Streaming: crítica de «The Other Side of the Wind» (+Extras), de Orson Welles (Netflix)

Streaming: crítica de «The Other Side of the Wind» (+Extras), de Orson Welles (Netflix)

por - cine, Críticas, Estrenos, Streaming
10 Nov, 2018 01:38 | comentarios

Terminada 40 años después de que fuera abandonada por problemas económicos y legales, la última película del director de «El Ciudadano» es una maravilla de asombrosa y experimental factura que combina una brutal crítica a la industria del cine con una reflexión dolorosa sobre la amistad, la traición y el olvido. Netflix la presenta junto a dos documentales que ayudan a completar la historia secreta de la producción y sus paralelos con la ficción.

La historia de THE OTHER SIDE OF THE WIND, una de las tantas películas inacabadas de Welles, no es tan conocida como debiera serlo y este magistral trabajo de reconstrucción y rescate logra, a la vez, que veamos algo bastante parecido a lo que quiso estrenar el realizador y, en paralelo, nos enteremos de los entretelones que llevaron a que esta bastante autobiográfica y radical película se perdiera, literalmente, «del otro lado del viento». Es una historia que se agiganta a la luz de las particularidades del film, ya que al verlo uno quiere saber más sobre su curiosa producción. Es cierto que hay miles de leyendas en la gran historia del cine acerca de muchas películas que no pudieron jamás terminarse, pero la propia factura de THE OTHER SIDE OF THE WIND, una película también centrada en un film inacabado en la ficción, hacen que los secretos y mentiras que esconde esta producción sean doblemente apetecibles.

Empecemos, entonces, por los extras y las historias paralelas que rodean al film ahora terminado y restaurado en su gloria setentosa. Netflix presenta dos materiales que acompañan a THE OTHER SIDE OF THE WIND: un documental un tanto más académico y clásico dirigido por Morgan Neville, THEY’LL LOVE ME WHEN I’M DEAD, que recorre un poco de la historia de Welles y se centra en los problemas que tuvo para terminar este (y otros) filmes. Es una pena que Neville no se haya inspirado en los logros formales del film que analiza, pero más allá de eso resulta imperdible verlo para entender no solo la mecánica económica del Hollywood de entonces sino la forma de trabajo y la personalidad de Welles, siempre aptas a caer en este tipo de situaciones conflictivas.

El otro material, de 38 minutos, que está casi escondido como uno de los trailers de THE OTHER SIDE… es aún más interesante y se centra en el dificilísimo trabajo de recuperación y terminación de la película. Lo conveniente, claro, es ver primero la película para luego apreciar lo difícil que debe haber sido «rearmarla». Más allá de las complicaciones legales y económicas en las que entra en juego hasta el Sha de Irán, la propia forma de THE OTHER SIDE OF THE WIND vuelve su reconfiguración un trabajo casi imposible. Y se entiende, también, porque hizo falta tanto tiempo para tenerla entre nosotros. Ambos materiales, además, analizan cuestiones ligadas a la personalidad megalómana y muchas veces conflictiva de Welles haciendo eje en su relación casi de padre/hijo complicada que tuvo con Peter Bogdanovich. De vuelta, viendo la película se entiende el fuerte carácter autobiográfico del material, en especial en lo que respecta a ese eje.

Es que THE OTHER SIDE OF THE WIND, vista hoy, representa casi un viaje ácido a un pasado lejano pero no tanto (la producción se realizó, fundamentalmente, entre 1971 y 1975), una suerte de happening cinematográfico filmado con una pericia y virulencia únicas. Un film que parece caótico e improvisado –y en muchos sentidos lo fue– pero que está realizado y editado con la potencia y efectividad de alguien que de algún modo sabía lo que estaba haciendo y un grupo de personas que, muchos años después, supieron reinterpretar sus ideas. Es que el montaje del film es tan veloz y acelerado, tan musical y preciso (las líneas de diálogo y las conversaciones se superponen, los materiales producidos por distintas cámaras se mezclan, el documental y la ficción conversan permanentemente) que su reconstrucción impacta aún más.

AL OTRO LADO DEL VIENTO, como lo titula Netflix al castellano, trabaja varias líneas paralelas y todas están ligadas a la proyección de una película que un celebrado autor que encarna John Huston (evidente alter-ego, más allá de las diferencias de peso, del realizador) hace en el marco de un evento social y su cumpleaños, con la intención de juntar dinero para terminarlo, una producción complicada además por la partida/desaparición de su protagonista, todas cuestiones que hacen a la propia producción de la película en sí que, además de sufrir similares o peores problemas económicos, también tuvo que modificar a su coprotagonista, papel que asumió Bogdanovich cuando el comediante Rich Little dejó el interminable rodaje, tirando a la basuura años de escenas filmadas que no quedaron.

