Streaming: crítica de «Los descendientes», de Alexander Payne (Netflix)

Streaming: crítica de «Los descendientes», de Alexander Payne (Netflix)

La película del realizador de «Entre copas», protagonizada por George Clooney, se centra en un hombre que intenta reconectarse con sus hijas cuando su esposa queda en coma tras un accidente. En Netflix.

LOS DESCENDIENTES es el nuevo filme de Alexander Payne, el realizador de ENTRE COPAS y LAS CONFESIONES DEL SR. SCHMIDT, un director que trabaja mezclando comedia y drama de maneras bastante inusuales, y con un toque muy personal e identificable. Si bien la comedia dramática es un formato muy clásico y establecido en Hollywood, la forma en la que Payne encara el género es muy particular.

Usualmente el género tiene una progresión que va de lo cómico a lo dramático bastante característica, casi como un giro porcentual en el cual la comedia va desapareciendo de a poco y el drama crece, como si fuera una especie de juego de proporciones. Payne no trabaja así. El tipo puede arrancar la película de una manera dramática, poner una situación de comedia, transformarla en drama y volver para atrás. Y así, todo el tiempo. Y, lo que es más característico, es que tiende a transformar en humorísticas las escenas que se supone deberían ser dramáticas y viceversa.

El film tiene un punto de partida muy similar al de SCHMIDT. En ambos casos hay un hombre que intenta reunir a su familia tras atravesar una tragedia (la esposa muere en la otra película; aquí queda en coma) y, a la vez, enterarse de que esa mujer que «perdió» lo había engañado. Ese hombre ha vivido toda su vida dedicado a su trabajo y tiene poca y mala relación con sus hijos. Y, en ambos filmes, hay un viaje (o una serie de viajes aquí) que servirán para tratar de recomponer esos lazos familiares.

Si hay algo que diferencia principalmente a THE DESCENDANTS del otro filme es que su tono es menos paródico y sarcástico, y que el director logra ubicarse del lado de los personajes y no mirándolos con sorna. En SCHMIDT el límite era difuso, pero la actuación de Jack Nicholson llevaba todo al borde de la parodia. George Clooney, en cambio, logra generar empatía con su personaje, un tipo dedicado a su trabajo que debe recomponer su estructura familiar y que no tiene mejor idea que hacerlo mientras busca al hombre con quien su esposa lo engañaba.

LOS DESCENDIENTES tiene varios ejes más (uno, bastante importante, ligado a una venta millonaria de un terreno en Hawaii, donde transcurre toda la película), pero el núcleo duro, central, es Clooney y sus hijas, más un amigo de la hija mayor, viajando a interceptar a este “amante” que es casi una excusa, un enemigo externo, para reconstruir esos lazos. Acaso en la composición de esa otra pareja (el amante de la mujer de Clooney y su propia esposa) aparezca un poco la sorna de Payne y una mirada algo burlona. Pero para con el resto de los personajes, que atraviesan emociones complejas, tiene un grado de empatía que es casi inédito en su cine.

Es una película dura, por momentos, y absurda, en otros. Trata de la muerte y la enfermedad, pero en medio de todo hay situaciones completamente ridículas. Su estructura no es convencional –es un zigzag tanto narrativo como emocional-, pero eso es lo que hace que termine rindiendo más. Nunca sentimos que Payne nos pega debajo del cinturón, pero tampoco le escapa a la emoción genuina, sincera. Lo que hace es torcer las expectativas, llevarnos finalmente a ese lugar pero –como cierta nueva literatura norteamericana- tomando pequeñas curvas para no caer en la obviedad. Y si alguien me dice que hay un último plano mejor que el de esta película en todo 2011 (al menos en el cine de Hollywood), que me lo muestre ya.


Crítica originalmente publicada, en una versión ligeramente distinta, en febrero de 2012, aquí.