoy en los lugares en los que transcurrieron los hechos. Entre ellas se destaca un recorrido por el tristemente célebre y ya en desuso helipuerto de la Casa Rosada.
Como en todos sus filmes, la inquisitiva voz del realizador va tejiendo un hilo narrativo, una problemática a descifrar. Y es esa voz la que suma preguntas que, treinta años después, los argentinos se siguen haciendo. Y la que también ensaya algunas posibles respuestas que seguramente serán debatidas por los especialistas, ya que los testimonios no coinciden y Alfonsín ya no puede dar su versión. ¿Qué pasó realmente en esos días, en esas negociaciones, en esa reunión? ¿Qué hay detrás del «Felices Pascuas» aquel? Para saberlo, analizarlo y debatirlo deberán ver esta extraordinaria película que combina documental, relato de suspenso y algo parecido al western en una suerte de RASHOMON con la reciente historia argentina como misterio a resolver.
CASA DEL TEATRO, de Hernán Rosselli (8)
El título puede resultar un poco engañoso, especialmente para los que esperen un documental sobre el así denominado «albergue de artistas jubilados con necesidades económicas y de vivienda». El filme del director de MAURO no es eso –si bien eso está implícito en cada plano– sino un retrato de Oscar Brizuela, uno de los actores que vive allí. Brizuela, un intérprete no muy conocido, vive en la Casa hace varios años y de a poco iremos conociendo su complicada historia personal.
Rosselli va desandando esa historia, como en su anterior filme, de una manera indirecta, esquiva, lateral, haciendo de la estructura del filme una suerte de reflejo formal de las dificultades psíquicas del protagonista. Iremos viendo algo de su carrera profesional (apenas imágenes de una curiosa película inédita, titulada POKER DE AMANTES PARA TRES, de 1969), pero más que nada conoceremos retazos de su historia: un posible ACV que lo dejó con problemas para caminar además de dificultades con la memoria y la organización del tiempo, un pasado familiar complicado que incluye muchos años vividos en el exterior, asuntos familiares irresueltos, y así.
En cierto modo, CASA DEL TEATRO se vuelve una película detectivesca por partida doble. Por un lado, porque con la literal ayuda de un investigador Oscar quiere averiguar qué pasó con su hijo, a quien no ve hace años. Y, por otro, por la «investigación» que espectador, cineasta y el propio Oscar deben hacer a partir de esa poco confiable y difusa memoria. Rosselli va desentrañando ese misterio mientras describe el mundo de Oscar en la casa, a los otros artistas que viven allí y las actividades que hacen y que los ayudan a estar mejor física y psíquicamente. Y todo eso aporta a lo que la película finalmente es: un retrato íntimo y potente de una persona, un recorrido por momentos inquietante (el pasado de Oscar tiene su densidad), por otros divertido y finalmente bastante cariñoso y emocional sobre un hombre quebrado que trata con dificultad de ponerse de pie y rearmarse a partir de sus pedazos sueltos. La vida como un rompecabezas.
CASA PROPIA, de Rosendo Ruiz (8)
La película del realizador cordobés es un objeto sorprendente, tan fascinante como complejo desde lo formal y temático. Una película que por momentos apuesta al realismo/naturalismo más estricto y, por otros, se juega por ciertos vuelos formales que la llevan hacia otros territorios. Desde lo puramente cinematográfico se podría decir que es un experimento notable de algo que podríamos denominar, a falta de una mejor expresión, «neo-retro». Es una película que toma decisiones de puesta en escena atrevidas, muchas de las cuales parecen como apropiaciones posmodernas de gestos estéticos del pasado, de películas de los años ’60 o ’70. Algo que queda claro en el uso de la música, del zoom, de ciertos paneos circulares, de curiosas composiciones de cuadro que incluyen gente mirando a cámara, llamativos fundidos encadenados e intrincados planos secuencia.
