Estrenos: crítica de “Casa del teatro”, de Hernán Rosselli
La nueva película del director de “Mauro” es un documental que transcurre en la institución que alberga a actores jubilados de bajos recursos y que se centra en uno de ellos, que tiene serios problemas psíquicos. Un sutil, formalmente riguroso y sentido film sobre los extraños vericuetos de la memoria.
El título puede resultar un poco engañoso, especialmente para los que esperen un documental sobre el así denominado “albergue de artistas jubilados con necesidades económicas y de vivienda”. El filme del director de MAURO no es eso –si bien eso está implícito en cada plano– sino un retrato de Oscar Brizuela, uno de los actores que vive allí. Brizuela, un intérprete no muy conocido, vive en la Casa hace varios años y de a poco iremos conociendo su complicada historia personal.
Rosselli va desandando esa historia, como en su anterior filme, de una manera indirecta, esquiva, lateral, haciendo de la estructura del filme una suerte de reflejo formal de las dificultades psíquicas del protagonista. Iremos viendo algo de su carrera profesional (apenas imágenes de una curiosa película inédita, titulada POKER DE AMANTES PARA TRES, de 1969), pero más que nada conoceremos retazos de su historia: un posible ACV que lo dejó con problemas para caminar además de dificultades con la memoria y la organización del tiempo, un pasado familiar complicado que incluye muchos años vividos en el exterior, asuntos familiares irresueltos, y así.
En cierto modo, CASA DEL TEATRO se vuelve una película detectivesca por partida doble. Por un lado, porque con la literal ayuda de un investigador Oscar quiere averiguar qué pasó con su hijo, a quien no ve hace años. Y, por otro, por la “investigación” que espectador, cineasta y el propio Oscar deben hacer a partir de esa poco confiable y difusa memoria. Rosselli va desentrañando ese misterio mientras describe el mundo de Oscar en la casa, a los otros artistas que viven allí y las actividades que hacen y que los ayudan a estar mejor física y psíquicamente. Y todo eso aporta a lo que la película finalmente es: un retrato íntimo y potente de una persona, un recorrido por momentos inquietante (el pasado de Oscar tiene su densidad), por otros divertido y finalmente bastante cariñoso y emocional sobre un hombre quebrado que trata con dificultad de ponerse de pie y rearmarse a partir de sus pedazos sueltos. La vida como un rompecabezas.
Del 25 al 31 de octubre, a las 16.30 y 21.30 en la Sala Lugones. Los viernes a las 20 en el MALBA.