BAFICI 2023: crítica de «Terminal Young», de Lucía Seles (Competencia Argentina)

BAFICI 2023: crítica de «Terminal Young», de Lucía Seles (Competencia Argentina)

Esta nueva película de la prolífica realizadora continúa con las idas y vueltas personales y románticas de un grupo de amigos que trabaja en un club de tenis.

Con las tres películas que presentó el año pasado en BAFICI, tan solo una parte de un extenso cuerpo de obra que incluye más de una decena de lo que ella llama «videos centrales» y muchos más cortos y trabajos experimentales, Lucía Seles pasó a ser una de las figuras más llamativas y sorprendentes en aparecer en mucho tiempo en el cine argentino. A tal punto llegó su rápida fama que su película SMOG EN TU CORAZON se exhibió en febrero de este año en la Semana de la Crítica de la Berlinale, festival al que fue y en el que debatió con los asistentes, seguramente sorprendidos por una obra que poco y nada tiene que ver con lo que están acostumbrados a ver en el cine latinoamericano en general y en el argentino en particular.

TERMINAL YOUNG (idiosincrática traducción de «El joven de la terminal» en ese inglés bizarro que acostumbra usar la realizadora) sigue a los personajes que se dieron a conocer en SMOG EN TU CORAZON, ese cariñoso, amable pero a la vez tenso grupo humano que circula alrededor de un club de tenis. Si bien aquí muchas historias y relaciones han cambiado, la lógica es bastante similar. Por lo pronto describir lo que pasa aquí es un tema bastante secundario, pero intentaremos hacerlo de todos modos.

Podemos decir que vuelve a aparecer Ignacio Sánchez Mestre como ese amable, bonachón e inocente joven recién llegado de San Juan que, en esta oportunidad, festejará su cumpleaños en un salón en el que se hace patinaje sobre hielo. Y que el chico está, digamos, entusiasmado con la idea que recibir a la siempre abrumada Luján (Gabriela Ditisheim), con la que se dedica a pasear por la ciudad de Buenos Aires en auto para ver puentes y túneles. También está su madre, interpretada por Susana Pampín, que tiene un podcast en el que habla de amores y desamores. Además está el siempre nervioso y calculador «contador» (Pablo Ragoni), que acaba de pelearse con todos y se fue del club. Y también «la tenista» (Laura Nevole), que quiere alquilar un departamento que ya ha adornado con fotos de sus tenistas favoritas. A ella la ayuda el dueño del club (Martín Aletta), quien anda siempre acompañado de un cantante lírico (el «terminal young» del título porque allí lo conoció), entre otros de los personajes que pululan por el universo de Seles.

TERMINAL YOUNG pone el eje en las idas y vueltas «románticas» entre Luján y el sanjuanino, pero no abandona a los demás personajes, muchos de los cuáles tienen complicadas y tensas relaciones entre sí, algo que se nota aún más en las que involucran a «el contador» y a «la tenista», dos personas intensas y de pocas pulgas que tienden a incomodar o hacen enojar a los demás. Los distintos ejes del relato se unirán en el festejo en cuestión, donde las distintas tensiones y situaciones románticas se pondrán en primer plano.

Como en otras películas de Seles no es la trama lo que importa. Son films como estado de la mente, como observación de personajes que están siempre en el límite pero jamás caen en el patetismo. Idealistas y románticos, angustiados o sufridos, las criaturas de Seles tratan de atravesar los conflictos de la mejor manera que saben y pueden. Pero saben poco y pueden menos por lo que es fácil que las cosas se les compliquen más de lo pensado.

La película tiene secuencias antológicas, empezando por una en la que la tenista le muestra su departamento al joven de la terminal y le explica, una por una y apasionadamente, quiénes son las tenistas cuyas fotos decoran el departamento al que piensa mudarse. Hay varias más, en la pista de patinaje, igualmente intensas (suelen involucrar a la tenista o al contador), pero quizás las más bellas y románticas sean las que juegan Sánchez Mestre y Ditisheim en sus paseos por auto en la ciudad, escuchando podcasts y hablando de puentes y de otras cosas + también.

Como en las otras películas de Seles, las escenas están complementadas por los textos que la realizadora escribe al costado de la pantalla y que funcionan como coro y comentario de lo que vemos y escuchamos, haciéndonos prestar atención a ciertos detalles visuales que normalmente no observaríamos (a la directora le interesan paisajes urbanos que muchos considerarían anodinos) o bien analizando los diálogos y las incómodas situaciones (todo es un poco incómodo en los films de Seles) que atraviesan los dos en ese proceso de raro enamoramiento.

Un poco más «prolija» que las películas del BAFICI pasado en términos de su curiosa forma de montaje, TERMINAL YOUNG igualmente trabaja desde una comprensión del espacio y el tiempo cinematográficos que podrían ser definidos como holísticos, un todo en el que las cosas no se dividen ni separan como suelen hacerlo en los relatos tradicionales. Acá las cosas suceden varias veces al mismo tiempo (los actores de Seles tienen una encantadora manera de repetir varias veces lo mismo) y las personas parecen estar en más de un lugar a la vez, si uno se pone reduccionista al respecto. Pero el universo romántico y poético de la realizadora le escapa a ese tipo de predicamentos. Como ella misma lo dice en su extravagante spanglish, a lo que accedemos es a fragments (pueden ser 06, 16 o 26, no importa), a pequeños retazos de nerviosa poesía urbana, a la ansiedad convertida en un podcast sobre todas las cosas que nos angustian de este mundo.