
Series: crítica de «División Palermo – Temporada 2», de Santiago Korovsky (Netflix)
Los miembros de la guardia urbana inclusiva vuelve a meterse en graciosos problemas en la nueva temporada de la serie creada por Santiago Korovsky, en la que actúa junto a Pilar Gamboa y Daniel Hendler, entre otros. Desde el 17 de julio, por Netflix.
Comedia de oficina con un costado policial –un tanto THE OFFICE, otro poco BROOKLYN NINE-NINE–, la primera temporada de la serie de Santiago Korovsky se transformó en una verdadera sorpresa dentro del panorama local, aplicando un estilo humorístico inteligente y a la vez directo, uno que puede ser sofisticado y tradicional al mismo tiempo, como quien le da dos vueltas a una broma mala para hacerla buena otra vez. Con su team de agentes de seguridad discapacitados, capaces de hacerse pesadas bromas entre sí de un modo que no podría hacer la mayoría de las otras personas, DIVISION PALERMO parece romper la barrera entre lo que se considera políticamente correcto e incorrecto hasta anular por completo –al menos en este caso– esa distinción. Y ese humor, sostenido por sutiles, constantes e inteligentes gags verbales o visuales creados por Korovsky y equipo permiten que la segunda temporada de la serie siga sosteniendo su nivel y hasta pueda meterse más a fondo en terrenos un tanto arenosos de la política local.
DIVISION PALERMO intenta acomodarse en un territorio que va más allá del formato usual de este tipo de comedias, que se suelen organizar en torno a una específica situación por episodio. Lo que hacen aquí es mantener un eje narrativo general que los abarca a todos ellos. Otro modelo a optar –que quizás hasta podría ser más efectivo– es el que usan las series citadas en el párrafo anterior: muchos capítulos individuales con algunos conectores generales. Korovsky y equipo hacen eso, sí, pero en el contexto de una trama general que integra a los seis episodios que tiene la temporada. En este caso, el punto de partida pasa por la curiosa y secreta convocatoria de Felipe (el propio Korovsky) a ser parte de los servicios de Inteligencia para infiltrarse en una organización criminal.

Esta «convocatoria» genera una serie de nuevas confusiones en la División, especialmente entre Felipe y su novia, Sofía (Pilar Gamboa), que no sabe de su secreto y su relación empieza a resquebrajarse. Así, mientras torpemente Felipe intenta investigar e integrarse a una supuesta banda criminal que encabeza Milton (Juan Minujín), dueño de un «café de especialidad» de la zona, los demás personajes de la peculiar brigada van atravesando distintas y en muchos casos absurdas circunstancias que, en términos generales, son más graciosas que las generadas por la trama central.
Desde la breve aparición de Martín Piroyansky como un muy dotado y amable agente de una división vecina hasta las angustias personales de Miguel (Daniel Hendler), más interesado en su obra de teatro que en el funcionamiento de la brigada que supuestamente supervisa, pasando por las particulares situaciones que atraviesan Edgardo, el joven ciego (Facundo Bogarín); la anciana Betty (la recientemente fallecida Nilda Sindaco, a la que le está dedicada la temporada) que en un momento es reemplazada por Boti, una Inteligencia Artificial, y los torpes policías que encarnan Martín Garabal y Charo López, entre otros.

Hay un ingenio utilizado por Korovsky para algunas salidas humorísticas breves y ocasionales que no es tan usual en la comedia argentina y que ha adaptado muy bien de sus pares estadounidenses, especialistas en ciertos toques cómicos de esos que pueden pasar inadvertidos por su sutileza. Junto a eso –y de un modo un tanto curioso–, DIVISION PALERMO se especializa en chistes de salón en algunos casos un tanto burdos que funcionan bien por el contexto y por ser hechos por las mismas personas con discapacidades que son objetos de esas burlas. Un episodio que involucra un robo a un banco hecho por discapacitados enojados porque no consiguen trabajo en la División Palermo es algo así como un festival de ese tipo de bromas, incluyendo ciegos que se chocan contra objetos o parapléjicos demasiado lentos como para abrir una caja fuerte o escapar. El espíritu entre jovial y solidario de la serie impide que puedan ser tomados de un modo ofensivo.
En el medio de las idas y vueltas de la trama, DIVISION PALERMO incorpora una ácida crítica política ligada a los cuestionables operarios de Inteligencia (encarnados acá por Alejandra Flechner y Guillermo Arengo) y a las aún más tortuosas manipulaciones de los líderes políticos, desde Valeria Lois («aprendí a hablar con la e y ahora quieren que pose en fotos con armas») a Esteban Bigliardi, un candidato igualmente sinuoso que rivaliza con ella. Da la impresión que este tipo de guardias urbanas «políticamente correctas» que solían servir para lavar la cara y dar una imagen socialmente responsable de los gobiernos hace unos años (cuando se craneó la serie) hoy no resultan muy útiles, en función de un clima de época bastante desinteresado –por no decir cruel– con estos temas y personas. Y eso se hará sentir también…

El único costado de DIVISION PALERMO que no funciona y que se mantiene desde la primera temporada es su inusitado grado de violencia. Para ser una serie ligera, graciosa y tan solo un tanto ácida sobre guardias civiles torpes pero tiernos resulta un tanto llamativa la cantidad de violentos tiroteos, decenas de muertos y asesinatos a sangre fría que tiene, al punto de incluir un cadáver cortado en pedazos que aparece metido adentro de una heladera. Si bien algún crimen puede ser gracioso (matan a un agente porque lo confunden con otro por motivos que ya verán), la cantidad de asesinatos, por más absurdos que se presenten, termina siendo excesivo y conspira contra el tono ameno –y si se quiere hasta familiar– de la serie.
Más allá de eso, DIVISION PALERMO continúa siendo una de las series más ingeniosas, simpáticas y logradas entre las realizadas en la Argentina. Sin apelar casi en ningún momento al costumbrismo, priorizando el diálogo, las salidas (one liners) ingeniosas y el gag visual como recursos humorísticos principales, la serie armada por Korovsky y compañía se destaca aún dentro de un panorama de la comedia local que viene renovándose hace ya unos años gracias a series como PORNO Y HELADO, VIUDAS NEGRAS y varias otras. Tengo la impresión que DIVISION PALERMO está un escalón por encima de sus pares y debería ser, en más de un sentido, el espejo en el cual mirarse.
«Si bien algún crimen puede ser gracioso (matan a un agente porque lo confunden con otro por motivos que ya verán), la cantidad de asesinatos, por más absurdos que se presenten, termina siendo excesivo y conspira contra el tono ameno –y si se quiere hasta familiar– de la serie.»
En esto desacuerdo. Justamente la crudeza de su costado policial y thriller y el contrase que establece con lo humorístico es uno de los grandes logros de la serie y del que deberían aprender otras series y películas argentinas «serias».
¿Por qué debería ser familiar?
excelente serie. De las mejores que he visto en mi vida