Esos arriesgados desafíos formales acompañan a una historia igualmente compleja, la de un hombre de unos 40 años, profesor de Literatura en una escuela, que vive con su madre (tan enferma como intensa), que tiene una pareja (una mujer separada, con hijos) no del todo estable y que trata de irse a vivir solo pero no logra hacerlo. El filme lo retrata en todas su facetas: cuida a su madre pero está harto de ella, quiere a su pareja pero la engaña constantemente, le gusta la docencia pero es receloso de sus alumnos o amigos cuando estos triunfan, y tiene una difícil relación con su hermana, quien no se ocupa de la madre como él quisiera. Todo esto contado –en términos estrictamente de guión– de la forma más realista posible, con muy buenas actuaciones de todo el elenco, en especial del protagonista, encarnado por Gustavo Almada.
La zona compleja de la película es cómo se planta frente a su protagonista. Es un hombre por momentos amable y simpático mientras que en algunas ocasiones se comporta como un verdadero monstruo. Y la película toma su punto de vista de tal manera que por momentos es difícil despegar una cosa de la otra, dando la impresión que, o bien comparte sus modos de actuar o bien culpa a su madre por sus muchas veces terribles comportamientos y acciones. Lo que a algunos espectadores quizás incomodará (Ruiz no parece hacerle concesiones a la corrección política) a otros les parecerá un baño de honestidad brutal. Y dependerá de eso, en buena medida, como cada uno se enfrente a esta película desafiante, incómoda y fascinante.
BUSCANDO A MYU, de Baltazar Tokman (7)
La nueva película de Tokman vuelve a la exploración personal, en forma de diario, a partir de las experiencias que Garrek, un mago en la vida real (o al menos eso parece, siempre cabe la posibilidad de estar ante un falso protagonista/alter-ego del director) tiene con su propia hija, Olivia, una niña de unos 6, 7 años que tiene una amiga imaginaria. La niña está obsesionada con su amiga al punto tal que lleva al padre (cuyo trabajo como mago sin duda pudo haberla influenciado a la hora de desarrollar su imaginación respecto a lo que está o no está, lo que existe y lo que no) a investigar sobre el tema. Tanto de los amigos imaginarios específicamente como en lo relativo a los recuerdos de la niñez que suelen esfumarse cuando crecemos.
Tokman (o Garrek) combinan esas experiencias personales con entrevistas a diversos especialistas y personas que analizan este tipo de casos. Cada uno tiene su estrategia, su modo de verlo y sus propias conclusiones, desde los psicólogos hasta los religiosos pasando por tarotistas, “duendólogos”, especialistas en fenómenos inexplicables, gurúes new age y hasta una chica rusa que dice comunicarse con extraterrestres. Más allá del dispar interés que generan los distintos entrevistados, la película de Tokman logra meterse en una zona que genera tanta intriga como fascinación como es el de la imaginación de los niños y lo que sucede cuando crecen. Como el cine, como los recuerdos que no sabemos bien de dónde provienen, lo fantasmal de la imaginación de la niñez –que nos puede hacer creer que somos amigos y hablamos con entes que no existen– es un territorio para explorar. Y este filme lo hace con genuina curiosidad.
FOTO ESTUDIO LUISITA, de Sol Miraglia y Hugo Manso (6)
Este documental es tan modesto como su protagonista, una fotógrafa de famosos y celebridades que tuvo su apogeo en los años ’70, haciendo fotos para teatros de revistas, tapas de discos y todo tipo de imágenes de estrellas y divas de la época desde Moria Casán a Susana Giménez pasando por la entonces muy popular dupla de Porcel y Olmedo. Pero poco y nada glamoroso hay ni en Luisita ni en su estudio, al punto que parece casi imposible que esta tranquila, discreta y callada mujer de origen colombiano sea la autora de fotos en muchos casos tan audaces.
El filme la encuentra en la actualidad y revisa su gran arcón de recuerdos, matizando esos descubrimientos con metafóricos viajes al pasado, que se producen cuando Luisita y su hermana van al Teatro Maipo o se reencuentran con divas a las que supieron fotografiar en sus años de gloria. La película es amable y el material hallado es en muchos casos sorprendente (lo mismo que el talento de la artista) pero no termina de dar la impresión de que se logre crear una película del todo redonda ni un verdadero retrato de época a lo largo de sus 72 minutos. Es una anécdota simpática y un personaje llamativo que quizás necesitaban de una película con una idea más sólida por detrás acerca de cómo transmitir ese universo al espectador.
