Estrenos online: crítica de «Mi yo del futuro» («My Old Ass»), de Megan Park (Amazon Prime Video)

Estrenos online: crítica de «Mi yo del futuro» («My Old Ass»), de Megan Park (Amazon Prime Video)

En esta comedia dramática una chica de 18 años conversa, en un «viaje alucinógeno», con su versión adulta. Para su sorpresa, algunas cosas que ella le comentó allí empiezan a sucederle. Con Maisy Stella y Aubrey Plaza. En Amazon Prime Video.

Los viajes en el tiempo no son un género cinematográfico en sí, sino un recurso narrativo que se puede usar con fines muy distintos. En algunos casos, el tema es tan central que todo se sostiene en torno a eso (el caso de VOLVER AL FUTURO, por ejemplo), por lo que su lógica necesita ser consistente y lo más irreprochable posible dentro de las paradojas que genera el asunto en sí. En otras, como es el caso de MI YO DEL FUTURO, el viaje en el tiempo es más que nada una metáfora, un recurso para trabajar ideas temáticas, para ver lo que le pasa a un personaje que lo atraviesa. Se me ocurre que QUISIERA SER GRANDE –que no es estrictamente sobre time travel, pero esa es la idea– es una de las tantas películas que, como ésta, funcionan de ese modo, tirando un elemento fantástico para jugar con las posibilidades que despierta.

En MY OLD ASS (ya entenderán a qué viene la referencia) se juega una de esas situaciones imposibles que todos soñamos alguna vez: ¿Que harías si pudieras toparte con tu versión adulta cuando sos adolescente? ¿Qué le preguntarías? ¿Qué querrías saber acerca de tu futuro? La pregunta podría ser la inversa también: ¿Qué harías si a los 40 podrías reencontrarte con vos mismo a los 18? ¿Qué te recomendarías hacer o no hacer? ¿Qué te contarías y qué no respecto a lo que sucederá con tu vida? Este es el juego que habilita la nueva película de la directora de LA VIDA DESPUES. Pero no esperen que la respuesta sea «comprá acciones de Apple» o algo parecido. La cuestión acá no pasa por ahí.

Elliott (Maisy Stella) es una chica canadiense que cumple 18 años y vive en un idílico pueblo chico en Muskoka, Ontario, en el que su familia que se dedica al cultivo de arándanos. Está atravesando el último verano antes de irse a estudiar a la Universidad de Toronto. Es una chica activa, descuidada, que vive en su mundo y le interesa poco y nada su familia (madre, padre, hermanos menores varones), como a muchos y muchas de su edad. Lo que más la moviliza es estar con sus amigas Ro (Kerrice Brooks) y Ruthie (Maddie Ziegler). O con alguna de sus novias, parejas u ocasionales romances, siempre con chicas. De hecho, su propia familia la espera para festejarle su cumpleaños y ella no aparece.

Es que sus planes para esa noche son otros: cruzar el río con sus amigas, llevarse con ellas unos hongos alucinógenos, montar allí una carpa y pasar la noche «viajando» hacia donde sea que ese brebaje las lleve. Elliott tiene la sensación de que, a diferencia de sus amigas, que andan rodando por el piso o bailando, nada le pasa. Hasta que al lado se le sienta una mujer, para ella, «mayor». Interpretada por la gran Aubrey Plaza (PARKS & RECREATION), la «señora» no es otra cosa que ella misma, como dice el título local del film, en el futuro. Más precisamente, con 39 años. Se la ve algo más sobria, tranquila, igualmente irónica pero en apariencia un tanto más sabia que a los 18. A la Elliott de 18 la «visita» la sorprende, pero como todo parece un sueño, para ella es más curioso y divertido que otra cosa.

Elliott de 39 le dirá a Elliot de 18 algunas cosas, la de 18 le preguntará a la de 39 algunas otras y, entre chistes sobre el cambio de color del pelo, la «decadencia física» de la edad (de ahí el título local) y algunas bromas específicas sobre el futuro, la mayor le dará un par de consejos: prestale atención a tu familia –padres y hermanos– y, si aparece un tipo llamado Chad, ignoralo por completo. El trip se acaba, la Elliott de 39 desaparece del mapa y la Elliott de 18 sigue con su vida, empezando a estar más con los suyos, lo cual los sorprende a todos, especialmente a sus hermanos (el menor, muy gracioso, está obsesionado con Saoirse Ronan), que no entienden su cambio de onda y súbita amabilidad.

Hasta que nadando un día en el lago se topa con un chico que se llama, sí, Chad (Percy Hynes White), que es amable, gracioso, está ayudando a su padre en la recolección de arándanos y que parece el tipo más simpático del mundo. Para Elliott la sorpresa es mayúscula: ¿habrá sido algo más que un sueño eso que viví? De ahí en adelante, MY OLD ASS lidiará con las derivaciones de esa situación. ¿Podrá Elliott volver a ponerse en contacto con su «yo del futuro»? ¿Podrá evitar engancharse con este Chad que tiene todo el aspecto de ser completamente inofensivo, además de divertido? ¿Será que le gusta y no es tan gay como cree serlo? ¿Cómo se actúa ante una situación así?

Park utiliza el juego de un modo que va pasando de lo gracioso a lo romántico y de ahí a lo emotivo. No hay ni reglas claras ni se hacen las preguntas esperables (nadie quiere saber quién gana qué campeonato ni qué apostar para ganar dinero ni si Trump sigue siendo presidente ni nada parecido) y, de hecho, tampoco Elliott de 18 averigua demasiado acerca del mundo en el que vive Elliott de 39 (tomando en cuenta que la historia transcurre en el presente, estamos hablando que ella «existe» a mediados de la década del 2040). Lo central del film –sí, ambas se volverán a comunicar, ya verán cómo– será definir, entre otras cosas, qué hacer con Chad y cuál es el motivo por el que le pide que lo evite.

MI YO DEL FUTURO podrá parecer limitada para los que buscan más intercambios entre los tiempos (uno intuye que el mundo del futuro es bastante oscuro, aunque casi no se habla del tema), pero el objetivo de Park pasará por otro lado, más que nada por entender que hay cosas en la vida que deben ser vividas sin necesariamente esperar o saber sus consecuencias, y que la experiencia es algo que se obtiene, también, a través de los golpes y las dificultades. En ese sentido, la película intenta funcionar como un intercambio de experiencias entre generaciones, sin presuponer que las personas mayores saben más o pueden en todos los casos decir qué hacer y qué no. Es, casi, un doble coming of age en simultáneo.

El intercambio –limitado en temática, pero intenso en todo lo demás– funcionará muy bien, primero como juego y más tarde desde un lugar emocional. Es que si bien es una película pensada para adolescentes, en determinados momentos –y gracias, en buena medida, al talento de Plaza–, MY OLD ASS se convierte en una historia con la que los de 40 podrán conectar también. Y lagrimear de lo lindo. Lo notable del film de Megan Park es que, con recursos simples, a partir de un juego narrativo simpático y unos pocos personajes, logra ubicarse en el punto justo entre la comedia romántica y la lección de vida, sin que la balanza se caiga demasiado para ninguno de los dos lados. Con una ingeniosa premisa, tres muy buenos actores y un guión inteligente, la directora crea una pequeña y tierna gema que es un bálsamo en medio de estos tiempos crueles y agresivos.