Además de narrar de la manera antes contada (fragmentaria, editada con velocísimos cortes y llena de ácidos diálogos y personalidades reconocibles de la industria, en algunos casos «personificados» por actores y en otros por las personas reales) ese caótico y cambiante evento social y proyección cortada por diversos motivos técnicos, una larga parte de la película está dedicada a la extremadamente sensual ficción dentro de la ficción que es el supuesto film inacabado dentro de otro que terminó siéndolo también. Protagonizada, esa parte, por la entonces amante de Welles, la bellísima Oja Kodar y el rubio Bob Random, es una copia/parodia de cierto cine existencialista que venían realizando algunos autores europeos en Hollywood entonces. En concreto, es ZABRISKIE POINT, de Michelangelo Antonioni, tomado en serio y ridiculizado a la vez por el director de EL CIUDADANO: una historia casi muda de un hombre y una mujer que se desean y persiguen en el desierto, con una escena de sexo notable. Si a eso le suman que buena parte del rodaje se hizo en la misma casa que la película de Antonioni, el homenaje/guiño/cargada a su obra es más que evidente.

Pero Welles quiere ir más lejos. Desnudar las miserias de la industria, sí, pero también del propio director y su círculo más íntimo, en una línea que puede relacionar a la película con 8 1/2, LA NOCHE AMERICANA u otros films sobre cineastas en crisis y/o rodajes complicados. Es que, finalmente, en medio de la veintena de personajes que deambulan por ese fantasmagórico pero muy vital evento social, el eje de la película está en la relación de los personajes de Huston/Welles y Bogdanovich, que encarna a una versión de sí mismo. Si el «Welles» de Huston (en la ficción se hace llamar Jake Hannaford) remite a muchas de las costumbres y vicios del realizador, el Brooks Otterlake de Bogdanovich también es un alter-ego de lo que representaba el director de LUNA DE PAPEL en la época: un joven realizador en alza, admirado y envidiado por todos. Uno que había empezado, como en la vida real, como periodista, entrevistador y admirador de su maestro, al que hoy había «superado». A lo NACE UNA ESTRELLA, la película juega con este eje: una relación de amor/amistad, de padre/hijo, de fidelidad/traición entre amigos/cineastas de dos generaciones. Una gloria histórica incomprendida y desafiante y un joven exitoso que había entrado a Hollywood por la puerta grande y que por ese entonces se mantenía.

Las conversaciones entre ellos son casi un psicodrama público de su conflictiva relación y están plagadas de lo que parecen ser situaciones autobiográficas. Al ver los extras notarán las enormes coincidencias entre lo que pasaba allí y en la vida real, como el hecho de que Welles –en ambos «lados»– le pidió a Bogdanovich dinero para terminar la película. Juego de espejos, a lo LA DAMA DE SHANGHAI, que se fagocita a sí mismo con historias dentro de historias que hacen eco infinito entre sí, THE OTHER SIDE OF THE WIND refleja también la conflictiva relación de admiración/envidia de Welles por los jóvenes iracundos y rebeldes de entonces que habían tomado el control de Hollywood (aparece Dennis Hopper haciendo de sí mismo, además de Paul Mazursky y otros) mientras una leyenda como él, iracundo y rebelde de por vida, no lograba conseguir dinero para filmar.

Todo esto está en el filme (y la información que se da en los extras ayuda a interpretar mejor los asuntos que se movían bajo la mesa), pero THE OTHER SIDE OF THE WIND no es solo se destaca por su mirada un tanto impiadosa al Hollywood de la época sino que va mucho más allá de eso. Formalmente de avanzada, reflejo claro de un momento en el que grandes directores se atrevían a hacer pruebas con cámaras livianas en propuestas rupturistas con el relato audiovisual clásico, la película es también la crónica de una frustración… o de varias.

Como muchos otros títulos de Welles, es una historia de traiciones, de amistades quebradas frente a decisiones clave. Esa traición imperdonable a la que Welles se refiere en el documental es, más que cualquier otro, el tema de THE OTHER SIDE OF THE WIND, la historia de un maestro del cine admirado pero abandonado por la industria y «traicionado» por sus colegas, asistentes y hasta actores. Pero el Welles de la ficción tampoco se victimiza a sí mismo: en cierto modo el también ha gestado los problemas y el caos que se suceden alrededor y que impiden que sus proyectos se concreten. La «sorpresa» que el film se reserva, narrativamente, para el final (ligada a la sexualidad del realizador en la ficción) acaso sea la revelación menos interesante y algo banal de la película, al menos desde una lectura actual.

Pero esos asuntos de traiciones, secretos y mentiras acaso sean los que hicieron, además de los económico/legales, que la película nunca pudiera terminarse. Como si su propia producción fuera un reflejo de ese «abandono», tanto la película dentro de la película como la que ahora Netflix estrena –ironía de ironías en función de los temas del film– quedan truncas, en un momento, cuando este gigante del cine se queda solo, incapaz de llegar a destino en un mundo que no parece no aceptar más figuras como él, aun cuando en lo formal deje en claro que tranquilamente podía imitar a sus herederos y hasta sobrepasarlos en su búsqueda estilística. El estreno, a más de 40 años del «abandono» de esa producción, parece ser una manera de volver a poner las cosas en su lugar. Justicia poética, que le dicen…