LA PELICULA INFINITA, de Leandro Listorti (8)
El multifacético Leandro Listorti (LOS JOVENES MUERTOS) combina aquí dos de sus pasiones cinéfilas: la investigación sobre material de archivo y la realización cinematográfica. A partir de ese found footage que tiene como característica principal proceder de películas argentinas inacabadas o no estrenadas, Listorti crea un rompecabezas que es a la vez un collage y una historia sobre un cine que no fue.
Desde la malograda ZAMA, de Nicolás Sarquis, a proyectos iniciáticos de Martín Rejtman, Mariano Llinás y Agustín Mendilaharzu, pasando por imágenes de películas desconocidas y cuyos títulos se revelarán sobre el final (la verán allí a una muy seductora Isabel Sarli), la película de Listorti parece plantear casi una coda o una breve historia alternativa del cine argentino armada a partir de retazos, sobrantes, todo aquello que fue filmado y que, por distintos motivos, no llegó a verse en la pantalla. Imágenes que muestran que bellas escenas o grandes momentos no siempre necesitan una historia clara que los acompañen y que miles de ellos yacen perdidos en ese limbo de las películas que no fueron.
Listorti no trata de armar una falsa trama que las conecte ni intenta organizar los planos en función de temáticas o figuras visuales específicas, sino que dedica su tiempo a cada una de ellas (Rosario Bléfari hace un curioso tour de force actoral con asesinato a quemarropa y todo) y permite que el espectador complete lo que, supone, allí puede faltar. Impacta, sin dudas, ver algunos planos de ZAMA, de Sarquís, especialmente luego de ver la de Lucrecia Martel. Si uno se deja que su imaginación viaje a partir de lo que sugieren esas escenas no es difícil pensar que estaba allí también el germen de otra gran película.
MOCHILA DE PLOMO, de Darío Mascambroni (7)
El realizador cordobés de PRIMERO, ENERO, película premiada en este mismo festival dos años atrás, regresa con un filme que tiene algunos puntos en contacto con aquel, ya que se centra en la vida de un chico y su complicada historia familiar. La figura paterna sigue siendo central en este caso, solo que por su ausencia. El protagonista, Tomás (Facundo Underwood), es un chico que vive con su madre (Elisa Gagliano), que no parece querer o poder prestarle atención, más ocupada en salir con tipos, beber e ignorarlo casi por completo.
Así es que Tomás aprovecha para hacer su vida, yendo al colegio cuando quiere, faltando y mintiendo, siendo también ignorado por otros familiares, y pasando el rato con sus amigos, con los cuales por momentos se dedica a actividades un tanto peligrosas para su edad. La obsesión con lo que sucedió con su padre es lo que organiza su vida y la sospecha de que un hombre que está por salir de la cárcel puede haber sido su asesino lo lleva a meterse en algunos problemas con el objetivo de confrontarlo.
La película de Mascambroni es más ambiciosa que su minimalista opera prima y captura muy bien la vida de esos chicos de los barrios humildes de Villa María, Córdoba, un poco a la manera del Leonardo Favio de sus primeras películas. Y si bien la trama se topa con algunos problemas promediando el relato, para cuando llega el esperado desenlace la carga emocional que lleva el chico encima hace que todo funcione en otra película sobre «hacerse grande» que tiene el BAFICI, solo que en versión cordobesa.
TEATRO DE GUERRA, de Lola Arias (8)
Cine y teatro. Documental y ficción. Terapia y ensayo. Todas esas cosas, juntas, pueden considerarse como parte de la opera prima en cine de la reconocida artista, dramaturga y escritora. La película, que forma parte de un proyecto en gira que también se pone en escena como teatro y fue instalación, consistió en juntar en un mismo lugar y durante un tiempo a ex combatientes de Malvinas argentinos e ingleses (tres por «bando») y hacerles volver a actuar algunas de las situaciones más duras, difíciles o traumáticas que vivieron allí. A eso, que hacen en conjunto los ex soldados de ambos bandos, hay que sumarle una mirada de Arias a las dificultades del proceso en sí y la convivencia de todos ellos, como si por momentos fuera un detrás de escena de un documental performático que se parece mucho a la ficción.
