Berlinale 2020: crítica de «Un crimen común», de Francisco Márquez (Panorama)
La nueva película de uno de los codirectores de «La larga noche de Francisco Sanctis» se centra en las consecuencias de un asesinato en la vida de una mujer, interpretada por Elisa Carricajo.
La primera película «solista» del codirector de LA LARGA NOCHE DE FRANCISCO SANCTIS tiene algunas diferencias específicas respecto a su anterior y exitoso film que pasó por el Festival de Cannes y fue premiada en BAFICI, pero son muchas más las coincidencias, ligadas a la idea de combinar ideas sociales y políticas en contextos de cine de suspenso, casi de género. Es un tipo de película que, por motivos que exceden el marco de esta crítica, no se ha explorado mucho en el cine argentino en lo que va del siglo XXI (a su manera, bastante diferente, el cine de Santiago Mitre o el de Benjamín Naishtat funciona por carriles parecidos) pero que tiene una larguísima tradición en el cine mundial.
Márquez toma un caso policial a partir de la mirada de una protagonista –testigo privilegiada, si se quiere– para tornarlo primero en un drama psicológico acerca de las repercusiones de ese crimen en esa mujer y luego llevar esa situación de lo personal e íntimo a lo social y político. Una película que trabaja sobre interesantes temas como la empatía y sus límites, la diferencia entre la teoría y la práctica y, más que nada, cómo las diferencias de clase marcan muchas veces a fuego la vida de las personas, lo quieran o no.
Cecilia (Elisa Carricajo, del grupo Piel de Lava) es una profesora universitaria de clase media, una mujer politizada y progresista que parece tener muy en claro su visión del mundo. Está separada, tiene un hijo y todo parece correr por carriles normales hasta que una noche tarde escucha ruidos fuera de su casa. Cuando golpean su puerta reconoce a Kevin, el hijo de la mujer que limpia en su casa y, por temor, decide no abrir la puerta. El asunto no terminará bien para Kevin y Cecilia, al descubrirlo y saberse «indirectamente» parte de la historia entrará, de allí en adelante, en crisis. Su castillo intelectual (llamémoslo, simplificando, progre) parece derrumbarse y, con ello, su propia relación con el mundo que la rodea.
Con algo «dostoievskiano» (desde el título y algunos de los temas), UN CRIMEN COMUN explora primero esa debacle personal para luego confrontarla con la relación entre el hecho en sí, su situación y el mundo real en el que se inserta. Es decir, con el admitir o no –para sí misma primero, pero públicamente después– su inacción en un momento clave y afrontar las consecuencias de esa debilidad, miedo y fragilidad. Por decirlo de otro modo, con la decisión de limitar su idea de la solidaridad al ámbito de la teoría y no de la práctica.
Con un clima oscuro e intimidante –que tiene puntos en común con el anterior film de Márquez– y con un sutil manejo del lenguaje cinematográfico que la aleja del thriller social realista más convencional al punto de apostar por un formato «cuadrado» de pantalla, UN CRIMEN COMUN pone en juego a través de la historia de Cecilia una serie de temas relevantes a nuestros tiempos políticos, pero desde un lugar inteligente y sutil. ¿Qué sucede cuando una persona que se cree «del lado correcto» en sus ideas sobre el mundo y sus injusticias desnuda, ante una situación de presión, sus prejuicios de clase y sus miedos más burgueses? ¿Cuánto se comprende la experiencia «del otro» desde la teoría cuando nunca se la ha vivido realmente de cerca como para saber lo que implica en la práctica cotidiana?
Preguntas que exceden, claramente, el marco de un thriller y que, lamentablemente, se exploran poco en el cine argentino narrativo (no documental ni experimental), salvo en casos como LA PATOTA o ROJO, por citar algunas películas que plantean similares dilemas morales y personales a través de sus protagonistas. LA LARGA NOCHE DE FRANCISCO SANCTIS ponía, también, en juego estas tensiones (un «hombre común» teniendo que tomar decisiones de fuertes implicancias políticas) y la nueva película de Márquez cambia el escenario y el tiempo pero trabaja sobre ejes parecidos. Aquí y ahora siguen sucediendo similares situaciones de violencia que, aunque no parezcan directamente políticas, están insertadas en una realidad específica que así la vuelven. Y antes, como ahora, tal vez no sea tan sencillo como parece, ideológicamente al menos, saber cómo actuar, qué hacer, hasta dónde uno está dispuesto a jugarse por el otro, por los otros. Plantear estas cuestiones desde el drama y hacerlo a partir de preguntas más que desde las respuestas es el gran mérito de esta muy buena película.
