San Sebastián 2024/Streaming: crítica de «I Saw the TV Glow», de Jane Schoenbrun (Zabaltegi-Tabakalera)

La extraña conexión entre dos adolescentes solitarios a partir de su fascinación con un misterioso programa de televisión es el punto de partida de esta singular película, a mitad de camino entre el terror y el suspenso, de la realizadora de WE’RE ALL GOING TO THE WORLD’S FAIR. Un coming-of-age que introduce elementos experimentales en su narración y que pone en juego cómo la cultura pop se conecta de maneras misteriosas con las vidas cotidianas y con la imaginación de los jóvenes.

El protagonista se llama Owen (Justice Smith), un tímido adolescente que vive con sus padres (Danielle Deadwyler y el mismísimo Fred «Limp Bizkit» Durst) en una casa de los suburbios durante los años ’90. Es un chico tranquilo, cerrado en sí mismo, que se lleva mejor con su madre que con su más áspero papá. Las cosas empiezan a cambiar en su vida cuando conoce a Maddy (Brigette Lundy-Paine), una chica adolescente pero mayor que él y con más «onda». Es también solitaria y distante, pero lo suyo se parece más a una decisión, a un rechazo al resto de las chicas y chicos de su edad.

Gracias a Maddy, Owen descubre «The Pink Opaque», un programa de televisión del que Maddy es fan y que es una suerte de show bizarro de ciencia ficción sobre dos chicas (las «Pink Opaque» del título) que luchan contra un extraño villano llamado Mr. Melancholy. Y de algún modo los chicos se sienten conectados con las protagonistas de ese programa que evoca a shows como BUFFY, LA CAZAVAMPIROS, hasta identificados con ellas. Y a partir de cierto momento el proceso de identificación va tomando formas cada vez más extrañas y simbióticas, al punto que Maddy desaparece del mapa y todo parece indicar que habría transicionado de un mundo al otro. Y, para complicar más el asunto, el show es cancelado. Para Owen, al menos, es un momento de crisis y de una búsqueda que tiene mucho de encontrarse a sí mismo, de reconocerse tal cual es.

Una película inquietante, misteriosa, barroca, excesiva por momentos y con una búsqueda visual –en cuanto a los neones y luces fluorescentes– muy similar a la anterior de la realizadora, en I SAW THE TV GLOW reaparece también el tema principal de WORLD’S FAIR, ese espacio liminal entre la realidad y la virtualidad (internet, las redes sociales, la televisión) en el que los adolescentes habitan, un no-lugar en el que las identidades personales se terminan de conformar, al resguardo de los controles y las miradas ajenas. Un lugar que luego termina conformando una parte fundamental de su personalidad al llegar a la adultez.

Schoebrun trata de encontrar formas audiovisuales inquietantes para armar universos con mucho de queer, en los que la fantasía y la realidad se entremezclan creando identidades cambiantes y fluidas que ayudan a Maddie y a Owen a lidiar con sus problemas cotidianos: padres abusivos, bullying de pares, la soledad, la incomunicación y la sensación de que, quizás, los únicos que te entienden son un par de personajes de un mal show televisivo que te fascinaba en la etapa más insegura de tu vida.