
Estrenos online: crítica de «La otra boda» («You’re Cordially Invited»), de Nicholas Stoller (Amazon Prime Video)
Por error, dos familias alquilan el mismo hotel y salón en una isla para sendos casamientos, creando un caos a lo largo de un caótico fin de semana. Con Will Ferrell y Reese Witherspoon. Estreno: 30 de enero por Amazon Prime Video.
A veces con los nombres por delante de los títulos no alcanza. Uno puede tener a Will Ferrell, a Reese Witherspoon y a un director con experiencia en esto de las comedias románticas como Nicholas Stoller, pero no siempre es suficiente. Es cierto: sin el carisma de los dos protagonistas, LA OTRA BODA bordearía lo infumable. Al tenerlos, con sus químicas encontradas interpretando a dos personajes que se la pasan peleando entre sí, la película sobrevive, aporta algunos momentos graciosos y se sostiene más o menos entera sin caerse a pedazos antes del final. Pero no más que eso. Uno espera más de un combo con tanta experiencia en el rubro.
LA OTRA BODA tiene una premisa aprovechable para una comedia, si se quiere, romántica. Ferrell interpreta a Jim, padre de una chica muy joven, Jenni (Geraldine Viswanathan), que le anuncia para su sorpresa que se va a casar con su novio de la universidad, Oliver (Stony Blyden). Jim y Jenni son muy unidos, se completan las frases y tienen simpáticas rutinas en común, por lo que es obvio que el padre no termina de aceptar la novedad. Por otra parte, Margot (Reese Witherspoon) es una productora de TV que vive en Los Angeles y que se encarga de armar el casamiento de su hermana, Neve (Meredith Hagner) con su novio, que trabaja de stripper (Jimmy Tatro). Neve es la única conexión que Margot tiene con su religiosa y tradicional familia de Georgia –uno podría apostar que votaron a Donald Trump–, por lo que para ella es también un hecho de tremenda importancia.

Por circunstancias fortuitas y errores de la organización del hotel, ambos reservan el mismo resort en una isla para el mismo día. Y se dan cuenta, previsiblemente, recién al llegar allí. Margot considera que le corresponde a su familia el uso del establecimiento y echa a Jim y a los suyos. Pero al enterarse que el hombre es viudo le tiene «piedad» y encuentran la manera de hacer las dos bodas el mismo fin de semana y en el mismo lugar, turnándose en los espacios y en los horarios. Obviamente, nada saldrá bien ya que lo que empieza como una colaboración pasa a transformarse en un conflicto y de allí está a un paso de convertirse en una guerra hecha y derecha. Especialmente entre Neve y Jim, que de tanto que se pelean, bueno, ya saben cómo es…
LA OTRA BODA pone otras tensiones en juego, unas que impiden que las familias –unas con otras pero también dentro de ellas mismas– puedan funcionar, escucharse, entenderse. A partir de una serie de boicots, complicaciones, errores, accidentes y problemas –llegado un punto, ambos se obsesionan por arruinar la boda del otro–, lo que intenta probar la película de Stoller es la dificultad de diálogo entre las partes y cómo eso exacerba las tensiones. Es un juego que la película aprovecha para hablar de conflictos entre parejas, entre padres e hijos pero también para meterse en algo así como la «grieta cultural» en los Estados Unidos, la que existe entre familias más progresistas y conservadoras, los que viven en las ciudades costeras y los del interior y, sin decirlo directamente, los que votan un partido y al otro en esa cada vez más dividida nación.
Para meterse en eso, fundamentalmente, el film del director de COMO SOBREVIVIR A MI NOVIA, ETERNAMENTE COMPROMETIDOS y BUENOS VECINOS –quien, convengamos, hace rato no hace películas a la altura de sus primeras y muy buenas comedias– apila situaciones accidentadas, conflictos forzados y tropelías varias que se van resolviendo de una manera relativamente simpática hasta que, previsiblemente, llegado cierto punto todo explota por los aires. Lo único que sostiene el caos es, más que nada, la presencia de Ferrell, cuya gestualidad un tanto pasada de rosca siempre parece estar más comentando la película que hace que actuando en ella. Es gracias a Ferrell –alguien capaz de convertir hasta una comedia tonta en un experimento dadaísta, véanlo sino lidiar con un caimán– que LA OTRA BODA no se cae por completo. La actriz de LEGALMENTE RUBIA hace lo suyo con su habitual gracia y encanto, pero nunca deja de ser «el show de Will». Y, en el fondo, uno vino para eso.

Algunos momentos entre simpáticos y enrarecidos los aportan los actores secundarios. LA OTRA BODA se ocupa mucho más de la extendida familia de Margot que de la más difusa serie de personas que aparecen en la otra y calculo que tendrá que ver con la gracia que por momentos genera ese grupito familiar sureño y tradicional al que le sacan el jugo actrices como la veterana Celia Weston y la comediante de stand up Leanne Morgan. La película no es todo lo absurda que podía haber sido para entrar dentro del canon de grandes títulos del actor de EL REPORTERO y tampoco termina de funcionar del todo dentro de los carriles más convencionales de la comedia clásica. Se queda en una zona intermedia, con algunos momentos simpáticos, otros incomprensibles y generando algunas risas sueltas aquí y allá. Casi tantas, convengamos, como momentos que bordean la vergüenza ajena. El resultado final es un empate que, tomando en cuenta los nombres involucrados, tiene gusto a derrota.