Estrenos online: crítica de «Misión de rescate», de Sam Hargrave (Netflix)
Esta thriller ultraviolento acerca de un mercenario que debe rescatar a un adolescente secuestrado por un mafioso en Bangladesh puede tener una trama muy simple y básica, pero sus escenas de acción son realmente impactantes. Con Chris Hemsworth y un montón de futuros cadáveres.
Haciendo la cuenta precisa y detallada puedo asegurar que, según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, ha muerto más gente en Bangladesh por MISION DE RESCATE que a causa del COVID-19. Según datos oficiales han muerto en ese país un total de 145 personas por el temible virus mientras que, a manos de Tyler Rake y compañía, la cifra superaría claramente los 300, con varios cadáveres todavía sin reconocer a causa de las incontables granadas lanzadas, con sus imprevisibles y dolorosas consecuencias.
Según el Ministerio de Transporte de ese país, además, los autos, camiones, camionetas y helicópteros destruidos se cuentan por docenas pero en estos momentos de confinamiento obligatorio no se pueden limpiar las calles por lo que conviene evitar esas particulares callejuelas y puentes de Dhaka. Se le comunica a la población que, de encontrar dedos sueltos, cabezas, piernas o brazos sin dueño, llamen al número telefónico del Ministerio del Interior de Bangladesh. Más allá de todo esto, se informa que Chris Hemsworth está bien de salud y que todo lo que han visto en MISION DE RESCATE es puramente ficción.
Bromas al margen, en la carnicería humana que es la opera prima del habitual coordinador de dobles de los hermanos Russo (sí, los de AVENGERS, CAPITAN AMERICA y otras), Thor vuelve de su planeta convertido en un ser humano más o menos normal –bueh, con una fascinante capacidad para sobrevivir a cualquier ataque, pero no extraterrestre– que tiene una difícil misión: rescatar a un adolescente secuestrado de las manos de un peligroso capo de la mafia de Bangladesh. Tyler Rake es un mercenario y el chico que debe rescatar, Ovi Mahajan (Rudhraksh Jaiswal), es hijo de un mafioso de la India que está encarcelado. En resumen: Tyler tiene que meterse en un asunto que puede provocar otro conflicto entre ambos países vecinos. No diplomático ni tradicionalmente bélico, pero sí con una enorme cantidad de víctimas.
MISION DE RESCATE es la clase de película que puede verse sin subtítulos o directamente doblada al castellano. Yo sé que muchos puristas se enojarán con este comentario, pero tengo la sensación que lo mejor que se puede hacer aquí es observar su puesta en escena, su edición, el uso de los efectos especiales, la imparable y frenética coreografía de movimientos que ocupa casi todas sus dos horas de duración. Es que su trama es muy simple (Tyler rescata al niño, tiene que sacarlo de Dhaka y, más allá de alguna inesperada traición, no hay mucho más que entender) y conviene más prestar atención a todo eso que perder el tiempo leyendo subtítulos.
Creo que MISION DE RESCATE funcionará muy bien con los fans de esta extrapolación que el cine de Hollywood está haciendo más y más seguido de un tipo de película de acción ultraviolenta y particularmente ruidosa (los huesos quebrados son un éxito) surgida en países como Indonesia y Tailandia más de una década atrás. Sagas como THE RAID, JOHN WICK y películas como ATOMIC BLONDE han adaptado a Occidente este formato que se caracteriza por su violencia directa, callejera, con la cámara muy cerca de los cuerpos y con muchas escenas filmadas, supuestamente, en planos secuencia. Y este es un ejemplar más de esa línea formal del cine de acción más violento.
Tyler rescata al niño en cuestión muy tempranamente y, pasada la media hora del film hay una escena de persecución, acción y violencia que está filmada en un plano secuencia que se extiende por 12 minutos y que es realmente impactante. Es más que evidente que es un falso único plano (está cortado y pegado digitalmente decenas de veces), pero el efecto funciona igualmente, generando un trepidante clima de violencia que va de una persecución automovilística a una serie de combates en un edificio para luego continuar en las calles.
El problema de MISION DE RESCATE es que su mejor escena es esa –casi su climax– y transcurre antes de la mitad de la película. Y de ahí en adelante empieza a decaer el interés ya que, más allá de la aparición posterior de David (STRANGER THINGS) Harbour como un supuesto aliado del protagonista, hay pocas sorpresas en su segunda mitad. Sí, es obvio que habrá otra demolición humana y urbana para cerrar la película, pero aún siendo espectacular e impactante es bastante más convencional desde lo formal.
Hargrave se suma a Chad Stahelski, David Leitch y Gareth Evans en esta escuela de stunt coordinators convertidos en directores, giro laboral que deja en claro que lo que más importa en estos casos es la factura de las escenas de acción. Por más que el guión sea del propio Russo –y se base en una novela gráfica co-escrita por él–, no hay ninguna demostración de ingenio por ese lado. Es acción pura y dura, con momentos realmente potentes y viscerales. Ni más ni menos que eso. Los fans del género (y los interesados en la ingeniería y construcción cinematográfica de películas con escenas de este tipo) la disfrutarán más que aquellos que Hitchcock llamaba «verosimilistas». Es cine como coreografía armada.
Muchísimas felicidades al crítico por llegar casi indemne hasta el final del rollo de esta bazofia. Pudo haberse sumado al túmulo de cádavares bengalíes que de manera tan canchera describió al inicio de su informe. Por suerte, siempre nos quedará el COVID-19.