Cannes 2018: crítica de «Manto», de Nandita Das (Un Certain Regard)

Cannes 2018: crítica de «Manto», de Nandita Das (Un Certain Regard)

por - cine, Críticas, Festivales
14 May, 2018 04:35 | comentarios

La película de origen indio se centra en la figura de un controvertido escritor que fue perseguido por la censura –y por sus propios demonios– en los años de la independencia de su país de Gran Bretaña y de la separación entre la India y Pakistan con los conflictos religiosos y políticos que eso conllevó.

La industria del cine de la India es, como la mayoría sabe, gigantesca, con una producción anual superior a la de Hollywood y miles de enfervorizados fans que tratan a sus ídolos como si fueran deidades. Pero, a la vez, y salvo notables y honrosas excepciones (como el caso de Satyajit Ray y muy pocos otros luego) es un cine que llega poco y nada a festivales. Y hay motivos para eso: el cine de la India suele preferir formatos comerciales probados y no se caracteriza por los riesgos narrativos y estéticos, más que los que la propia industria ya asume como propios y tiene casi patentados. Es decir: para ellos es normal que una película dure cuatro horas e incluya todos los géneros posibles pero todavía no han logrado que ese cine sea aceptado en Occidente salvo por los fervorosos cultores de Bollywood.

MANTO es una película que se escapa, pero no del todo, de ese sistema. Habría que verla como la versión india de esas películas que los norteamericanos hacen para ganar Oscars. Algo así como un drama histórico sobre una figura mítica que tuvo una vida dramática ligada a una época trumática del país (las esdrújulas no son casuales). La película no es ni más ni menos que eso. Y ni necesita remake de Hollywood porque sería casi idéntica, solo que hablada en inglés… con acento indio.

Saadat Hasan Manto fue uno de los escritores más controvertidos de la India en los años previos y posteriores a la independencia de ese país de Gran Bretaña y a la separación con Pakistán. Manto era un escritor de éxito, amigo de las celebridades de Bollywood, para los que escribía guiones de películas comerciales. Intelectual progresista y alejado de cualquier tema religioso en su vida y en su obra (era de ascendencia musulmana pero no le prestaba atención al asunto) parecía tener una vida tranquila en Bombay, más allá de alguna u otra disputa legal por el carácter supuestamente obsceno de algunos de sus cuentos.

Pero las guerras por la independencia trajeron más problemas que soluciones ya que pronto se le empezó a hacer notar a Manto su ascendencia musulmana y él dejó de sentirse bienvenido en Bombay por lo que –siguiendo los pasos de su esposa– decidió mudarse a Lahore, en Pakistán, con la intención de comenzar de cero allí. Pero pese a que allí no había, al menos en teoría, problemas religiosos, sí los había con la situación económica y sobre todo con la censura, que pasó a ser mucho más fuerte con él que en la más liberal Bombay. Y que lo tuvo a maltraer durante muchos años e hizo crecer su alcoholismo.

MANTO sigue casi fielmente los pasos de las biografías de época de antaño, con las discusiones políticas de café, las separaciones familiares ligadas a los cambios políticos y todo eso haciendo eco en los problemas personales del protagonista. El único punto más o menos original pero no del todo logrado del filme es insertar algunas de sus ficciones en medio de la trama, haciendo que los cuentos cobren vida y que reflejen temáticamente su situación y experiencia. Algunos lo hacen (el último y más famoso, titulado «Toba Tek Singh», sobre un hombre que vive en una tierra de nadie en la frontera entre India y Pakistán, es el más claro y específico) y otros no tanto, resultando más confusos que otra cosa, salvo para los conocedores de su obra.

El problema de MANTO es su excesiva prolijidad, su formato antiguo y casi «ochentoso» de la biopic, con actuaciones rimbombantes, mucho acento en el vestuario y en la reconstrucción de época, y situaciones dramáticas armadas para el lucimiento de su protagonista, su esposa o su mejor amigo, un célebre actor de Bollywood llamado Shyam. Permite descubrir a una figura poco conocida entre nosotros y adentrarse en las particularidades espinosas del conflicto religioso/político entre India y Pakistán, pero cinematográficamente es una película demasiado anodina y que no está siquiera a la altura de las transgresiones a la norma que supuestamente producían las obras de su homenajeado.