Festival de Mar del Plata 2019: críticas de la Competencia Latinoamericana

Festival de Mar del Plata 2019: críticas de la Competencia Latinoamericana

por - cine, Críticas, Festivales
07 Nov, 2019 05:01 | Sin comentarios

Aquí van críticas de las películas que compiten en esta sección, incluyendo las de Andrés Di Tella, Alejo Moguillansky, Maya Da-rin, José Luis Torres Leiva, Ignacio Agüero y otros.

LA PROTAGONISTA, de Clara Picasso. Una actriz sin suerte se convierte en noticia de la manera menos pensada. Ese es el punto de partida y el «gancho» de esta película argentina protagonizada por Rosario Varela, quien encarna a Paula, una chica que termina haciéndose (relativamente) famosa al quedar involucrada en un caso policial con mucha trascendencia televisiva. Es un tipo de celebridad que no espera ni imagina y con la que no se siente del todo cómoda. Aunque, en realidad, Paula no parece sentirse del todo cómoda en ningún lado, con fama o sin ella.

A lo largo de esta comedia dramática de la directora de EL PASANTE, la tímida Paula intenta usar este súbito foco de atención sobre ella con sus amigos, cuando se reencuentra con un viejo amor o en fiestas y reuniones con colegas y amigos. Pero no resulta del todo efectivo. El golpe de fama dura poco y, de todas maneras, las cosas se le siguen complicando a la chica por su propio modo de enredarse en sus contradicciones. El título parece dejar en claro que eso de ser «protagonista» (en lo social o en lo personal) no le sienta necesariamente bien a todo el mundo.

Con algunas reflexiones sobre el universo actoral (las inseguridades, los celos, la sensación de que siempre a los demás les va mejor que a uno), LA PROTAGONISTA es también, y más que nada, una lúcida exploración sobre las dificultades de una persona para hacerse cargo de sus propios actos, su propia vida. Y la trama del film viaja un poco en abismo, de la misma manera que la vida de Paula, dejándose llevar por las circunstancias, imposibilitada de tomar las riendas de su propio relato. Así en la vida como en el escenario.

A FEBRE, de Maya Da-rin (link)

FICCION PRIVADA, de Andrés Di Tella (link)

LEMEBEL, de Joanna Reposi Garibaldi. Esta suerte de documental biográfico acerca de un notable personaje que dice no querer que le hagan un documental biográfico es todo lo original y creativo que se merece el personaje en cuestión: Pedro Lemebel, célebre escritor, poeta y performer homosexual chileno (odiaba la palabra «gay» y prefería otras mucho más crudas, todas ellas citadas en la película). Gracias a su testimonio, sin embargo, a increíble material de archivo, a seguirlo en su cotidianidad de sus dificultosos últimos años de vida, la película nos cuenta su historia en contexto de un Chile conservador. Si las noticias de hoy nos permiten ver que ese conservadurismo sigue existiendo allí, imaginen lo que era cuando Pedro apareció en plena dictadura de Pinochet con su drag show y sus brutalmente honestos textos.

La película homenajea a Lemebel también desde el trabajo que se han hecho sobre los archivos, tratando de evitar en todo momento el retrato convencional de este tipo de biografías cinematográficas. Con imágenes sucias, retocadas (el DF es Niles Atallah, director de REY), materiales de época con los que la directora juega tipo collage, LEMEBEL es la película que «la loca» merecía. A la altura de su potencia rupturista –sus comentarios en la televisión chilena son de antología, más si se toma en cuenta el contexto pacato y el pacto de silencio con los crímenes de la dictadura– y de su descontracturada manera de tocar temas espinosos y, en ese momento y todavía ahora, revolucionarios.

LINA DE LIMA, de María Paz González. Toda una curiosidad esta coproducción chileno-peruana-argentina que se centra, básicamente, en la curiosa experiencia de una mujer de Perú (la reconocida actriz Magaly Solier) que vive y trabaja hace tiempo en Santiago de Chile. Curiosa porque, lejos de ser la esperable película sobre un personaje que debe adaptarse a un lugar y modo de vida distintos a los propios, se puede definir como un musical con altas dosis de sexo acerca de una mujer encerrada en una casa, aburrida, frustrada y haciendo lo posible para soportar esa situación.

