Berlinale 2025: crítica de «El mensaje», de Iván Fund (Competición)

Berlinale 2025: crítica de «El mensaje», de Iván Fund (Competición)

por - cine, Críticas, Festivales
18 Feb, 2025 03:18 | Sin comentarios

Una niña que dice poder hablar con los animales viaja con dos adultos por las rutas ofreciendo sus servicios. Con Mara Bestelli, Marcelo Subiotto y Anika Bootz. En la competición de la Berlinale.

En alguna ruta de Entre Ríos, solitaria, ventosa y casi abandonada, avanza una particular camioneta con destino incierto. Sus ocupantes son pocos y, de entrada, es difícil entender quiénes son y qué hacen. De a poco, las cosas se van clarificando. Los adultos son dos: Myriam (Mara Bestelli) y Roger (Marcelo Subiotto). Y con ellos hay una niña llamada Anika (Anika Bootz), que parece tener algún tipo de poder o convicción religiosa.

El trío avanza y vive en esa modesta pseudo casa rodante, comiendo y cocinándose ahí adentro, deteniéndose para dormir y para observar la naturaleza, mientras escuchan la radio en la que se habla del dólar paralelo en lo que parece ser un universo ídem. Entre parada y parada avanzan hacia un nuevo trabajito. ¿En qué consiste? Bueno, Anika tiene o parece tener una habilidad para hablar o comunicarse telepáticamente con los animales, tanto vivos como muertos. Y hay una buena cantidad de clientes que parecen necesitar sus servicios a lo largo de la zona.

EL MENSAJE llevará a Anika y a los adultos –que no son exactamente los padres, ese es otro camino a recorrer– a visitar a una serie de personas y a escuchar sus dolores, sus sufrimientos y también su preocupación por la suerte y las vivencias de sus amadas mascotas. Hay un claro interés comercial por detrás –Roger está bastante pendiente del tema dinero mientras que Myriam interpreta, digamos, las cosas que escucha la niña–, pero Fund nunca clarifica hasta qué punto esto se trata de una «chantada», de algún tipo de jugarreta de vivillos para sacarle un dinero a los «giles». La chica, por lo pronto, parece ajena a todo esto. Las visiones, en apariencia, son reales. Y las experiencias sin duda lo son.

Con el tono reposado y contemplativo que caracteriza a su cine, el realizador de PIEDRA NOCHE propone en esta película un díptico temático con aquella, que tenía también a Bestelli y Subiotto (que son pareja en la vida real) como protagonistas, y que también incluía a un niño y a su universo mágico, ligado a criaturas en ese caso fantásticas. La película fluye, calma, por las rutas entrerrianas, con la fotografía del también productor Gustavo Schiaffino remarcando la un tanto desolada inmensidad del paisaje. Y se va deteniendo en momentos pequeños: vivencias entre los protagonistas, algún encuentro doloroso y las experiencias compartidas con las personas a las que intentan a su modo ayudar.

Como en todo su cine, Fund no juzga ni observa a sus personajes con ironía o malicia, un formato que muchos podrían usar para mostrar a este tipo de personajes que andan haciendo negocios un tanto dudosos por las rutas, quizás aprovechándose de los necesitados. Pero como sucede en LUNA DE PAPEL –película que parece una clara referencia–, lo que los protagonistas hacen interesa más desde un lugar más de conexión humana que de juicio moral. Quizás no haya nada detrás de los poderes o talentos de Anika –convengamos que es bastante incomprobable–, pero el resultado a la larga es el mismo.

Con uso casi terapéutico de la canción «Always On My Mind» (en la versión de Pet Shop Boys), Fund ofrece un retrato empático, minimalista y sensible de un grupo de personas que, a su modo y por distintos motivos, necesitan conectarse con otros, sentir una voz amiga que les diga algo que los reconforte, una suerte de abrazo en el alma. Es claro, sean reales o no los poderes de Anika, que ella no resolverá los problemas de la vida de nadie. Pero ofrecerá un respiro contra la violencia y la crueldad del mundo que nos tocó vivir.