
Series: reseña de «Reacher – Temporada 3», de Nick Santora (Amazon Prime Video)
En esta nueva temporada Jack Reacher se infiltra como guardaespaldas de un traficante para dejar en evidencia su negocio y vengarse de un viejo enemigo. Con Alan Ritchson, Sonya Cassidy y Anthony Michael Hall. Desde el 20 de febrero por Amazon Prime Video.
Con una anatomía que lo transforma en una suerte de dibujo animado real, Alan Ritchson sabe que va a ganar cualquier pelea que se le presente con solo dar un paso adelante. En la tercera temporada de la serie, sin embargo, se le complica, ya que uno de los potenciales rivales es mucho más grande y más alto que él. No, no estamos ante una serie de superhéroes ni criaturas míticas ni gladiadores romanos. Este es un policial de gente que va mucho al gimnasio y actúa en consecuencia.
Reacher, sin embargo, le escapa al cliché. Se trata de un tipo inteligente, de buen corazón y relativamente amable dentro de su sequedad. Un vagabundo que viaja por los Estados Unidos metiéndose en problemas de otros y solucionándolos, en esta tercera temporada el ex soldado tiene que ejercitar un rol diferente: ser un infiltrado en un grupo de traficantes. Es algo para lo que necesitará dotes, si se quiere, actorales. Y por suerte Ritchson tiene el suficiente talento para hacer creíble esa transformación. Es un Hulk con forma un poco más humana, es cierto, pero sabe entender los guiños de su profesión como no muchos grandotes lo han hecho a lo largo de la historia del cine y la TV.

La tercera temporada es una adaptación de PERSUADER, la séptima novela de la saga Reacher escrita como todas (son 20 hasta ahora) por Lee Field. Publicada en 2003 –antes de la que sirvió de base a la temporada 2, aunque ese tipo de continuidad acá no importa–, empieza con Jack en una situación inusual. Mientras intenta salvar a un joven que está a punto de ser secuestrado, el tipo por error termina matando a un policía. Richard Beck (Johnny Berchtold), el chico en cuestión, es hijo de un millonario importador de alfombras de lujo, y esta es la segunda vez que intentan secuestrarlo (la primera vez lograron hacerlo y le cortaron una oreja). Reacher le evita el problema, Richard lo lleva a su casa y, a modo de agradecimiento y a la vez para ocultarlo de las autoridades, lo contrata como uno de sus guardaspaldas.
Allí se revela que el secuestro que vimos fue, en realidad, «armado» para que Reacher logre meterse en ese mundillo, controlado por Zachary Beck, el padre del chico. Interpretado por un Anthony Michael Hall irreconocible para los que lo recuerdan de la época de EL CLUB DE LOS CINCO –pasaron 40 años, es cierto, pero salvo por los ojos parece otra persona–, Zachary mantiene un grupo de pesados guardaespaldas a los que Reacher se suma. Pero su objetivo es otro: está trabajando en conjunto con la agente de la DEA Susan Duffy (Sonya Cassidy) con la intención de rescatar a otra agente que se infiltró antes y de detener al que parece ser el jefe de Beck, un tal Xavier Quinn (Brian Tee), al que Reacher tiene en la mira por un asunto del pasado.
Los episodios se tensarán por las cosas que Reacher tiene que hacer para evitar ser descubierto, especialmente por otros matones que de entrada desconfían de él. El que lo defiende y le tiene confianza es Richard, quien cree deberle la vida –no sabe que el secuestro en realidad era falso–, y también su padre, al que convence con su arrojo. Mientras disimula y acumula cadáveres, Reacher debe tratar de encontrar a Quinn, a la informante previa (llamada Teresa) y entender bien en qué consiste el negocio que ahí manejan, que es un poco más enredado de lo que parece. Duffy, en tanto, lo apoya desde afuera –por momentos parece estar ahí para admirarlo físicamente– y juntos tratan de estar más atraídos por el trabajo que por otra cosa.

Con el humor característico que tiene desde su primera temporada, REACHER sigue funcionando muy bien con su receta clásica de policial a la vieja usanza, con un grandote que hace justicia por mano propia pero siempre con las mejores intenciones y, esta vez, apoyado desde afuera por la DEA, lo cual lo hace otra vez colaborar con la ley. No hay grandes secretos para el funcionamiento de la serie: Reacher es un personaje sólido –en más de un sentido–, con parámetros morales tradicionales, violento pero justo (o eso cree), carismático y alguien que es mucho más que una bolsa de músculos. Trabajar como infiltrado no es para cualquiera –hay algo de juego de ajedrez en la trama que tiene reminiscencias de YOJIMBO, de Akira Kurosawa– y el tipo resuelve problemas no siempre mediante el uso de la fuerza. Aunque mal no le viene romper un hueso de tanto en tanto.
Como un Harry el sucio pero menos furioso y más musculoso, el Jack Reacher de Ritchson tiene algo querible, de chico bueno o deportista retirado, pese a su aspecto intimidante. Y si bien la serie apunta a un público adulto, hay algo en esta caricatura de héroe que remeda a los que los chicos de los años ’70 u ’80 admiraban. REACHER tiene un evidente toque retro: desde las temporadas que no se conectan entre sí al estilo de la vieja TV a ese mundo en el que todos nos creíamos capaces de reconocer quienes eran los buenos y quienes los malos a simple vista. Ahora, aunque Reacher nos quiera convencer de lo contrario, no es tan sencillo.
Es de mis series preferidas (y eso que no miro muchas series) porque aparte leí y sigo leyendo muchos de sus libros y Ritchson parece calcado de los libros de Lee Child
Esta tercera temporada no está tan buena como las otras dos temporadas, está más bien lenta y aburridora.