Series: reseña de «La residencia» («The Residence»), de Paul William Davies (Netflix)

Series: reseña de «La residencia» («The Residence»), de Paul William Davies (Netflix)

Una peculiar detective se encarga de investigar una muerte sospechosa que tiene lugar en la Casa Blanca en medio de un masivo evento social. Con Uzo Aduba, Giancarlo Esposito, Randall Park y Susan Kelechi Watson. Estreno: 20 de marzo en Netflix.

La nueva serie producida por la prolífica Shonda Rhimes (SCANDAL, BRIDGERTON) se suma a la creciente saga de murder mysteries que han resurgido en los últimos años. Me refiero específicamente al formato a lo Agatha Christie en el que un peculiar detective debe resolver un complicado crimen, usualmente en un espacio relativamente cerrado y un número manejable de sospechosos. El éxito de la saga cinematográfica ENTRE CUCHILLOS Y NAVAJAS o de series como ONLY MURDERS IN THE BUILDING han creado una suerte de moda ligada a este tipo de tramas contadas en tono algo picaresco y ligero. Y LA RESIDENCIA es un ejemplar más del subgénero.

La serie toma como «escena del crimen» nada menos que la gigantesca Casa Blanca, con sus muy diferentes alas y pisos, sus espacios públicos y privados. Y el momento no es especialmente tranquilo, sino en medio de una cena protocolar con una delegación australiana que incluye al Primer Ministro de ese país, a Kylie Minogue (que actúa), a Hugh Jackman (que no) y a unos 150 invitados. Pero todos ellos son secundarios a los verdaderos protagonistas de la historia, que son los cientos de empleados que trabajan en ese lugar. Sobre ellos tratará, fundamentalmente, esta serie.

A lo largo de ocho un tanto largos episodios, lo que se cuenta acá empieza con una muerte: la de A.B. Wynter (Giancarlo Esposito), el jefe de todos los empleados de la Casa Blanca, el Chief Usher, que es algo así como el mayordomo general. En pleno evento social, descubren su cuerpo tirado en el piso y ensangrentado en medio del llamado Game Room –un cuarto que tiene una mesa de pool ubicado al lado de varias habitaciones– y el Servicio Secreto decide convocar a la policía local para investigar el misterioso caso.

La que llega es Cordelia Cupp (Uzo Aduba), una muy perceptiva detective que tiene sus ritmos, sus obsesiones y peculiaridades. Si bien no es excéntrica a lo Benoit Blanc, tiene características un tanto inusuales, como mirar pájaros todo el tiempo y usar sus comportamientos para entender lo que sucede. Y el formato de la serie se detendrá en las entrevistas y descubrimientos que ella va haciendo a lo largo de esa noche en la que terminarán exigiendo a todos los invitados que se queden allí hasta descubrir qué es lo que sucedió. A eso, el guión le agrega una presentación que los implicados en el caso hacen ante el Senado varios meses después y algunos flashbacks –reales o inventados– a situaciones previas a la muerte de A.B.

El Servicio Secreto considera el caso como un suicidio, pero pronto Cordelia –ayudada hasta cierto punto por un agente del FBI que interpreta Randall Park– descubre que casi todo el personal de la Casa Blanca tenía alguna bronca con A.B., desde la cocinera oficial al encargado de postres, la que organiza eventos, el hermano y la suegra del presidente, algunos miembros del Servicio Secreto, la persona que iba a reemplazarlo en sus funciones (A.B. estaba a punto de jubilarse), una empleada alcohólica, personal técnico y hasta la propia Kylie Minogue. La serie intentará llevar a los espectadores a especular respecto a las posibilidades que tal o cual sea el/la/los culpables, pero la acumulación de sospechosos con motivos plausibles es tal que hay un momento en el que ya no importa demasiado quién lo hizo.

En ese sentido, la serie es apenas funcional y, en el mejor de los casos, ligeramente entretenida. Tal vez lo más interesante para mirar en THE RESIDENCE sea entender cómo funcionan los pasillos secretos del poder en la intimidad. No tanto en los escenarios públicos sino en la vida cotidiana en la casa en la que viven que, en el caso de los Estados Unidos, es la misma que en la que trabajan. La Casa Blanca funciona como un mundo, con cientos de empleados que cumplen incontables funciones en un lugar que tiene 132 habitaciones (16 de ellas familiares y para invitados), tres cocinas y 35 baños, distribuidos en seis niveles. Y allí, claramente, suceden cosas. Hay tensiones, peleas, frustraciones, amores y odios.

No es una serie sobre política (no se habla de partidos y lo más llamativo es que el presidente es gay y tiene un Primer Marido) y, si bien se mencionan ex presidentes reales, los ligados al caso son de ficción. Tomando como referencia el libro homónimo de Kate Anderson Browe –que no trata sobre un crimen en la Casa Blanca sino que explica cómo funciona el lugar internamente–, lo que hace LA RESIDENCIA es meterse adentro de una muy prolijamente reconstruida casa y jugar una trama detectivesca con decenas de integrantes y muchísimos sospechosos. Esa curiosidad, sumada a la singular actuación de Aduba en el rol principal, es el mayor atractivo de una serie que enreda el rulo más veces de lo necesario en el juego de adivinar quién o quiénes son, finalmente, los asesinos del mayordomo.