Estrenos: crítica de «El asesino» («The Killer»), de David Fincher (cines y Netflix)
La nueva película del director de «Red social» se centra en un asesino a sueldo que tiene que enmendar un error. Con Michael Fassbender. Se estrena en cines el jueves 26 de octubre y llega a Netflix el 10 de noviembre.
Al menos según la forma de entenderlo de David Fincher, no parece haber muchas diferencias entre el rol del asesino a sueldo y el del cineasta. Todo pasa por ser metódico, obsesivo, prolijo, cuidadoso y un tanto desafectado emocionalmente. Lo importante es hacer las cosas bien, no meterse en problemas, ser paciente, preciso y, sobre todo, cumplir con lo pactado. La ejecución lo es todo y, en ese sentido, EL ASESINO es un manual perfecto para esa idea: el cineasta como ejecutor. No en el sentido criminal, sino en el del hombre que ejecuta la tarea que le encargaron y lo hace como mejor sabe. Dicho de otro modo: un profesional.
Michael Fassbender encarna exactamente eso: a un profesional (la película podría haberse llamado así pero ya hay varias con ese título) del crimen. En la secuencia que da inicio al film lo vemos esperando para dispararle a su víctima desde el edificio ubicado frente a un lujoso hotel. Pasan los días en la bella París y la esperada víctima no aparece. El asesino –al que no le conocemos el nombre y que presenta pasaportes y documentos distintos en cada oportunidad en la que debe hacerlo– repite sus pasos con prolijidad, limpiando siempre todo, sin dejar marcas, mirando por la ventana y así, tratando de no perder la paciencia.
Fincher nos hace más «llevadera» la espera escuchando lo que suena como algo a mitad de camino entre una voz en off y su diálogo interior: repitiendo sus mantras de procedimiento («anticipate, no improvises, no cambies de plan, no empatices» y así), filosofando sobre distintas cuestiones estadísticas ligadas a temas muy variados (desde cuanta gente nace en el mundo hasta cuantos McDonald’s hay en París), hablando un poco de su tarea y concentrándose mientras escucha en un viejo iPod solo temas de The Smiths.
EL ASESINO funciona durante todo ese segmento como un manual del obsesivo compulsivo, de alguien que prefiere no saber lo que es cometer un error. Pero cuando su víctima llega y, tras un largo proceso de observación digno de Hitchcock/De Palma y sus respectivas VENTANA INDISCRETA y DOBLE DE CUERPO, el killer falla. Alguien se interpone entre él y la víctima y el tipo se equivoca. De ahí en adelante será tratar de escapar sin ser descubierto y, fundamentalmente, sin dejar un solo rastro de su paso por ahí.
La película del director de PECADOS CAPITALES se organiza como una serie de pasos y de etapas, que en algún sentido hacen recordar a KILL BILL con un touch de JOHN WICK y otro poco del metódico y silencioso asesino «a la europea» de EL SAMURAI –la película se basa, después de todo, en una novela gráfica francesa– o hasta THE AMERICAN, aquel oscuro film de 2010 protagonizado por George Clooney. Pero, más allá de algunos comentarios un tanto cínicos, EL ASESINO no se propone ser demasiado filosófica ni pasarse de existencialista. Es una película sobre sí misma, sobre su propio procedimiento y su ejecución.
Como el protagonista, Fincher es conocido como un cineasta obsesivo y metódico capaz de hacer 85 veces una toma hasta que salga como la imaginó. Y este personaje lo representa a la perfección. Quizás el realizador de EL CLUB DE LA PELEA sienta que, como Fassbender aquí, en algún momento de su carrera cometió un error (¿EL CURIOSO CASO DE BENJAMIN BUTTON?, quizás) y lleva ya varios asesinatos más intentando enmendarlo con aséptica y ascética eficiencia. Algunos más prolijos que otros, unos más frío y distante que los siguientes, pero siempre tratando de no involucrarse emocionalmente por demás. ¿Podrá? ¿No podrá? Me refiero al asesino, no al cineasta.
Cada paso narrativo tendrá una locación (una en República Dominicana y las otras en distintas ciudades de Estados Unidos) y una persona que buscar. Habrá un episodio en el que no podrá evitar ser empujado a la acción por las emociones (los que vimos FUEGO CONTRA FUEGO, de Michael Mann, sabemos lo que pasa cuando un criminal hace eso y tememos lo peor) y de ahí en adelante se volverá una mezcla de vengador y limpiador de sus crímenes. Salvo en una de las situaciones que se torna muy violenta –y da lugar a la escena más impactante de todas, la más cercana al film de acción–, en las demás el protagonista irá avanzando hacia sus distintos objetivos a fuerza de planes elaborados, complejos y ejecutados con precisión de experto.
La película no está exenta de humor y, previsiblemente, la puesta en escena es de una exactitud indiscutible. Nada falta, nada sobra, todo está donde debe estar. Lo que nunca aparece, de todos modos, es algún tipo de conexión humana que no se exprese, simplemente, a modo de puesta en acto. Esa frialdad es algo buscado, es cierto, pero aleja al espectador de la trama, lo hace ponerse en situación de observador frío, algo distante. Y así la película se torna un tanto gélida y bastante mecánica en su sistema de pasos, misiones y objetivos.
Nadie duda que Fincher es un gran cineasta, pero mi impresión –nunca me atrevo a decirlo del todo porque siempre espero de él otra obra maestra al estilo ZODIACO o RED SOCIAL— es que su mundo no es tan interesante y que depende mucho de la calidad de los guiones que acepta dirigir. El hombre prefiere considerarse un buen profesional al servicio de historias de otros, generalmente ligadas a asesinos en serie, criminales de algún tipo o, bueno, o MANK. Y uno pone las manos en el fuego por un tipo que hará su trabajo con la precisión de un cleaner de escenas de crímenes. Sin dejar marcas.
No es un problema que Fincher se considere un ejecutor, un profesional, un tipo al que le dan una misión y la sabe cumplir. Eso que antes llamábamos un artesano. En un mundo lleno de supuestos autores que creen tener un mundo cuando solo tienen una abundante videoteca, esa falta de pretensión se agradece. No permitirá que nos topemos con muchas obras maestras pero sí con una buena cantidad de películas bien ejecutadas. Mucha preparación, un disparo certero en la frente, el cheque en el correo y a otra cosa.