Netflix/San Sebastián 2018: crítica de «Quién te cantará», de Carlos Vermut
La nueva película del director de la notable «Magical Girl» explora la extraña relación entre una diva de la música pop que sufre amnesia y una imitadora suya que puede ayudarle a recuperar su memoria musical. Un melodrama musical con suspenso que bebe tanto de Hitchcock como de Almodóvar, pero que a esta altura ya puede considerarse un «auténtico Vermut»…
Una historia de dobles y de amnesia. Un drama de madres e hijas. Un musical sobre una cantante y otra que la imita. Una reflexión sobre la cinefilia y la manera en la que también algunos cineastas necesitan relacionarse (copiar y luego romper) con la historia del cine de su propio país. Todo eso es QUIEN TE CANTARA, la nueva película de Carlos Vermut, el director de MAGICAL GIRL, una historia que, bajo el disfraz de un drama de suspenso psicológico, trafica una trama de influencias, inspiraciones y «vampirismo» cinematográfico.
Lila Cassen (Najwa Nimri) es una ultra-famosa diva del pop español que en apariencia ha tenido un accidente que la ha dejado amnésica. Ya hace diez años que ha dejado de cantar y vive de las regalías de sus más grandes éxitos, pero tras el accidente su situación económica se vuelve aún más precaria, lo que lleva a su amiga y mano derecha Blanca (Carme Elias) ha tratar de que Lila vuelva a los escenarios al menos. Pero ella ya no sabe ni sus canciones ni sus movimientos y ni siquiera se reconoce en esa diva, a quien ve como si fuera otra persona, alguien ajeno a ella misma.
Pero fortuitamente aparece una posible tabla de salvación. Una tal Violeta, muy fan de esta especie de Madonna ibérica, que la imita a la perfección en un karaoke cercano a su caserón playero. La tal Violeta (Eva Llorach) vive sola con una hija de veintipico de años bastante intensa y caprichosa. Y cuando Blanca se acerca una noche a pedirle que la ayude a Lila a «recuperar su memoria» (al menos la escénica) para poder salir de gira, la mujer no puede creer lo que le está sucediendo.
QUIEN TE CANTARA se transformará así en una historia de dos mujeres, una original y otra imitadora, aunque la copia sepa más de la otra que la auténtica. Pero hay otras mujeres –madres e hijas– que suman a esta cadena de dobles y espejos entre dos mujeres, dos familias y un largo cruce de relaciones. En un estilo melodramático y recargado que hace pensar en una suerte de VERTIGO, de Hitchcock, reinventado por alguien que vio también mucho cine de Pedro Almodóvar, Vermut pone en juego esos temas en la mesa de una manera extraordinaria, ya que si bien nos queda en claro todo el tiempo de qué quiere hablar casi nunca se aleja de la verdad emocional de los personajes. Dos mujeres, dos artistas, una larga cadena de influencias, copias, dobles y espejos deformantes.
Nimri, seca y de gesto adusto, está a la perfección como esa estrella pop en crisis que guarda secretos que ella misma parece no recordar. Su fiel asistente es otro clásico personaje de la fauna del melodrama, acaso al final no aprovechado del todo cuando la trama se vuelva más un «mano a mano» pero siempre inquietante y casi fantasmagórico. Pero la verdadera revelación, y el centro que funciona como el acceso de el espectador a ese mundo es Llorach, que como en una película de Todd Haynes (otro cineasta que puede sentirse afiliado a este equipo de melodramistas que se citan, imitan y matan) pasa la barrera del fan y experimenta la vida al lado de la diva que tanto ama y que hoy se ha vuelto una sombra de lo que fue.
Es en ese sentido que la película es, utilizando la música como eje, una reflexión sobre el cine, sobre los padres/madres que copiamos y que debemos «matar» para seguir avanzando y cómo esa misma relación puede darse vuelta y volverse en contra nuestro. QUIEN TE CANTARA explora esa zona de la relación entre maestros y alumnos, creadores e imitadores, a partir de la historia de ambas mujeres. La de Lila, que se irá descubriendo con el correr del relato. Y la de Violeta que está más clara en su tensa relación con su hija, acaso la única parte de la película en la que la presencia del guion (es un personaje más «funcional» que creíble) se hace más evidente, casi obvia.
Formalmente más clásica y no tan rebuscada como MAGICAL GIRL en su enloquecedora trama, la película de Vermut responde a los cánones de los melodramas clásicos de los ’50 con ese toque a lo Almodóvar que hace pensar que hasta esa misma relación (maestro-alumno, diva-fan) es esceníficada en esa relación de comprensión, ayuda, pero también de amor-odio entre la diva que fue y que intenta volver a ser, y la única que puede ayudarla a lograrlo. En medio de esto, canciones (como la que da el título al filme o la también clásica «Procuro olvidarte»), números musicales y coreografías un tanto ridículas, sorprendentes revelaciones y vueltas de tuerca, en una historia que mete al espectador «en zona», invitándolo a su tempo denso, oscuro y ominoso, casi un gótico contemporáneo en un contexto pop.
Tengo la impresión que Vermut es hoy el cineasta español con más potencia y personalidad entre los que trabajan dentro de un sistema de producción industrial (no cuento aquí a los más independientes). Su cine, como los personajes de su película, recicla autores y reinventa géneros, imita y será imitado, homenajea y será homenajeado. Altera la línea y el trazo, pero es parte de la historia.