Series: crítica de «Atrapados», de  Miguel Cohan y Hernán Goldfrid (Netflix)

Series: crítica de «Atrapados», de Miguel Cohan y Hernán Goldfrid (Netflix)

Esta serie argentina adaptada de una novela del prolífico Harlan Coben transcurre en Bariloche y se centra en la investigación policial de un criminal que seduce adolescentes de modo virtual. Con Soledad Villamil, Juan Minujín, Alberto Ammann, Matías Recalt y Fernán Mirás. En Netflix desde el 26 de marzo.

Es interesante establecer una comparación entre ATRAPADOS y otra serie de Netflix como ADOLESCENCIA. Más allá de sus enormes diferencias estilísticas, ambas trabajan temáticas en apariencia parecidas: las subculturas online que funcionan entre adolescentes y cómo pueden llevar a situaciones de violencia en la vida real. En la serie británica, más allá de sus cuestiones formales, la fórmula policial es en realidad una excusa para enfocarse de lleno en el tema, en sus causas y consecuencias. En la serie basada en la novela del autor de best sellers estadounidense Harlan Coben, es exactamente al revés: el tema es la excusa para dedicarle varios episodios a la no tan acuciante cuestión de saber quién es el culpable.

Más allá de que se trate de una correcta, prolija y por lo general bastante bien narrada y actuada serie argentina, ATRAPADOS responde a una fórmula que Netflix repite en decenas de sus producciones: una suerte de producto internacional con un mínimo color local que puede ser adaptable y reconocible desde países y culturas muy disímiles. Coben es un prolífico autor estadounidense de policiales del que se han filmado ya doce libros en formatos serializados. La curiosidad es que hay series de Coben inglesas (la mayoría), polacas, españolas, francesas y ahora argentinas, si bien ninguna transcurre originalmente en esos países. Esto habla de una sola cosa: lo que el hombre hace funciona en buena parte de las sociedades occidentales. Y no cambia demasiado ni la locación ni los personajes. Es un concepto internacional estandarizado, apto para todos los públicos y doblajes.

ATRAPADOS sigue esa fórmula y, gracias a la dirección de Miguel Cohan y Hernán Goldfrid, dos cineastas argentinos con amplia experiencia en el género policial, lo hace de una manera efectiva para lo que, en definitiva, es una trama enredada que se apoya más que nada en una proliferación de pistas falsas y confusiones varias. Ema Garay (Soledad Villamil) es una controvertida periodista de un multimedios de la ciudad de Bariloche (haciendo el esfuerzo de suponer que algo así, con una redacción tan importante, pueda existir) que tiene un programa de TV que se llama como la serie y que se caracteriza por capturar criminales en cámara, in fraganti. La mujer está trabajando en un caso de grooming que tuvo como víctima a una chica local (Maite Aguilar, de ALEMANIA) y lo investiga haciéndose pasar online por una adolescente y así atrapar al culpable.

En paralelo, vemos la vida de Martina Schulz (Carmela Rivero), otra chica de la zona, que aparenta tener contacto con esa misma y oscura figura que aparece en las redes. Así, mientras Ema se hace pasar por una potencial víctima para capturarlo, todo parece indicar que el criminal tiene a Martina como su próxima presa. Y el sospechoso principal de ambos ataques parecerá ser Leo Mercer (el actor hispano-argentino Alberto Ammann), un amable vecino que hace trabajos sociales con adolescentes marginados de la zona y con el que Ema tuvo un breve encuentro amoroso en plena investigación. Pero la «captura en vivo» en su programa televisivo parecerá ser un tanto apresurada y genera más enredos que soluciones. Y en desentrañar esos misterios se irá el resto de los seis episodios de esta serie.

Como en todas las novelas de Coben, los personajes que rodean el caso se cuentan de a decenas. Entre los adultos hay que tener en cuenta también a Marcos (Juan Minujín), un viejo amigo de Leo que colabora en la investigación y al que le cuesta creer que su noble amigo sea culpable de lo que se le acusa: seducir, violar y, llegado el caso, hasta matar mujeres jóvenes. Y a él hay que sumarle a un poderoso empresario local interpretado por Mike Amigorena. A la vez están los adolescentes y la serie habilita la posibilidad de que entre los propios chicos existan secretos que enredan aún más el problema. Allí aparece el propio hijo de Ema, Bruno (Matías Recalt, de LA SOCIEDAD DE LA NIEVE) y otros chicos conectados con la vida de Martina o que van a su misma escuela. Fernán Mirás encarna al atribulado comisario local y, en papeles secundarios, aparecen Victoria Almeida, Germán de Silva, Alián Devetac, María Figueras, Bárbara Massó, Eva Bianco y María Ucedo, entre otros.

Todo funciona siguiendo una aplicada fórmula: cada episodio culmina con una aparente revelación o cambio de eje y los posibles culpables empiezan a acumularse (llegado un punto hay una decena de sospechosos y todos podrían tener un motivo), girando a la vez el eje de la discusión. Es que aquí no solo cuenta el acoso virtual –cuya función en la trama pasa a incluir luego otras formas de interacción online– sino también algunas viejas historias familiares y cuentas pendientes del lugar, además de las ya mencionadas tensiones y celos entre los adolescentes, chicos cuyo comportamiento muchas veces errático y emocional los convierten, aquí y en muchas series similares, en potenciales sospechosos.

ATRAPADAS es una serie bien actuada y formalmente prolija que captura la belleza de Bariloche y sus alrededores con un objetivo que, si la situación político-económica fuera distinta, quizás hasta podría considerarse turístico. Pero le cuesta dar una sensación real de lugar ya que, cambiando nombres y algunos pocos detalles específicos, bien podría suceder todo esto en cualquier otro lado. No hay una mención siquiera a alguna problemática local real sino que se trata de construir una estructura policial medianamente sólida que pueda funcionar en ese territorio único e internacional que manejan las plataformas, algo así como si Netflix fuera un país en el que transcurren las novelas de Coben.

Como decía antes, a ATRAPADOS le tocó la (mala) suerte de coexistir con ADOLESCENCIA, serie que deja al desnudo las debilidades de este tipo de producciones, cuya liviandad queda en evidencia a partir de su potencia realista y su capacidad de indagar a fondo en las subculturas online que manejan los adolescentes. En las novelas de Coben, esos submundos son tan solo excusas narrativas para generar enredadas intrigas llenas de casualidades improbables e impensadas sorpresas. El equipo creativo a cargo de la adaptación supo llevarlo adelante de la manera más profesional posible. Pero a la serie no se le puede pedir mucho más que descifrar quién o quiénes son los criminales y cuáles pueden haber sido sus motivos. Y eso es todo amigos.