Estrenos: crítica de «Ese crimen es mío», de François Ozon

Estrenos: crítica de «Ese crimen es mío», de François Ozon

por - cine, Críticas, Estrenos
01 Nov, 2023 10:52 | 1 comentario

Una actriz sin trabajo se declara culpable del crimen de un abusivo productor en esta comedia policial adaptada de una obra teatral de 1934 por el director de «8 mujeres». Estreno en cines: 2 de noviembre.

En un estilo retro, de farsa y vaudeville, adaptado de una obra teatral de 1934, ESE CRIMEN ES MIO es el último film de François Ozon, un cineasta de una ya larga carrera que se ha especializado en este tipo de relatos y de relecturas estilísticas. Aquí, más que una relectura, lo que hace es aprovechar una obra de los años ’30 sorprendentemente feminista ya de origen –con sus diferencias con la versión actual del feminismo, pero igualmente– para hablar, de una forma ligera y entretenida, de algunos asuntos más que actuales.

Si a eso se le suma el aporte de media docena de grandes estrellas y nombres reconocidos del cine francés, ESE CRIMEN ES MIO está dentro de los títulos más logrados de la última etapa del realizador de 8 MUJERES, una película a la que se parece bastante. Estamos ante una comedia policial que juega en un territorio similar al de la serie ONLY MURDERS IN THE BUILDING, a la saga de películas KNIVES OUT, de Rian Johnson, y al de incontables films de los años ’30 y ’40: grandes actores, veteranos del cine y del teatro, actuando para la platea y divirtiéndose bastante –o eso parece– mientras lo hacen.

ESE CRIMEN ES MIO comienza, precisamente, con un crimen. Madeleine Verdier (Nadia Tereskiewicz, de BABYSITTER) es una actriz que no consigue trabajo y vive con Pauline (Rebecca Marder, de A RADIANT GIRL), una abogada recién recibida, en un pequeño piso parisino. Como casi no tienen trabajo, las chicas deben meses de alquiler y el dueño está por echarlas. Madeleine está en pareja con André (Édouard Sulpice), el heredero de una empresa de neumáticos, pero el tipo piensa casarse con otra mujer y la quiere solo como su amante.

Todo pega un extraño giro cuando Madeleine regresa de una reunión con un importante productor de cine llamado Montferrand (Jean-Christophe Bouvet) y le confiesa a Pauline que el tipo intentó abusar de ella. Al día siguiente Montferrand aparece asesinado y la policía sospecha de Madeleine, que al principio niega todo pero luego confiesa ante las autoridades (Fabrice Luchini se luce en el rol de un juez de instrucción) haber sido ella, en defensa propia. Allí comenzará el juicio en el que Pauline defenderá a Madeleine y hasta le escribirá los textos que tiene que decir en la corte como si fuera una actriz interpretando un papel.

Es claro que todo esto es una performance y que la chica no fue la que mató al productor. Lo que hace es aprovechar la situación para volverse famosa, transformando la corte en su escenario personal. Y lo logra. Al poco tiempo se ha convertido en una celebridad que sale en la tapa de todas las revistas y es llamada para los más importantes roles en cine y teatro. Pero es claro que en algún momento se descubrirá la verdad. Y allí la historia empezará a dar varios giros, muy propios del vaudeville teatral, que funcionarán sorprendentemente bien.

Ozon –que se las arregla para homenajear a Billy Wilder y su película francesa de 1934 MAUVAIS GRAINE, protagonizada por Danielle Darrieux– maneja todo con un indudable conocimiento del género: rápidos diálogos, fina ironía, una cierta malicia y una incorrección política más propia de esa época que de la actual. Es claro que Madeleine y Pauline mienten, pero su causa tiene sentido ya que el productor fallecido –una especie de Harvey Weinstein de los años ’30– era un violador. Y el resto de los acontecimientos se tocan bastante con la actualidad: desde la prensa sensacionalista que hace un show de todo hasta la lógica propia del mundo del espectáculo y, principalmente, las dificultades de las mujeres para conseguir trabajo, salarios dignos y cierta independencia económica.

A las dos jóvenes protagonistas la acompañan un grupo de veteranos de lujo. Además de Luchini está Isabelle Huppert (ampulosa y rimbombante aún dentro de los códigos de la película), en el rol de una actriz más veterana cuyo papel en la trama se develará promediando el film; el conocido comediante Danny Boon (BIENVENIDOS AL PAIS DE LA LOCURA), en el rol de otro productor, y André Dussollier como el padre de André, el novio de Madeleine, quienes cambian más de una vez de opinión acerca de la joven actriz y tendrán su importancia en la continuidad del relato.

ESE CRIMEN ES MIO tuvo una famosa versión hollywoodense, bastante distinta, en 1937, titulada TRUE CONFESSION y protagonizada por Carole Lombard; y otra menos conocida, en 1946, llamada CROSS MY HEART. Muchos años después, esta nueva adaptación se las arregla con mucho ingenio para pintar aquella época, previa además a la llegada del nazismo a Francia, sin perder actualidad. Sería interesante saber qué cambios hubo que hacerle a una pieza teatral original que ya tiene casi 90 años de estrenada. Viéndola, al menos en esta adaptación del director de BAJO LA ARENA y JOVEN Y BONITA, uno tiene la impresión de que en aquella época se podían tratar temas muy similares a los que preocupan en la actualidad de una manera más libre, relajada, con más guiños y menos solemnidad.