Con algunos puntos de contacto con las películas de Joshua Oppenheimer –quien hacía similares reenactments de momentos duros de la historia política de Indonesia pero en ese caso de parte de criminales de alto rango– o los similares experimentos de Rithy Pahn, aquí lo que se trata de poner en juego es la experiencia de los soldados, todos ellos parte de un sistema que los llevó a estar ahí y no les dio opciones. Por momentos las historias son conmovedoras, en otros se vuelven curiosamente graciosas (un soldado gurka es todo un personaje). Hay escenas de camaradería entre unos y otros, pero en ciertos momentos hay también sospechas y suspicacias.
El experimento tiene sin dudas un costado terapéutico para los intérpretes y, seguramente, para quienes tengan una relación personal fuerte con el siempre controversial tema de las Malvinas. El filme trata de no tomar partido –aunque algunos de los ex soldados ingleses piensen lo contrario– y se propone como una manera de acercar miradas y experiencias traumáticas que, más allá de los colores de los uniformes y de las banderas, no son tan diferentes.
NOCHES ESPECIALES
50 CHUSEOK, de Tamae Garateguy (7)
Esta película realizada, en principio, como homenaje al 50 aniversario de la llegada de la primera camada inmigratoria de coreanos a la Argentina, deriva prontamente en un documental sobre Chang Sun Kim, el actor coreano (LOS SIMULADORES, GRADUADOS, EL MARGINAL y muchas otras series y películas) que vino a vivir aquí a los siete años y que se transforma en el conductor de un filme que, al trazar un recorrido por su propia vida, lo hace también por la de muchísimos inmigrantes.
En un estilo lejano a cualquier formalismo, con mucho humor, desenfado y la decisión de dejar ver permanentemente «la cocina» del filme, Garateguy divide el filme en dos partes. La primera y más irregular transcurre en Argentina y muestra a Chang en diversos eventos y situaciones: un concurso de K-Pop, comiendo un asado con amigos actores y jugando al fútbol en partidos entre coreanos y argentinos. Pero el filme mejora visiblemente pasada la media hora cuando Chang y el equipo de rodaje viaja a Corea a visitar la ciudad en la que él nació y a la que jamás volvió desde que su familia emigró.
Allí surgen detalles personales que golpean emocionalmente (a Chang, al equipo y seguramente al espectador) y que, además, hablan mucho acerca de las distancias y la «falta de comunicación» entre culturas y generaciones que persiste hasta hoy. Chang al principio se siente un turista en Corea pero de a poco va llegando a lugares que le son familiares y ese reencuentro lo afecta claramente. Algo parecido sucede cuando habla de su familia y de las dificultades que tienen para comunicarse, lo que parece poder hacer mejor hablándoles desde la película.
Se trata de un filme liviano, caótico, un tanto desenfrenado pero siempre con el eje claro: partir de una historia personal para hablar de una temática que, en otras manos, podía haber dado como resultado un filme burocrático, «institucional». Nada más alejado de las intenciones de la realizadora. 50 CHUSEOK se acerca con vitalidad a una cultura vital. Y por eso, cuando llega la hora de la emoción, el golpe es doblemente poderoso.
MALAMBO, EL HOMBE BUENO, de Santiago Loza (7)
La nueva película de Loza hace centro en un bailarín de malambo, un profesional que se prepara para competir en el principal certamen nacional de esa especialidad de la danza, en Laborde. Lo curioso e intrigante de ese evento –y lo que le da a la película un aura misteriosa y grave– es que triunfar allí obliga al ganador a retirarse de las competencias. Es como si un futbolista, por ganar el Mundial de Fútbol, se viera obligado a no poder jugar más profesionalmente. Curioso, por lo menos.
Loza aborda este tema mediante una estructura que combina documental y ficción para mostrar el trabajo y los preparativos del tal Gaspar, para quien la tarea además no es nada sencilla ya que se está recuperando de una durísima lesión que lo obliga a distintas fisioterapias por las que no debería estar compitiendo. Pero la pasión es más importante y el hombre bueno del título sigue adelante, con su cuidadosa mística de trabajo.
