Series: crítica de «La escena del crimen: desaparición en el Hotel Cecil», de Joe Berlinger (Netflix)

Series: crítica de «La escena del crimen: desaparición en el Hotel Cecil», de Joe Berlinger (Netflix)

Esta serie de cuatro episodios parte de la extraña desaparición de Elisa Lam, una veinteañera canadiense de vacaciones en Los Angeles, para meterse en el mundo de las teorías conspirativas y la historia del misterioso hotel en el que todo sucedió.

Eso es lo que quieren que pienses» es una de las habituales defensas de aquellos que siguen todo tipo de teorías conspirativas. Cualquier respuesta lógica, sensata o con evidencia científica que uno quiera aportar a una discusión que incluye este tipo de conjeturas, probablemente sea recibida con esa respuesta. «That’s what they want you to think» es un valetodo que intenta anular lo que algunos consideran «respuestas oficiales». Esto es: lo que diga la justicia, la policía, las autoridades sanitarias, políticas o lo que sea. Y si bien es cierto que ese tipo de respuestas no siempre son correctas, sensatas o justas, la idea de que uno siempre «sabe más» o «conoce secretos que nadie se anima a contar» se ha convertido en un fenómeno peligroso de la vida online. De hecho, sus consecuencias evidentes se sienten en algunas respuestas a la pandemia o en el reciente ataque al Capitolio estadounidense.

El «true crime» es un género que funciona muy bien entre las comunidades online que respiran teorías conspirativas. En algunos casos lo hacen por curiosidad, buscando entretenimiento o hasta tratando sanamente de colaborar con alguna investigación. Pero en muchos otros se trata de una serie de personas con ideas bastante absurdas que no solo complican cualquier investigación sino que involucran (o acusan) a personas que no tienen nada que ver y a quienes pueden arruinar la vida. Y lo hacen, convengamos, por dinero (millones de visitas a YouTube pueden ser muy redituables) o por necesidad de atención. En ese sentido, no son tan distintos a algunos medios de comunicación que explotan, estiran y deforman los casos policiales para seguir vendiendo ejemplares o generando clics.

El problema de series como LA ESCENA DEL CRIMEN: DESAPARICION EN EL HOTEL CECIL es que intentan jugar a dos puntas con este tema: se apoyan en los «detectives online» para sostener su trama y su narración pero a la vez no le queda otra que asumir que estos tipos no han hecho más que complicar la investigación. El otro problema de los creadores de documentales de este género es que tampoco se animan a tirarse en contra de ellos porque, vamos, finalmente son los principales consumidores de estos productos. Y si uno se pone a hilar fino también podría considerar a los que financian y producen estas series como parte de la exacerbación de esa mitología del «sabueso virtual», del detective privado de Reddit, YouTube y… Netflix. A nadie le conviene romper lazos ya que, en el fondo, todos ganan.

Esta larga introducción –sepan disculpar– es para entrar en el caso de Elisa Lam y su misteriosa muerte en el Cecil Hotel. Hay varias historias y subtramas para ver aquí y quizás la menos interesante, después de cierto punto, sea la del misterio en sí. Sin spoilear nada para los que, como me pasó a mí, no conocen la historia, digamos que la fascinación por el caso debería limitarse a una serie de hechos que son bastante evidentes de entrada. Es cierto que el video del ascensor del hotel del centro de Los Angeles es lo suficientemente creepy como para que todo fan del tema quiera saber más detalles y quizás no se conforme con las explicaciones oficiales. Pero también es muy sencillo darse cuenta que han entrado en un pozo ciego (o un agujero negro) en el que, fundamentalmente, se puede decir cualquier cosa y da lo mismo.

Elisa Lam era una chica de ascendencia asiática de Vancouver, Canadá, que se fue de vacaciones a California y un día, mientras paraba en ese hotel de Los Angeles, desapareció en circunstancias misteriosas. La investigación en sí, más allá de algún error o traspié inicial, es bastante sencilla y se resolvió en poco tiempo, considerando algunas dificultades. Pero los detectives online decidieron que no era suficiente, que ahí se ocultaba algo y pasaron meses, años (en algunos casos siguen hasta hoy) sosteniendo una micro-industria y explotando un misterio que, como tal, no debería haber durado más que un par de semanas.

Es cierto que hay algunas coincidencias llamativas (la única, en realidad, que me pareció simpática tiene que ver con la similitud entre lo que pasó y una película de terror que no mencionaré para no adelantar nada), pero los posteos en Tumblr de la chica daban todas las pistas de lo que podía haber sucedido. Lo que pasa es que ese tipo de respuestas –simples, claras y evidentes, fundamentalmente humanas– no generan muchos clics. Berlinger (codirector de BROTHER’S KEEPER y PARADISE LOST y realizador de la más reciente serie CONVERSACIONES CON ASESINOS: LAS CINTAS DE TED BUNDY, entre otras) sostendrá sus cuatro episodios con muchas de esas teorías y si bien luego hará lo posible por mostrar su absurdo carácter conspirativo, como bien dice uno de los más afectados por los «detectives online», al final nunca nadie pide disculpas por nada.

LA ESCENA DEL CRIMEN –que funciona gran parte del tiempo con una poco creativa combinación de entrevistas y reconstrucciones– me gustó mucho más como una historia del downtown de Los Angeles, un sector de la ciudad que siempre fue complicado y peligroso, y que las autoridades han querido «levantar» por décadas. La zona conocida como Skid Row, en la que viven miles de homeless y que ha sido un centro de todo tipo de actividades ilegales a lo largo de décadas, cuenta en sí misma una historia fascinante, la de un sector de la ciudad que jamás se recuperó después de la Depresión de los años ’30 y al que su época de gloria le quedó muy lejos.

Como reflejo y espejo del centro de Los Angeles está el Hotel Cecil, que tuvo su esplendor en los años ’20 y luego existió en una irremontable caída libre hasta cerrar hace unos años. Como el lugar en el que estuvo ubicado (ver aquí), el Cecil tiene historias que podrían llenar miles de páginas de novelas negras clásicas –y seguramente la han llenado, ya que varias figuras icónicas del crimen estadounidense pasaron por ahí– y la de Elisa es una de ellas. Pero hay muchísimas y varias de ellas —mi favorita es la del austríaco Jack Unterweger— podrían merecer su propia serie. Es un lugar temible, fascinante y oscuro que seguramente hizo mucho para «ayudar» a darle trascendencia a la triste historia de nuestra protagonista.

Es la historia de la gloria y caída de una ciudad –y la de un hotel que funcionaba como su emblema– la que le da un carácter mítico también a la serie, lo que le suma un elemento propio de un misterio de Raymond Chandler o Dashiell Hammett. En esas novelas negras –o en algunas de sus clásicas adaptaciones cinematográficas–, lo más interesante no eran las tramas en sí, en muchos de esos casos casi indescifrables, sino la pintura del lugar, de la época y de los personajes que se podían leer en ellas. Algo parecido pasa en LA ESCENA DEL CRIMEN. Más que el caso en cuestión, acaso lo más interesante de esta serie sea la pintura que hace de una época, de unos personajes y de un «no lugar» (o un lugar virtual) que poco y nada tienen que ver con aquel. Es, más bien, la historia de un montón de gente que, en sus casas y frente a sus computadoras, sueñan con ser parte de una de esas novelas negras. Y si las tramas que imaginan no existen en la realidad, imponérselas.