Estrenos online: crítica de «La singular vida de Ibelin» («The Remarkable Life of Ibelin»), de Benjamin Ree (Netflix)
Este documental noruego premiado en Sundance se centra en las vidas –la real y la virtual– de un joven con una enfermedad degenerativa que mantuvo una vida paralela en el juego World of Warcraft. Estreno de Netflix.
Ganadora de dos premios en el Festival de Sundance, donde se presentó en la competencia de documentales internacionales (mejor director y premio del público), LA SINGULAR VIDA DE IBELIN fue adquirida luego por Netflix, que claramente vio el potencial de conexión emocional de esta historia. Estrenada diez meses después por la plataforma, quizás intentando generar una repercusión que ubique a la película entre las posibles nominadas al Oscar en su categoría, este documental noruego cuenta una historia que en realidad son dos. O, dicho de otro modo, la doble vida de un joven: una en la vida real (eso que se conoce como IRL, por in real life) y otra, muy distinta, en la virtual.
Mats Steen fue un chico noruego que nació con una complicada enfermedad hereditaria llamada Duchenne, una suerte de progresiva distrofia muscular que no tiene cura. De a poco fue perdiendo fuerza en las piernas y luego en el resto del cuerpo, lo cual lo fue llevando a tener que vivir primero en silla de ruedas y luego con cada vez más sofisticados y complejos gadgets que lo ayudaban a casi todo lo demás. Murió en 2014, a los 25 años, cuando su cuerpo agobiado no resistió más.
Pero la historia de Mats tiene otro costado. Sus padres, dándose cuenta que le era casi imposible participar en la vida social con el resto de la familia y la pasaba bastante mal en la escuela, le dieron permiso casi sin limitaciones para estar online. Sentían que así, al menos, estaba alegre, entusiasmado, un poco más amable y conectado con todo, en la medida de sus posibilidades. Pero hasta su muerte no habían tomado conciencia de lo que sucedía allí, en esa otra vida que Mats tenía y que ellos desconocían casi por completo.
THE REMARKABLE LIFE OF IBELIN explorará ese otro costado de su vida, especialmente en lo ligado a su participación en el juego World of Warcraft (WoW). No soy un experto en la materia, pero lo que muestra la película es que allí encontró su lugar, creando un personaje virtual (Ibelin, un musculoso y sensible detective privado) que supo ayudar gente, enamorarse, pelearse y vivir una vida, a su modo, plena. Todo esto, claro, sin que sus padres tuvieran idea de que estaba sucediendo. La «ficha» les cayó a ellos cuando, al avisar a sus amigos virtuales de su muerte (Mats tenía un blog en el que reflexionaba sobre su vida y les dejó a sus padres la contraseña para poder postear allí), se encontraron con que tenía «un millón de amigos».
La película irá del documental filmado «IRL» a escenas reconstruidas vía animación que imitan, usando el historial del juego, las cosas que vivió Ibelin en su comunidad de WoW. Y a partir de eso uno irá tomando dimensión de esa otra vida, paralela, quizás más real que la real, que vivió Mats como Ibelin. Si bien las escenas animadas en ese estilo tan esquemático de los videojuegos de hace 15 o más años resultan visualmente un tanto agotadores, Benjamin Ree (director de THE PAINTER AND THE THIEF) las va combinando con escenas y entrevistas a las personas reales que conocieron a Ibelin online y que durante mucho tiempo no supieron nada acerca de su enfermedad.
Emotiva y sensible, de esas películas que es imposible ver sin lagrimear más de una vez, IBELIN tiene algo de QUE BELLO ES VIVIR!, el clásico de Frank Capra en el que se podía ver cómo una persona había afectado para bien la vida de muchos de los miembros de su comunidad. Es que las conexiones virtuales de Ibelin afectaron positivamente a muchas personas en la vida real. Y esas historias le dan a la película una cuota extra de emoción ya que dejan en claro que, más allá de sus dificultades e imposibilidades en su vida, Mats/Ibelin logró ser importante para otros desde el mundo virtual gracias a las profundas amistades que logró mantener allí.
La película hace una pintura muy positiva, optimista y casi terapéutica de estos «videojuegos de rol multijugador masivo en línea» (sí, así se llaman, su sigla en inglés es MMORPG), al punto de que bien podría tener a la empresa creadora de Warcraft como auspiciante. Y eso seguramente podría ser discutido por aquellos que ven problemas de adicción con este tipo de juegos online. Ree no parece encontrar reparo alguno a pasarse la vida en ese tipo de juegos. Más bien al contrario: uno de los conflictos principales de la vida de Mats empieza cuando los «tozudos» padres de una chica de la que él estaba enamorado en el juego, no la dejan jugar más.
Es cierto que, al tratarse de una persona con las severas limitaciones y dificultades de Mats, las consideraciones pueden ser diferentes y algunos pruritos ligados al control del uso de la computadora pueden dejarse de lado. Y es por eso que el documental logra sortear esa zona un tanto gris de la vida online. Para alguien como Mats, Ibelin fue la manera que encontró de vivir la vida que no pudo vivir en el mundo real. A su modo, fue feliz allí. Y logró ayudar a mucha gente a ser un poco más felices también.