Sundance/Berlinale 2023: crítica de «Mutt», de Vuk Lungulov-Klotz
Este retrato de un complicado día en la vida de un joven trans de Nueva York le dio el premio al mejor actor en Sundance a su protagonista, Lio Mehiel. Se verá también en la sección Generation 14plus de la Berlinale.
Feña es un chico trans que vive en Nueva York, a quien conocemos una noche en esa ciudad mientras atiende el llamado telefónico de su padre, chileno, con el que habla en spanglish. Pablo, su padre, llegará al día siguiente desde Santiago a visitarlo y, queda claro en la breve conversación, no se lleva muy bien con su transición, lo llama Fernanda y duda si lo reconocerá. Y MUTT narrará lo que sucederá a lo largo de las 24 horas siguientes, mientras Feña se va enredando en una serie de problemas y complicadas situaciones mientras trata de conseguir un auto con el que ir a pasarlo a buscar por el aeropuerto.
La búsqueda del auto en cuestión será apenas el disparador argumental para que conozcamos a Feña (Lio Mehiel), que esa noche se topa con un ex novio, John (Cole Doman), con el que va quedando claro que se separaron en torno a la transición de él. De hecho, una amiga de John al enterarse de quién es le hace un par de preguntas incómodas que evidencian esa dificultad. De cualquier modo, con el correr de la noche Feña y John acaban durmiendo juntos, y John se va a la mañana siguiente casi sin despedirse.
Las complicaciones se empiezan a apilar en el día de Feña. Su medio hermana Zoe (MiMi Ryder), de 13 años, se ha escapado del colegio y piensa pasar el día con él, a quien nunca ve. A diferencia de otros, Zoe toma su transición con total naturalidad («tengo amigos trans«, le dirá, sin darle mayor importancia). A la hermana, en realidad, le preocupan otras cosas, como la llegada de su primer período, que la toma de sorpresa. Una serie de accidentes y malos entendidos irán complicando las cosas: un dinero que no se puede cobrar (el cheque está a nombre de «Fernanda»), una puerta que se cierra en el peor momento, un amigo al que no se puede ubicar, una caída en la vía pública. Todo conspira para que Feña no pueda encontrarse con su padre «en tiempo y forma». Y lo que más le preocupa a él es demostrarle que está bien y que vive de una manera organizada y responsable.
Dirigida por Vuk Lungulov-Klotz, de ascendencia serbio-chilena, MUTT es un retrato íntimo de una persona que está empezando a vivir esa transición de un modo público, con inconvenientes que tienen que ver con eso pero no siempre ni necesariamente. Es claro que Feña lidia con algo que lo abruma y que muchas veces lo lleva a actuar de una manera confrontativa o defensiva. Y para dos de sus tres relaciones más cercanas (la madre casi no cuenta), su nueva identidad parece ser todavía un problema no del todo resuelto. La película deja entrever otra potencial situación de conflicto de identidad, ligada a su parte latina, pero no está del todo desarrollada.
El filme tiene ese realismo callejero tan propio e identificable de las películas que transcurren en Nueva York. Y durante gran parte de su metraje se lo siente honesto, verdadero, menos interesado en hacer grandes comentarios acerca del tema de la identidad de género y más cerca de retratar a una persona concreta, que atraviesa esa transición, en sus experiencias cotidianas. Quizás algún exceso de peripecias, situaciones caóticas y rápida acumulación de problemas (en un misma secuencia todo le sale mal al mismo tiempo) saquen a la película momentáneamente de ese muy creíble realismo para llevarla a un territorio más genérico, casi propio de un thriller urbano tipo DESPUES DE HORA, pero rápidamente MUTT vuelve a su eje, sustentado más que nada por la actuación de Mehiel, premiado en Sundance por este rol.
Y la película recupera también su centro, además, a partir del encuentro de Feña con Pablo, su padre, encarnado por el reconocido actor chileno Alejandro Goic. Desde ese momento aparece en el relato una zona quizás inesperada, más cálida y amable de lo previsible, aún dentro de las esperables tensiones históricas y familiares. Es evidente que para Feña que se trata de un proceso largo, complicado y lleno de dificultades, pero a la vez uno se queda con la sensación, como la propia palabra transición lo dice, de que es una etapa de la que solo puede salir más entero.