Estrenos online: crítica de «La burbuja», de Judd Apatow (Netflix)

Estrenos online: crítica de «La burbuja», de Judd Apatow (Netflix)

por - cine, Críticas, Estrenos, Online, Streaming
01 Abr, 2022 08:56 | comentarios

Esta comedia del director de «Virgen a los 40» se centra en la caótica filmación de una película de acción hecha durante la etapa más dura de la pandemia. Con David Duchovny, Pedro Pascal, Karen Gillan, Iris Apatow y Leslie Mann. Estreno de Netflix.

Películas como LA BURBUJA son deprimentes en muchos sentidos. Primero, por ver a un director una vez admirado caer en la más insulsa de las parodias. Segundo, por ver a un grupo de muy buenos comediantes haciendo sacrificios sobrehumanos por tratar de sacarle gracia a un guión que no la tiene por ningún lado. Y, tercero, por la propia película en sí, una comedia sin gracia de más de dos horas que trata de hacer humor con la pandemia de la manera más básica posible.

Parodias hollywoodenses sobre filmaciones caóticas se han hecho muchas. Acaso no hay nada que le guste más a la industria que reírse de vez en cuando de sí misma. Uno podría pensar que el punto de partida de LA BURBUJA tiene su originalidad: no debe haber sido nada común filmar durante la primera etapa (pre-vacunas) de la pandemia. Y lo que Apatow intenta aquí, en parte, es mostrar lo doblemente caótico que puede ser un set de filmación con los «protocolos» contra el COVID-19.

La película del director de VIRGEN A LOS 40 es, de entrada, bastante aparatosa y apuesta a un estilo de comedia bastante grueso. No hay nada malo en eso, inicialmente, pero con el correr de los minutos queda claro que no es el estilo que mejor le cabe a un realizador que se caracteriza por comedias más humanas y con personajes reconocibles, como LIGERAMENTE EMBARAZADA o la reciente (y muy buena) THE KING OF STATEN ISLAND.

El eje aquí es el rodaje de CLIFF BEASTS 6, enésima secuela de una suerte de versión barata de JURASSIC PARK que se filmará durante la pandemia. El rodaje se hará en un gran caserón de la campiña inglesa con un equipo inexistente (no hay casi técnicos en la filmación, lo cual podría ser entendible por la pandemia pero es demasiado poco para una producción de supuestos 100 millones de dólares), una decena de actores y personas encargadas de la salud y la hospitalidad.

La protagonista principal es Carol (Karen Gillan, la «Nebula» del universo Marvel, alguien seguramente acostumbrado a este tipo de rodajes llenos de efectos y pantallas verdes), que no quiso actuar en la quinta parte y vuelve, con la cabeza gacha, tras el fracaso de algo llamado «Jerusalem Rising», un film de ciencia ficción en el que palestinos e israelíes se unían para combatir extraterrestres que fue destrozada por la crítica. No la reciben bien, por cierto. Pero los problemas principales son otros.

Todo el elenco debe hacer cuarentena en sus cuartos por quince días y, al reunirse, ya están todos alterados mentalmente, bastante más de lo habitual. El grupo lo integran Dieter Bravo (Pedro Pascal), un actor del Método que usa distintos acentos todo el tiempo y se toma muy en serio a sí mismo; Sean Knox (Keegan-Michael Key), que está pendiente de un emprendimiento pseudo-religioso que creó; Lauren Van Chance (Leslie Mann) y Dustin Mulray (David Duchovny), un matrimonio de estrellas enfrentados entre sí, y Krystal Kris (Iris Apatow, la otra hija del director además de la estrella de EUPHORIA Maude), una celebridad de TikTok con más de 120 millones de seguidores.

A todos ellos los debe guiar Darren Eigen (Fred Armisen), un director indie que ganó en Sundance por una película hecha con su iPhone 6 mientras trabajaba en una tienda de la cadena Home Depot. Y, previsiblemente, no es la persona indicada para la tarea. Pero los problemas principales pasan por la seguridad extrema y los protocolos instalados por el productor (Peter Serafinowicz) que van enloqueciendo cada vez más a un elenco que ya de entrada tiene poca sanidad mental.

Pero en algún punto la pandemia también se olvida y lo que queda es otra hora y media de muy poco graciosas situaciones en el rodaje de una película de acción con efectos especiales en la que los actores se llevan mal entre sí, se pelean con el director, se rebelan contra la producción, consumen cocaína, se acuestan con el que se cruza adelante (sin respetar nunca los benditos protocolos), hacen videos bailando para TikTok y escenas de acción con esos benditos fondos verdes que salen siempre bastante mal. Y así, una y otra vez, en un rodaje que se estira por meses y que es tan interminable como ver LA BURBUJA.

Quizás los más divertidos acá son los que ven todo un poco desde afuera: la gente del hotel, los del «protocolo Covid» y así, un grupo de cómicos jóvenes y no tan conocidos (entre ellos Vir Das, Samson Kayo, Harry Trevaldwyn y la chica de BORAT 2, María Bakalova), con los que el público se debería identificar, ya que son testigos de las ridículas demandas, el caos y los fastidios de las estrellas en cuestión.

La película cae y sigue cayendo estrepitosamente y no hay nada que la salve, ni siquiera los cameos de celebridades (Kate McKinnon, Daisy Ridley, James McAvoy, John Lithgow, el músico Beck y otros) que aparecen de tanto en tanto. Y aún cuando pueda haber algunos momentos divertidos –que bien podrían ser parte de un sketch de programas tipo Saturday Night Live–, el contexto es tan agotador que uno ya no tiene ni fuerzas para reírse.

LA BURBUJA es de esas películas que te hacen pensar que la decisión de Netflix de poder ver las películas más rápido de lo normal quizás no sea tan ridículo después de todo. Pero si uno no lo hace, las dos horas y algo de este desastre cinematográfico se hacen interminables y hasta algo irritantes.

Es cierto que estamos hablando de un film hecho en pandemia, seguramente escrito y filmado como una manera de utilizar el tiempo y dar trabajo durante la época más dura del asunto, por lo que esto quedará más como una anécdota olvidable en la carrera de Apatow y no necesariamente como un paso en falso real. Pero ver a dos muy buenos realizadores de comedia como él o Adam McKay dirigir films tan poco interesantes como este o NO MIREN ARRIBA hace pensar si esto no puede en realidad ser un problema un tanto más serio. ¿Será que se olvidaron cómo hacer reír?