
Berlinale 2025: crítica de «Beginnings» («Begyndelser»), de Jeanette Nordahl (Panorama)
La vida de una pareja a punto de separarse cambia radicalmente cuando ella tiene un ACV y su marido se queda a ayudarla en su recuperación. Con Trine Dryholm.
El futuro es muy difícil de planificar, aún cuando se tomen todos los recaudos para hacerlo. De eso, de alguna manera, trata BEGINNINGS, este drama danés centrado en una familia cuyos planes son alterados por un hecho imprevisto. Ane y Thomas tienen lo que al parecer es una vida convencional: ambos trabajan en profesiones ligadas a la docencia y tienen dos hijas, la adolescente Clara y la más pequeña Marie. Tienen, sí, un secreto que las hijas desconocen: están a punto de separarse. De hecho, Thomas ya está preparando su mudanza a la casa en la que compartirá con Stine, una colega del trabajo que es su nueva pareja. Y ambos están decidiendo qué hacer con la venta de la casa en común. Es, dentro de los parámetros del caso, una separación relativamente amable. Solo les falta un detalle: hablarlo con sus hijas, que no tienen idea de lo que está sucediendo por debajo de esa aparente calma.
Pero antes de poder hacerlo sucede algo impensado: Ane (Trine Dryholm) sufre un ACV, es internada y tiene que iniciar un largo período de recuperación. Con casi medio cuerpo paralizado, Ane puede hacer muy pocas cosas –al menos, al principio– y necesita de Thomas (David Dencik) para cambiarse, cocinar, cortar la comida, llevarla y traerla a su rehabilitación y hasta ayudarla a ir al baño. Obviamente, los planes de separación se enredan, se complican y la familia tiene que acostumbrarse a vivir una nueva realidad. Para Ane es especialmente frustrante –se vuelve muy agresiva con todos al sentirse tan impotente–, pero también afecta a los demás, incluyendo a sus hijas que no saben bien cómo manejarse.

BEGINNINGS se centrará en esos giros, en cómo una noticia angustiante puede modificar la relación entre los miembros de una familia y no siempre de maneras negativas. De a poco, aparece cierta unión y solidaridad entre ellos que antes no era tan visible, con cada uno ocupado en sus cosas. Y, después de atravesar la etapa más dura del asunto, hasta reaparece cierto cariño entre los padres. En el medio, sin embargo, los planes de un cambio de vida de Thomas no han desaparecido ni mucho menos. Y allí sigue existiendo una puerta abierta al conflicto, uno con el que la película no sabe lidiar del todo bien y donde quizás se note la experiencia de Nordahl en series de televisión.
Como sucede en muchos de estos dramas familiares, la necesidad de tensionar el relato un par de veces fuerza a ciertos giros del guión que van de lo absurdo a lo caprichoso, muchas de esas veces poniendo a los adolescentes, con toda su vulnerabilidad, como protagonistas de esas sacudidas. Son giros innecesarios, que cumplen una función narrativa pero tienen poco que ver con lo que los personajes son y con lo que la historia necesita. Algo parecido sucede con las imágenes que, a modo de coda, acompañan a los créditos finales del film, escenas que le dan un sentido más directo a algo que quedaba más abierto y sutil en el cierre propiamente dicho de la historia.
Son detalles que le hacen perder fuerza a una película que, durante su primera hora, lograba ubicarse en un lugar inteligente y adulto, entendiendo a los personajes sin juzgarlos, mostrando sus lados oscuros sin demonizarlos, y con una llamativa falta de crueldad en comparación a gran parte del cine danés. Hay algo honesto en la manera en la que la película describe el cambio de hábitos y de costumbres en la familia tras el accidente de la madre, ya que reconoce el fastidio que genera no solo en la víctima, sino en quienes tratan de acompañarla y muchas veces son agredidos o se sienten agotados. La descripción humana de esa singular mecánica, ligada a cómo de los momentos más oscuros se puede salir mejor, es lo más valioso que tiene BEGINNINGS para ofrecer. Lo otro forma parte de los vicios de las escuelas de guión.