Series: crítica de «El amor después del amor», de Juan Pablo Kolodziej (Netflix)

Series: crítica de «El amor después del amor», de Juan Pablo Kolodziej (Netflix)

Esta serie de ocho episodios recorre la vida y la carrera de Fito Páez desde su infancia hasta su consagración, en 1992, con «El amor después del amor». Disponible en Netflix el miércoles 26.

En Broadway existe una tradición llamada «jukebox musical» (o «músical de rockola») que tuvo una explosión comercial enorme tras el éxito, en 1999, de MAMMA MIA!, un espectáculo sostenido en base a las canciones clásicas de ABBA. Ese tipo de musical consiste en adaptar la música de una banda, un solista o un disco a un show de unas tres horas en las cuales las canciones se suelen utilizar para contar alguna historia (generalmente, pero no siempre, la de esa banda), dramatizando algunos otros segmentos. No se trata de un género con demasiada reputación crítica, pero algunos de ellos han alcanzado un importante éxito, como JERSEY BOYS, ROCK OF AGES o BEAUTIFUL, entre otros.

Muchos de estos musicales, además, pasaron al cine con mayor o menor suerte. Y pronto la industria cinematográfica aprendió la lección y la copió, con éxitos originales como BOHEMIAN RHAPSODY o ROCKETMAN, sobre Queen y Elton John, respectivamente. Es una industria sin límites, si se quiere, en tanto existan bandas y solistas cuyas carreras y vidas personales tengan suficientes elementos dramáticos como para sostener unas cuantas horas de entretenimiento. No siempre es el caso, claro. Ahora bien, la pregunta que surge a continuación es la siguiente: ¿Amerita la vida y la carrera de Fito Páez una serie de ocho episodios?

Cada uno tendrá una respuesta a esa pregunta. Lo que sí es indudable es que tiene canciones como para sostenerla. En la década de carrera del músico rosarino que cubre EL AMOR DESPUES DEL AMOR, Páez compuso –para él y para otros, más que nada para Juan Carlos Baglietto– una cantidad de canciones bastante inoxidables para los que recordamos los años ’80. La «rocola» (o «rockola») está, lo que hace falta es encontrar material dramático lo suficientemente contundente para sostener lo que la rodea. Y la vida de Fito durante esos años tuvo algunos aspectos dramáticos particulares que la distinguen, quizás no para una serie, pero sí al menos para una película.

Hay tragedias familiares, dramas personales, ascensos, caídas y recuperaciones; un conjunto de celebridades con las que se rodeó; éxitos, fracasos y, sobre todo, amores y desamores. EL AMOR DESPUES DEL AMOR tiene todo eso bastante bien dosificado, dando cuenta de un esforzado trabajo de guión y edición. Y si bien se puede decir que no es un material terriblemente contundente, lo que se logra aquí es narrar de una manera prolija y relativamente consistente la historia de Fito desde su adolescencia hasta la salida de su álbum más exitoso al que se le agregan una serie de flashbacks a distintas etapas de su infancia.

El primer logro de la serie, algo que no es nada sencillo, pasa por su credibilidad, por su capacidad de mimesis. Más allá de las discusiones que surgirán al verla –cada uno que pasó por la época la recuerda distinto, si es que la recuerda–, al estar la serie basada en las experiencias de Fito según las cuenta en sus memorias tituladas «Infancia y juventud«, se trata de su versión de los hechos. Por lo pronto el clima de época parece bien logrado, lo mismo que el proceso de creación musical en estudios y los shows en vivo. Hay un acercamiento a la cocina de esos discos, de esos shows y de esas vidas que resulta, al menos en términos televisivos, aceptable, con un apreciable interés por los detalles musicales.

Y, lo que es aún más difícil, la gran mayoría de los actores que interpretan a personajes muy conocidos salen más que airosos de ese tremendo desafío, empezando por Iván Hochman, que encarna a Páez en su adolescencia y sus veintitantos, y los otros «figurones» importantes de esa etapa de su carrera, como Charly García (Andy Chango), Luis Alberto Spinetta (Julian Kartun), Juan Carlos Baglietto (su hijo Joaquín Baglietto, idéntico) y muy especialmente Micaela Riera, que parece encarnarse en Fabiana Cantilo de una manera irreal. Buena parte de la credibilidad de la serie podía haberse caído ahí, pero eso no sucede. Y es un punto de partida ideal que permite entusiasmarse con la propuesta.

