San Sebastián 2024: crítica de «Serpent’s Path», de Kiyoshi Kurosawa (Competición)
El realizador japonés dirigió en Francia una remake de su thriller de 1998 acerca de un padre que busca vengarse del asesinato de su hija. Con Damien Bonnard y Mathieu Amalric.
Otra autoremake como la reciente THE KILLER, de John Woo, y también con Francia como escenario principal y proveedor de gran parte del elenco, SERPENT’S PATH es la segunda versión que el japonés Kiyoshi Kurosawa hace de la misma historia. La anterior, de 1998, transcurría en Japón y apareció en la misma época que otros de sus títulos más famosos, como CURE o CHARISMA, pero fue uno de esos títulos que la industria de ese país producía «directo a video». Dicho de otro modo: no tuvo el impacto y la trascendencia internacional de sus películas más conocidas de la época. Lo cual, convengamos, le da un poco más de valor a la remake.
La historia sigue estando centrada en el trabajo en común entre dos personas para vengar la muerte de la hija de uno de ellos, solo que aquí han cambiado algunos datos básicos: el personaje de Nijima es mujer y japonesa (Shibasaki Kō) mientras que el padre vengador ahora se llama Albert Bachelet y lo encarna el actor francés Damien Bonnard. Entre ambos secuestran a un neurólogo, Laval (Mathieu Amalric), en las calles de París y se lo llevan a un depósito abandonado y alejado de todo, encadenándolo a una pared. El tipo no entiende el motivo hasta que Albert le muestra un video de su pequeña hija tocando el piano y lo acusa de ser el culpable de su desaparición y posterior muerte.
De a poco empiezan a surgir puntas que permiten entender quienes pudieron haber estado involucrados y las conexiones que unen a Albert y Laval, pero el hombre sigue negando cualquier relación con el crimen. Eso lleva a la dupla a secuestrar a otro integrante de esa misma organización, un tal Guérin (Grégoire Colin), con el cual tampoco logran llegar a saber bien quién mató a la niña ni los motivos. Torturados, obligados a pasar hambre y angustiados, los secuestrados empiezan a implicar a otros y de a poco empieza a quedar más claro qué pudo haber sucedido. Pero resolverlo es mucho más difícil.
En paralelo, Kurosawa mostrará algo más acerca de la relación de Albert con Nijima, que es su psiquiatra, profundizando en su historia en común. Y, a la vez, nos presentará otras zonas de la vida de Nijima, como la relación con otros pacientes o con su marido. Lo que sí es obvio es que, con el paso del tiempo, Albert empieza a volverse cada vez más salvaje e intenso mientras que Nijima, más calma, fría y calculadora, parece saber más de lo que deja ver. De a poco ese thriller que parece transcurrir casi enteramente en un galpón se abrirá a otros ambientes y otras posibilidades dramáticas, igualmente brutales.
En esencia, sigue siendo un revenge thriller con la oscuridad, el tono denso y violento propio de ese género en los años ’90 (de AUDITION a PECADOS CAPITALES pasando por las otras películas del propio Kurosawa) y con una inquietante vuelta de tuerca que hará repensar buena parte de lo que vimos. Como su reciente CLOUD, que participó en Venecia, Kurosawa parece haber regresado con todo al estilo que lo hizo famoso un cuarto de siglo atrás, abandonando por ahora los dramas de autor y películas de época que venía desarrollando a lo largo de los últimos años y por los que había ganado premios en varios festivales.
Desconozco si ese regreso tiene que ver con un deseo de retomar ese tipo de películas, si es una necesidad comercial o si el realizador funciona como uno de esos directores clásicos de la industria que no temen ir y venir entre distintos tipos de cine, pero lo cierto es que se trata de un gesto bastante poco común en los cineastas que hicieron ese salto del género al «cine de festivales». Es que SERPENT’S PATH puede competir en San Sebastián pero no tiene mucho que ver con lo que normalmente se considera película festivalera. Es un thriller oscuro, violento, nihilista y seco que es más habitual ver en el circuito comercial que en las red carpets del mundo.
De las dos películas que estrenó este año –tres en realidad si se tiene en cuenta un mediometraje titulado CHIME que presentó en la Berlinale– tengo la sensación de que CLOUD es la más lograda y más actual en términos temáticos mientras que a SERPENT’S PATH, similar en cuanto a su estructura, su violencia y su formato, se la siente un poco más limitada en sus implicancias y hasta en su propia factura, más allá del elenco y de la elección de París como escenario. Quizás el idioma no ayuda. O, quizás, sea que uno siente todo el tiempo que esta película ya la vio, aún si no lo hizo.