Estrenos online: crítica de «A millones de kilómetros», de Alejandra Márquez Abella (Amazon Prime Video)

Estrenos online: crítica de «A millones de kilómetros», de Alejandra Márquez Abella (Amazon Prime Video)

La premiada directora mexicana de «El norte sobre el vacío» dirigió esta inspiracional historia acerca del primer astronauta de ascendencia mexicana en viajar al espacio. Con Michael Peña. En Amazon Prime Video.

Apenas unos días después de ganar el Premio Ariel a la mejor película mexicana por EL NORTE SOBRE EL VACIO (2022), la realizadora Alejandra Márquez Abella estrena una película bastante diferente: otro tono, otro contexto, otro público. Se trata de A MILLONES DE KILOMETROS, un drama inspiracional para toda la familia filmado en los Estados Unidos y centrado en el primer astronauta de ascendencia mexicana en viajar al espacio. Sin embargo, pese a las evidentes diferencias de tema y marco, las dos películas comparten algo esencial: un interés especial por la comunidad, por la relación entre las personas, por sus núcleos familiares y sus raíces.

Dicho de otro modo: si esperan ver aquí la preparación de un hombre para subirse a una nave espacial y salir a la aventura se toparán con una sorpresa. Esa parte ocupa un mínimo espacio en una historia que funciona como una biografía, la del tal José M. Hernández (de adulto interpretado por Michael Peña), quien crece con un familia de trabajadores migrantes que van y vienen entre México y distintas ciudades de California trabajando en la cosecha a fines de los años ’60. El pequeño José, sin embargo, tiene un mayor interés por los estudios y por hacerse ciertas preguntas existenciales, lo que lo convierte en un favorito de una de sus maestras pero en alguien un tanto incomprendido por su padre, cuyo único objetivo en la vida es trabajar en el campo, juntar dinero y hacerse una casa en Michoacán, adónde sueñan con regresar.

No es el caso de José, que no solo prefiere ir a la escuela sino que, ante la clásica pregunta acerca de «¿qué quieres ser cuando seas grande?» hace un dibujo y responde «Astronauta». Márquez no ahonda demasiado en su interés por el tema del espacio más que una cierta fascinación por la función de las estrellas y el haber sido testigo, como muchos de su generación, de la llegada del hombre a la Luna. Durante buena parte de sus dos horas de relato, A MILLONES DE KILOMETROS será más que nada un retrato de José, de su familia en constante movimiento y, ya siendo adulto, de su romance y matrimonio con Adela (Rosa Salazar), su mujer, madre de sus cinco hijos y quien más hizo por sostener y apoyar su obsesión por llegar a trabajar para la NASA, más allá de las complicaciones que eso traía a la vida familiar.

Adela no tenía un rol secundario ni dependía de José para todo. Además de lidiar con sus hijos, su sueño era poner un restaurante de comida mexicana auténtica, algo que la película pone a la altura del otro sueño, el largamente frustrado de José de que lo acepten en la NASA. Convertido en Ingeniero –trabajaba de eso en un laboratorio de desarrollos tecnológicos, de hecho– y claramente capacitado para trabajar en aquella mítica agencia, el tipo veía como una y otra vez lo rechazaban. Pero, como película inspiracional que es (se basa, después de todo, en las memorias del propio Hernández), lo que aquí se enseña es a no bajar los brazos nunca.

La riqueza del film de Márquez, uno que seguramente la película no tendría de haber sido dirigida por algún artesano estadounidense, es un grado de realismo, credibilidad y sensación de lugar y comunidad que la realizadora le logra dar. Dentro, claro, de los parámetros «familiares» y accesibles de una trama propia de un tradicional film de Disney, la directora mexicana construye una serie de personajes entrañables, a los que le suma una gran banda sonora y algunos apuntes visuales ocasionales (como ciertas escenas filmadas a modo de documental, por ejemplo) que le agregan riqueza al relato. Es innegable que hay mucho de «pasteurizado» en lo que se cuenta (la subtrama de Beto, primo y gran amigo de José, lo deja en claro), pero también es evidente que, al menos dentro del marco de una película mainstram y apta para todo público, se le ha dado un fuerte peso al color local.

No sé si A MILLION MILES AWAY es un proyecto propio o una película por encargo –tiene más aspecto de ser lo segundo, aunque todo es posible–, pero lo cierto es que, a lo largo de sus dos horas, lo que el espectador hace es adentrarse en la vida de un niño que llegó a cumplir algo así como su «sueño americano». Es una historia con millones de potenciales trampas que la realizadora en su mayoría evita gracias a centrarse en las contradicciones de ese sueño y en el lado humano y accesible de su protagonista. Podrá ser la historia de un personaje para muchos legendario, pero lo que se ve aquí es el retrato de un hombre común, incapaz de renunciar a su sueño de cruzar esa una frontera más real –y metafísica– que la que existe entre esos dos países.