El problema es que luego hay que sostener ocho episodios de memoir que no siempre producen el drama de impacto que claramente sus productores esperan. Es una historia de ascenso, caída y recuperación en el ámbito musical, personal, económico y sentimental, empezando por su entrada a la banda de Baglietto, su convocatoria por el Charly de la época de «Clics Modernos» y su rápida llegada al estrellato como solista gracias a sus primeros discos, «Del ’63» y, especialmente, «Giros». Esa etapa está atravesada por las iniciales tensiones con su padre Rodolfo (Campi), su intensa y complicada historia de amor con «Fabi» y los recuerdos que van dando a conocer detalles de su infancia, su relación con la música y la temprana muerte de su madre.

La «caída» vendrá luego e incorporará dramas conocidos que no adelantaré por si quedan personas que no conozcan esos hechos que fueron clave en la vida de Fito Páez y que marcaron a fuego los siguientes años, convirtiendo a esa joven promesa del rock nacional en una sombra de lo que supo ser. Si bien la serie es bastante liviana respecto a determinados incidentes y consumos –no olvidemos que es una serie creada y supervisada por él y su management–, esa es la etapa en la que claramente se asume que el músico pasaba por momento del que parecía no poder recuperarse. Hasta que, bueno, pasaron cosas…

EL AMOR DESPUES DEL AMOR atrapa de entrada por su credibilidad, por la manera bastante desafectada y natural con la que muestra el mundo que Páez habita. Ayuda, claro, que su voz en las canciones sea la del propio músico, lo cual marca una clara diferencia con los demás, a quienes por más esfuerzos que pongan les resulta imposible imitar voces tan distintivas como, por ejemplo, las de García y Spinetta (los genes ayudan a que el hijo de Baglietto haga muy bien lo suyo, si es que es él y no su padre el que canta). Y si bien los flashbacks a la infancia, salvo alguna que otra excepción, no aportan demasiado, durante sus primeros tres episodios, quizás cuatro, la serie parece muy bien encaminada.

El problema es que una vez que uno se acostumbra a esa credibilidad que temía complicada –convengamos que uno empieza a ver este tipo de serie con cierto temor de sentir algo de vergüenza ajena y eso acá no sucede–, no hay mucho más para contar que se escape de los carriles previsibles. De allí en adelante la serie avanza con cierta monotonía y, en cierto momento, empieza a tornarse un tanto reiterativa. Quizás quienes no sepan nada de «eso que pasa» en la vida de Páez allá por 1986 puedan sorprenderse más, pero los demás sentiremos que la serie entrará en una meseta narrativa de la que –salvo por la aparición de ese «amor después del amor» que es, spoiler alert, Cecilia Roth– ya casi no saldrá hasta el final.

En algún sentido, tomando en cuenta la cantidad de canciones que la serie presenta en distintas versiones y en cómo muchas de ellas reflejan estados concretos de la vida de Páez, bien se podría pensar en hacer un musical hecho y derecho, teatral o cinematográfico. Pero es cierto también que el mercado no se lleva del todo bien con ese género y se hace difícil financiar un proyecto caro, como parece haber sido este, con ese formato. Sin esa posibilidad –o la de una película, que también podría haber sido más efectiva y contundente–, EL AMOR DESPUES DEL AMOR termina sintiéndose un poco un «grandes éxitos y algunos fracasos» en la vida del artista.

Se trata de un producto prolijo, bien hecho e irreprochable en la mayoría de sus frentes, pero que raramente emociona o conmueve. Y cuando lo hace es más por la potencia o la nostalgia que despiertan ciertas canciones o momentos que por otra cosa. Pese a cualquier reparo que se le pueda hacer, es muy probable que estemos ante una serie exitosa. Los shows en arenas y estadios de Páez en toda Iberoamérica dejan en claro que el músico sigue teniendo –o ha vuelto a tener, marketing y nostalgia mediante– un público muy fiel. Y que la serie sin duda tocará algunas terminaciones nerviosas dormidas de todos los que crecimos en los años ’80. Como producto de «coronación» de un año de festejos para el rosarino, EL AMOR DESPUES DEL AMOR es un cierre redondo. Como serie quizás no lo sea, o no del todo, pero eso probablemente es lo menos importante.