San Sebastián 2018: crítica de “Alpha: The Right to Kill”, de Brillante Mendoza (Competencia)
La nueva película del director filipino se centra en la guerra contra el narcotráfico en ese país, adentrándose en la policía corrupta que lidera ese combate. Los resultados son aceptables pero la película no termina de convencer.
El cine de Brillante Mendoza sigue fluctuando entre títulos más cercanos a un espíritu documental/familiar y otros que coquetean con el género. Como su título hace imaginar, ALPHA: THE RIGHT TO KILL, es de estos últimos. Se podría decir que es una relectura, en clave de género y con un alto costado político, de su anterior, MA ROSA. Como muchos sabrán, Filipinas vive bajo un gobierno proto dictatorial y bastante fascista comandado por Rodrigo Duterte, que ha hecho de la lucha contra el narcotráfico uno de los ejes de su campaña. Y el filme se centra en un enorme grupo comando que se dedica a liquidar traficantes.
Con la ayuda del clásico infiltrado, a los narcos les caen con todo el desproporcionado peso de la Ley. Para anular la operatoria de un grupo que trafica, la operatoria es casi bélica. Y el filme arranca con una larga, potente pero también confusa secuencia violenta en la que se destruye una de estas células con casi un centenar de uniformados en plan combate militar. Lo que luego se verá es lo que, previsiblemente, anuncia el drama: es obvio que las autoridades no declaran todo lo encontrado en sus razzias sino que se quedan con buena parte de lo que allí encuentran.
En ese juego de corrupción participan varios, pero la película sigue esencialmente al infiltrado y a su jefe directo, con quien coordina el “desvío” de esos materiales. Pero nada es sencillo a partir de eso y la guerra contra el narco se traslada a la interna militar/policial que debe combatirlo, con las previsibles consecuencias del caso. Mendoza filma con ritmo y urgencia, pero no puede evitar ni la confusión de las escenas de acción en los barrios bajos de Manila ni la búsqueda de impacto a través de drones aéreos que muestran esas dos caras de la ciudad.
ALPHA es por momentos, especialmente en su primera mitad y sobre el final, intensa y furiosa, y lo que pierde en su confusión narrativa lo gana en impacto y potencia. Pero finalmente cae en demasiados clichés que la convierten en una película de género más, en la que la policia corrupta, en plan TROPA DE ÉLITE, destroza a narcos de poca monta, más interesados en su propio interés que en otra cosa. No tiene la perfección visual ni el acabado técnico de películas de similares temáticas provenientes de Corea o Hong Kong pero lo que pierde ahí lo gana en realismo barrial, en transmitir una sensación un tanto más documental de la situación. La guerra contra el narco es una complicada situación hoy en Filipinas y la película de Mendoza refleja bastante bien lo que está pasando allí.