Berlinale 2023: crítica de «Adentro mío estoy bailando (The Klezmer Project)», de Leandro Koch y Paloma Schachmann (Encounters)

Berlinale 2023: crítica de «Adentro mío estoy bailando (The Klezmer Project)», de Leandro Koch y Paloma Schachmann (Encounters)

por - cine, Críticas, Festivales
23 Feb, 2023 07:10 | comentarios

Mezcla de documental y ficción, este film argentino se centra en el viaje de los directores al Este de Europa a buscar intérpretes actuales de la música klezmer y conocer más acerca de su historia.

Una lengua es un dialecto con un ejército detrás». Algo así dice la frase que abre esta curiosa película, mezcla de documental, autoficción y ficción. La expresión puede sonar lejana a lo que uno supone que verá, pero de a poco ADENTRO MIO ESTOY BAILANDO (THE KLEZMER PROJECT) irá yendo hacia ese terreno, llevando su propuesta inicial (una investigación sobre la historia y el presente de la música klezmer) hacia escenarios un poco más amplios en lo temático. Un dialecto, una música, una cultura que se pierde es una que no ha tenido un territorio que la cobije, un ejército que la defienda o que fue obligada a una diáspora tan enorme que se hizo muy difícil sostenerla.

La película de Koch y Schachmann son varias en una, una suerte de puesta en abismo que empieza por un lado y termina en otro, que apuesta por un formato y se va yendo a otro, que combina tres o cuatro hilos narrativos paralelos y cruzados en prácticamente todas sus escenas. La parte «documental» (va esto entre comillas porque parece tener muchos elementos de autoficción) arranca con Leandro, uno de los directores, filmando bandas y solistas de música klezmer para un proyecto sobre el tema. En una boda judía conoce a Paloma, la codirectora, que toca el clarinete en una banda de este estilo. Los dos conectan rápidamente y ella le comenta que viajará al Este de Europa a visitar a un famoso músico estadounidense que estudia la historia del klezmer. Más interesado en seguir a la chica que en cuestiones estrictamente musicales, Koch decide viajar después y buscarla.

La película seguirá más que nada su recorrido. Koch empieza filmando giras y show (entre los que se escucha a la dupla argentina Lerner & Moguillevsky) y luego se va yendo hacia el Este. Primero a Viena, donde con la ayuda del realizador austríaco radicado en Argentina Lukas Rinner, consigue financiación para un documental más periodístico e informativo sobre la música klezmer para la TV de ese país. Y con él marcha a Ucrania, Rumania y Moldavia tratando de encontrar intérpretes de una música que fue desapareciendo del mapa (a causa del exterminio del pueblo judío durante la Segunda Guerra o por la posterior migración a Israel) y que hoy casi nadie practica.

El recorrido trata de combinar varios ejes a la vez, demasiados quizás. Está el análisis musical, que trata de entender qué sobrevive de esa música en otros géneros folclóricos de la zona. Está el citado comentario histórico, que liga también lo que pasó con la música klezmer con la creciente desaparición del idioma idishe, que fue siendo dejado de lado por nuevas generaciones judías más conectadas con el hebreo e Israel. Está el ¿falso? documental sobre la película que no consiguen hacer y el dinero que se les acaba. Está la complicada historia de amor entre los codirectores, manejada con cartas y mensajes. Está el retrato amoroso de los pueblerinos de todos los lugares por los que ellos pasan con sus consiguientes números musicales. Y, englobándolo todo, una intermitente voz en off en idishe que lee historias del pasado judío en los pueblos de esa zona de lo que antes se conocía como Besarabia.

Candido, humanista, inteligente y visualmente bello –especialmente en su parte ucraniana, rumana y moldava–, ADENTRO MIO ESTOY BAILANDO propone una búsqueda hacia la cuna de la dispersa identidad judía de parte de los realizadores, que usan como excusa la música en cuestión. Eso se nota en los textos familiares que son leídos y en esa búsqueda un tanto frustrante de tratar de encontrar las raíces precisas de una historia que se extiende por varias generaciones. Puede no encontrarse la referencia exacta, el lugar, el idioma o la persona buscada, pero el aire está habitado por esos fantasmas del pasado.

La variedad de formatos y giros casi a modo de collage que proponen los realizadores por momentos conspira contra su potencia. Los textos leídos en idishe –quizás el único problema real de la película– son difíciles de seguir ya que compiten por nuestra atención con imágenes y situaciones que no tienen que ver con lo que se dice, salvo metafóricamente. Y por momentos la propia película parece saltar de un lado a otro, dejar de lado cosas y no retomarlas, como alguien que va descubriendo qué película quiere hacer mientras la edita, una road movie que lo siguió siendo una vez terminado el viaje.

Lo más curioso de todo es que, aún con esas imperfecciones (o quizás gracias a ellas), ADENTRO MIO… termina siendo muy representativa de ese espíritu curioso pero un poco perdido con el que los descendientes de inmigrantes judíos a la Argentina tratamos de entender o capturar las experiencias de nuestros padres y abuelos. Hemos escuchado las historias, el lenguaje y las canciones –mi madre solía cantar una que se escucha en la película–, hemos imaginado los escenarios por donde pasaron nuestros antepasados y lo que tuvieron que vivir, pero no tenemos muy en claro cómo ni dónde encontrar esos lugares, esas músicas, esas historias. No hay una casa familiar, un terruño al que regresar como les sucede a muchos hijos o nietos de inmigrantes españoles o italianos: todo aquello fue violentado, destruido, aniquilado. Lo que queda es un aire de familia que, como pasa con los dialectos perdidos, está en todas partes y a la vez en ningún lado.