Es que Lina trabaja en Chile como empleada doméstica, pero durante buena parte del film vive en la lujosa casa que está construyendo su patrón. Extraña a su hijo que vive en Lima, pero él parece ya desentendido de su intensa madre, algo que complementa con la aparición de una novia, entre otras novedades. Lina la pasa mal, emocionalmente, pero logra salir de esa frustración, digamos, de dos maneras diferentes pero igualmente placenteras: por un lado mediante contactos sexuales casuales que maneja desde su «otro hogar» y, por otro, a partir de su imaginación, lo cual transforma la película en un musical hecho y derecho, con números cada vez más elaborados y sofisticados que le permiten a la mujer lidiar mejor con sus problemas. Una solución mágica, si se quiere, pero cinematográficamente perfecta.

NUNCA SUBI EL PROVINCIA, de Ignacio Agüero. Premiado como mejor film en FID Marseille, la nueva película del veterano documentalista chileno (EL OTRO DIA, CIEN NIÑOS ESPERANDO UN TREN) recupera, como suele pasar con buena parte de su cine, otras películas e historias propias para actualizarlas. Acá el tema, como en buena parte de su obra, tiene que ver con la gentrificación, la arquitectura y la edificación de horribles edificios modernos que no solo son desagradables sino que destruyen bellas construcciones y, de hecho, terminan arruinando la vista de la ciudad. Desde su ventana antes podía ver el cerro Provincia –que da título al film– pero ahora, por culpa de un edificio construido frente a su casa, prácticamente no puede verlo más.

Pero si bien esto suena como un típico documental de denuncia, nada más alejado eso de la búsqueda de Agüero, quien es más bien un observador crítico de muchos de los cambios que se producen a su alrededor pero siempre desde la experiencia personal, la observación y la calidez para el retrato. Su cámara se detiene en detalles ligados a la luz en su casa o a la presencia de pájaros, en conversaciones con vecinos y en imágenes del pasado que reaparecen para mostrar no solo las modificaciones urbanas sino los cambios en su vida. Mientras, su voz lee cartas y reflexiona no necesariamente sobre cuestiones edilicias sino que toma esa situación como punto de partida para seguir contando su personal experiencia enfrentado a una ciudad que cambia, lenta pero inevitablemente, frente a sus ojos.

POR EL DINERO, de Alejo Moguillansky

SIRENA, de Carlos Piñeiro. Elegante aunque un tanto académica es esta película boliviana que transcurre en una isla, en 1984, a la que llega un grupo de personas a buscar el cadáver de una persona desaparecida en el Lago Titicaca. Allí, además de los desencuentros internos entre el desparejo grupo, aparece otro problema: los aymaras que, aparentemente, han encontrado el cuerpo se niegan a devolverlo ya que ciertas costumbres y mitos ancestrales los llevan a querer retenerlo.

El film irá, por un lado, detallando las tensas negociaciones y encuentros entre ambos grupos (choques claramente culturales) así como la relación que se va tensando entre quienes lo buscan y los encargados de llevarlos hasta ese desolado y extraño paraje. Una sólida e inteligente película sobre las distintas diferencias sociales, culturales y económicas a la que quizás le falte un poco de intensidad dramática para combatir el tono parsimonioso que la conduce, casi, de principio a fin. De todos modos es una valiosa opera prima.

UM FILME DE VERAO, de Jo Serfaty. Siempre digo que el cine brasileño es el más sorprendente del continente y esta película es prueba de ello ya que no responde a ninguno de los parámetros e ideas previsibles con las que funciona el cine latinoamericano de circulación internacional. Quizás es por eso que la película no haya tenido tanta repercusión en festivales europeos, pero debería, ya que es una de las más originales que se han visto este año en ese país.

Lo que empieza casi como una suerte de caótico muestrario de las vidas veraniegas de un grupo de adolescentes en un barrio marginal de Río de Janeiro, con todos sus hábitos de millennials tercermundistas, de a poco se va convirtiendo en un querible coming of age que pone en juego, también, las diferencias raciales y culturales, haciendo eje también en la fuerte presencia de la religión evangélica en esos barrios periféricos, pero desde un punto de vista más complejo e interesante que el esperable. Una película encantadora y muy valiosa.

VENDRA LA MUERTE Y TENDRA TUS OJOS, de José Luis Torres Leiva (link)