El filme no se estructura necesariamente con la lógica de la película deportiva ya que Loza prefiere desviarse por caminos paralelos que permiten conocer más y mejor al personaje y al mundo y a las personas que lo rodean. Un hombre apasionado por un arte en cierto modo extinto, entre olvidado y folclórico, pero que él trata como si fuera una religión a la que dedicarle la vida. Y en retratar a ese hombre está el secreto de la película que procede un poco como su protagonista, con calma pero a la vez decidida a llegar a su destino.
MARILYN, de Martín Rodríguez Redondo (7)
Basada en una historia real, la opera prima de Rodríguez Redondo que participó en el Festival de Berlín toma como eje la vida de un adolescente que trata de escapar a la gris cotidianeidad provinciana de su sufrida familia de clase trabajadora. Y lo hace maquillándose y vistiéndose como mujer. Su padre (Germán de Silva) y su hermano se dedican al campo y no parecen prestarle demasiada atención pero su madre (la actriz chilena Catalina Saavedra), que es modista, parece notar que algo inusual sucede con él.
Cuando llega el carnaval, Marcos (Walter Rodríguez), que en la vida diaria es tímido y silencioso, ya se ha vuelto la Marilyn del título, desfilando en toda su gloria femenina y dejando entrever la ilusión de otra vida posible en su rostro. Pero, claro, el carnaval es una cosa y la vida cotidiana es otra, por lo que no le será muy fácil convivir con el alrededor, ni aún cuando encuentre en ese ambiente hostil algo parecido a una posible historia de amor.
Este drama cauto se va oscureciendo y acercando a un final trágico que llegará de todos modos de una manera inesperada. Se trata de una película que, aún cuando funciona por momentos en base a patrones clásicos y arquetípicos, pone el acento y el eje en el enorme camino que falta transitar para que una persona como Marcos/Marilyn pueda ser entendida y aceptada por su marco social, cultural y hasta familiar. Los micromundos urbanos y algunas leyes progresistas pueden hacer pensar que estas cosas deberían ser asuntos del pasado, pero en esta suerte de «Lejano Oeste» en el que transcurre el filme, vivir al margen de las convenciones sigue siendo un tema de vida o muerte.
VIAJE A LOS PUEBLOS FUMIGADOS, de Fernando «Pino» Solanas (7)
Este nuevo documental de Solanas mantiene la línea temática y estética de sus últimos filmes, organizados como recorridos por el país en torno a algún tema preocupante de la actualidad. Da la impresión que todos los filmes fueron, en cierto modo, realizados a la vez y luego divididos en capítulos en función de las distintas líneas temáticas. Y esta es una de las más impactantes de todas ellas ya que ataca directamente el tema de los agrotóxicos y la cantidad de químicos que consumimos en nuestros alimentos.
Solanas investiga las consecuencias físicas que han tenido los habitantes de los pueblos que han recibido altas dosis de fumigación en sus plantaciones (en especial las de soja). Gente con malformaciones, muertes, cánceres, enfermedades. Solanas entrevista a especialistas y a la gente que vive en esas zonas para dejar en claro los riesgos que se corren cuando los alimentos son tratados con este tipo de productos que son tóxicos para el organismo, aún en bajas proporciones, como le sucede al propio director cuando se analiza su propia sangre y se encuentra con sorpresas.
A la vez Pino muestra también opciones y alternativas posibles y más orgánicas que se están poniendo ya hace tiempo en funcionamiento en muchos lugares del país, un modo de alimentar a los animales y trabajar la tierra de un modo más sano y natural. A juzgar por las terribles consecuencias físicas que vemos en personas expuestas a este tipo de agua y productos contaminados es probable que mucha gente salga de ver este filme replanteándose sus modos de alimentación. Si ese es el principal objetivo, está cumplido.
capaz – digo yo – podrían reseñar sin spoilear todas las películas (e incluso los finales PLIS) «Este drama cauto se va oscureciendo y acercando a un final trágico que llegará de todos modos de una manera inesperada.» No hacía falta. gracias.