«un tipo de película que, por motivos que exceden el marco de esta crítica, no se ha explorado mucho en el cine argentino en lo que va del siglo XXI».
Desde el triunfo del Nuevo Cine Argentino, no? Necesitamos ese texto que exceda el marco…
Abrazo
A lo que voy, en este caso, es a la ausencia de «la película de género con preocupaciones sociales», digamos, y no a la idea más generalizada –que vos habitualmente proponés y hasta cierto punto yo coincido– de que el NCA no ha tratado temas políticos y menos durante el macrismo. Acaso el hecho de esta falta tenga que ver más con la formación de buena parte de los cineastas del NCA y no tanto desde un lugar ideológico. No hace falta que diga esto, ya que lo sabemos ambos, pero es cierto que la FUC no se caracterizó por «generar» cineastas que apostaran por un formato clásico narrativo. Siempre estuvieron más cerca de Rivette o Rohmer que de Costa Gavras o los thrillers americanos paranoicos de los ’70 con los que se formaron los Campanella y Bielinskys de la generación anterior. O, claro, Aristarain.
Son películas que apuestan a una solidez de guión que en esa época no se defendía o apreciaba lo suficiente y a convenciones clásicas de actuación, puesta en escena, dramaturgia en tres actos, etc, de la que el NCA muchas veces intentó alejarse también para despegarse de la generación previa. No hablo de un cine político a lo Straub (eso, bien o mal, se ha hecho) sino del clásico thriller político como podría ser, en cierto modo, EL SECRETO DE SUS OJOS. Me parece que las películas de Santiago Mitre apuestan un poco a eso. Obviamente las de Naishtat también. Quizás algunas más, pero no muchas han sido relevantes.
Para mí lo que suele pasar con muchas de esas películas es que están pero casi no nos enteramos de su existencia. Hay mucho policial «social» que se estrena los jueves en el Gaumont y listo. De esos que solo nos enteramos los que trabajamos viendo demasiadas de esas películas o los que viajan mucho en subte y ven los posters en las escaleras mecánicas. Hay mucho thriller sobre corrupción policial, empresarios asesinos, narcotraficantes entongados con el estado y así, solo que son malos, berretas y pasan merecidamente desapercibidos.
Lo que falta, creo, son buenos thrillers socio-políticos, hechos con la rigurosidad que tienen los de Francisco Márquez, por ejemplo. Lo que suele suceder, como sabés, es que llaman más la atención otro tipo de películas en los festivales. Y la prensa/crítica muchas veces solo reporta sobre eso. Creo que es una discusión con varios ejes que vale la pena tener.
abrazo
Una película estupenda que de alguna manera tocaba estos temas de «dilema moral» -aunque de manera más indirecta- es CULPABLE de Hugo del Carril. Aquí no entraban en crisis los principios o la ideología, pero si «el hombre y su clase social, el hombre y su circunstancias». Y hasta donde inciden realmente ! Más allá del lugar donde hayas nacido o las duras circunstancias que te tocaron atravesar; también existe la responsabilidad individual !
APASIONANTE PELÍCULA.
Hola cómo se puede acceder a visionsr la peli?
Gracias!
Cuando se estrene en cines, me temo…
Adolece de una morosidad que atenta contra los climas que pretende construir y cae como en una especie de rulo repetitivo que no acumula tensión, terminando generando impaciencia por el desenlace.
«Cuando golpean su puerta reconoce a Kevin, el hijo de la mujer que limpia en su casa y, por temor, decide no abrir la puerta»…
NO, claramente no lo reconoce. Es una noche lluviosa y cuando ve la figura detrás de la ventana, reflejada por un trueno, de golpe, Cecilia se arroja al suelo. Kevin dice «Cecilia, Cecilia» cuando Cecilia aún no se despertó por los golpes en la puerta/ventana.