Ciclos: crítica de «El cielo y el infierno», de Akira Kurosawa (Sala Lugones)

Ciclos: crítica de «El cielo y el infierno», de Akira Kurosawa (Sala Lugones)

por - Ciclos, cine, Críticas
28 Sep, 2023 10:07 | Sin comentarios

Esta clásica película del realizador japonés, de 1963, es parte del ciclo «Kurosawa: Lado A» que se desarrollará en la Sala Lugones del Teatro San Martín entre el 29 de septiembre y el 8 de octubre.

De todas las películas que integran el ciclo de Akira Kurosawa titulado «Lado A» y que tiene lugar en la Sala Lugones entre el 29 de septiembre y el 8 de octubre (ver información y venta de entradas, acá) acaso la menos conocida sea EL CIELO Y EL INFIERNO, conocida internacionalmente con su título en inglés, HIGH AND LOW. Estrenada en 1963, acaso sea hoy la película más moderna del realizador japonés, un thriller de investigación policial centrado en las consecuencias de un problemático secuestro.

Es, a la vez, un film dividido estéticamente en dos partes. La primera, que transcurre íntegramente en el amplio departamento de un empresario japonés, funciona como una muy elaborada puesta en escena de una situación de apariencia casi teatral. Pero en cierto momento el film abandonará la casa para transformarse en un thriller de persecución, de intriga y de investigación, pasando desde ese «High» (el título en inglés hace a la vez referencia a la altura del edificio; el japonés es más similar al castellano) a un muy distinto «Low«, que no es otra cosa que los bajos fondos a los que la investigación llega persiguiendo al sospechoso.

No es un secuestro convencional. De hecho, es uno que sale mal. Kingo Gondo (el gran Toshiro Mifune) es un ejecutivo de una compañía de zapatos que está en conflicto con algunos de sus socios respecto al tipo de empresa y de productos que cada uno de ellos quiere fabricar. Gondo, que propone hacer zapatos buenos y duraderos aunque eso les genere menos ganancia inmediata, planea además quedarse con la compañía. Pero todo cambia de golpe cuando recibe un llamado telefónico en el que le dicen que han secuestrado a su hijo. Lo extraño del caso es que su hijo llega a la casa como si nada.

No, no se trató de una estafa telefónica sino de un error: el o los secuestradores se llevaron por error al hijo del chofer de Gondo y exigen de todos modos el rescate. ¿Qué hará el empresario? ¿Se desentenderá del caso o usará el dinero con el que piensa comprar una parte de la compañía para salvar al hijo de su sufrido empleado? Toda esta cambiante intriga entre el empresario, su esposa y los que trabajan con él se desarrolla en un enorme living del piso alto del edificio en el que Gondo vive. Allí se suma la policía y los llamados telefónicos van dando pie a una negociación complicada. A la vez, por algunos detalles, da la impresión que el hombre que llama los puede ver a través de los enormes ventanales. Esto es: que está muy cerca.

Una vez establecido el complejo plan para entregar el rescate –que, básicamente, consiste en tirar una maleta con el dinero por la ventana de un tren en movimiento en un lugar específico–, EL CIELO Y EL INFIERNO sale de su elegante encierro y se enreda en las calles, en el mundo real. La escena de la entrega del rescate es antológica –imitada hasta el hartazgo por decenas de películas que transcurren en trenes–, pero las cosas no terminan allí. La persecución continuará y la policía irá metiéndose cada vez más en zonas de Yokohama desconocidas para aquellos que viven en sus pisos de lujo, un submundo de tráfico de drogas y de adictos, un bajomundo oscuro y complejo en el que, entre otras cosas, se acumula un enorme resentimiento con tipos como Gondo, con sus vidas acomodadas.

Esa segunda parte tendrá otro ritmo, otro tono, otra energía. Tendrá a la policía como principal protagonista, planeando y organizando cómo detener al secuestrador y recuperar, en lo posible, el dinero del rescate. Pese a los sesenta años que pasaron desde su estreno –y dejando de lado el tema de los teléfonos celulares, que cambiarían buena parte del proceso–, EL CIELO Y EL INFIERNO casi podría suceder hoy. Kurosawa va, literalmente, bajando por la ciudad física y geográficamente hasta zonas visualmente más oscuras y caóticas. Ese orden formal, casi medido al centímetro del inicio, va volviéndose cada vez más tenebroso, con la cámara inquieta del realizador creando antológicos planos secuencia.

Un film sobre los cambios sociales de un Japón que atravesaba un «milagro económico» –se iba modernizando y a la vez creando diferentes condiciones de vida para sus habitantes–, EL CIELO Y EL INFIERNO tensa esas relaciones pero a la vez identifica sus cruces. Gondo no siempre fue una persona de posición económica acomodada y hay algo de la ética laboral de sus inicios que aparece ante la crisis. A tal punto es así que se adivina hasta una comprensión por la situación del secuestrador, un tipo que ve desde su piso pequeñísimo las vidas de estos empresarios triunfadores y decide hacer algo al respecto. Tomar un atajo cometiendo un riesgoso delito.

Sus casi dos horas y media se ven como un thriller contemporáneo. Su primera mitad es casi una clase maestra de puesta en escena, de composición de cuadros (o lo que se conoce en inglés como blocking). Solo basta prestar atención a la ubicación de las personas en cada uno de sus móviles planos, en sus diálogos cruzados y en cómo las posiciones y la fotografía definen muchos más cosas que la simple lógica dramática o comprensión narrativa.

Más adelante la película tomará una organización narrativa más clásica y «occidental» que le ha generado críticas a Kurosawa a lo largo de su carrera, ya que es un director al que muchos consideraron como «no lo suficientemente japonés» en su estilo. Esa discusión, interesante en más de un sentido, será para otro momento. EL CIELO Y EL INFIERNO es una película que involucra al espectador en una investigación policial, moral, social y estética que será imposible de olvidar. Más que un film, es una clase de cine de 143 minutos.


EL CIELO Y EL INFIERNO se exhibirá el miércoles 4 de octubre a las 17.30 y el jueves 5 a las 14 y 20.30. En la Sala Lugones del Teatro San Martín. Programación completa del ciclo «Kurosawa: Lado A», por aquí.