Festival de San Sebastián 2023: crítica de «Les rayons gamma», de Henry Bernadet (Nuev@s Director@s)

Entre el documental y la ficción, entre el naturalismo y la fábula, LOS RAYOS GAMMA se centra en las paralelas desventuras de tres adolescentes de familias inmigrantes del norte de Africa en Montreal, Canadá, más precisamente en el barrio de St. Michel. Con intérpretes no profesionales –a los protagonistas los acompaña un gran grupo de amigos, conocidos, rivales y familiares–, la película de Bernadet utiliza ese aspecto si se quiere documental para narrar tres historias paralelas que se entrecruzan a lo largo de unos días en ese mismo barrio.

Abdel es un chico tranquilo que atiende en un local de comidas al que la vida le cambia un poco cuando llega allí a pasar el verano su primo, un poco más grande, mucho más caótico y extrovertido, que lo incomoda y lo mete en problemas. Toussaint, también introvertido pero más analítico, empieza a conectarse telefónicamente con una voz de mujer con la que conversa mientras trata de ver cómo acercarse a otra chica que le gusta. Y por último está la tensa Fatima, que trabaja en un supermercado, tiene una amiga con la que siempre se mete en problemas y la personalidad de alguien que no está dispuesto a tolerar ningún tipo de agresión. Lo suyo es golpe a golpe, sin importar las consecuencias.

A lo largo de una serie de días en los que distintas situaciones se van tensando, LES RAYONS GAMMA pasa de momentos naturalistas con conversaciones casuales entre algunos de los personajes (Abdel con su primo y con sus padres, Toussaint por teléfono y con gente en la calle, y Fatima con su amiga y con todos aquellos con los que discute) a situaciones más incómodas que cada uno de ellos debe atravesar. Alguien se pierde y no aparece. Los planes de «conquista» amorosa no salen como lo pensado. Y un trabajo pesado se le torna demasiado exigente a otro.

El pasaje de los momentos más casuales –en los que es evidente que los chicos tuvieron participación en los diálogos y la creación de situaciones– a los más claramente dramáticos y guionados desde afuera es, por lo general, bastante natural. Y si bien sobre el final la circulación y el cruce de personajes deja demasiado en evidencia la estructura armada del film eso no termina por afectar demasiado a la propuesta. A esa altura de la película uno ya le tomó cariño a sus personajes y solo espera que logren atravesar sus distintas complicaciones –unas más graves, otras más leves– de la mejor manera posible.

LOS RAYOS GAMMA deja en evidencia, en distintos momentos, un importante grado de racismo y xenofobia de parte de algunos canadienses que miran mal, agreden verbalmente o directamente maltratan a estos chicos, hijos de inmigrantes. Si bien no es algo general ni constante, es lo suficientemente incómodo como para volverse por momentos relevante, clave en sus vidas. Pero el realizador de A L’OUEST DE PLUTON no lleva eso a las últimas consecuencias. Más bien, como esa especie de cuento de hadas que en el fondo su película es, los conflictos tienden a resolverse cuando las personas muestras su mejor lado. El más humano y generoso. Ahí suele estar la diferencia.