Series: crítica de «El camino estrecho al norte profundo» («The Narrow Road to the Deep North»), de Justin Kurzel y Shaun Grant (Universal+, Movistar Plus+)

Series: crítica de «El camino estrecho al norte profundo» («The Narrow Road to the Deep North»), de Justin Kurzel y Shaun Grant (Universal+, Movistar Plus+)

Basada en una premiada novela australiana, este miniserie recoge las experiencias de un médico antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Con Jacob Elordi, Odessa Young y Ciaran Hinds. En América Latina se ve por Universal+. En España, por Movistar Plus+.

Uno de los capítulos más cruentos de la Segunda Guerra Mundial es el de la construcción del llamado Ferrocarril de Birmania, también conocido como el Ferrocarril de la Muerte, una línea que unía Bangkok con Rangún y que fue construida por el Ejército Japonés usando a los prisioneros de esa guerra como mano de obra. La violenta y cruenta construcción, recordada por la vía de la ficción en la clásica película EL PUENTE SOBRE EL RIO KWAI, dejó más de 100 mil muertos entre los trabajadores asiáticos y los prisioneros aliados forzados a trabajar en ellas.

Muchos de ellos fueron australianos y la adaptación de la novela de Richard Flanagan, THE NARROW ROAD TO THE DEEP NORTH, premiada con el Booker Prize en 2014, utiliza ese escenario como marco para contar una historia personal y, a la vez, poner en evidencia las consecuencias traumáticas que tuvo esa experiencia para quienes la atravesaron y sobrevivieron a ella. El protagonista es Dorrigo Evans (el joven actor australiano Jacob Elordi, de EUPHORIA, PRISCILLA y SALTBURN), un médico y teniente coronel del ejército al que conoceremos en tres tiempos distintos que se entrecruzan permanentemente.

El que más tiempo de pantalla ocupa es el militar. Dorrigo atraviesa varias situaciones difíciles con el ejército australiano del que es parte, pero la que más metraje ocupará –y será más brutal y dolorosa de ver– es la que los tiene siendo exigidos, torturados y violentamente agredidos por el ejército japonés para trabajar en dicha construcción. Tratando de mantener la calma en medio del hambre, la falta de sueño y el trabajo sin descanso, Dorrigo cura a los heridos y trata infructuosamente de mejorar las condiciones de sus soldados. Allí la serie mostrará sin tapujos y hasta con cierto morbo las torturas a las que los soldados eran sometidos.

Otros dos tiempos del relato irán completando la experiencia de esa vida. Uno de ellos es previo a la guerra, cuando Dorrigo –que estaba comprometido para casarse– conoce y se enamora de Amy (Odessa Young), la joven esposa de un tío suyo (Simon Baker), con la que tiene un affaire. Esa relación amorosa intensa y peligrosa se verá interrumpida por la llegada de la guerra. El otro eje del relato será en 1989, cuando Dorrigo (a esa edad interpretado por Ciaran Hinds) ya es un célebre e importante cirujano, casado con Ella (Heather Mitchell) y considerado algo así como un héroe nacional, quien está a punto además de publicar sus memorias.

En la última etapa, a Dorrigo se lo verá como un hombre afortunado económicamente (la casa en la que vive con Ella es una maravilla modernista enclavada en un risco), pero claramente atormentado psicológicamente, alguien que no se siente del todo cómodo con su rol de héroe y que sigue teniendo affaires amorosos y una relación bastante conflictiva con sus colegas en la clínica en la que trabaja. Reconocido y valorado públicamente, sigue siendo un hombre raro, un tanto frío y con esa sensación de «deidad» que a veces tienen los cirujanos que logran salvar vidas.

En cierto modo, EL CAMINO ESTRECHO… será la historia de cómo ese joven galán enamoradizo y sacrificado médico militar se vuelve, con el correr de los años, un hombre amargo y perturbado pese a haber logrado todo lo que soñaba en la vida. Será la complicada historia de amor juvenil y las experiencias bélicas las que destruirán internamente a este hombre que, al llegar a cierta edad, tendrá la sensación de tener todo (lo material y la reputación pública) pero a la vez no tener nada, ser una sombra de sí mismo.

Este relato épico se extiende por cinco episodios de unos 40 minutos cada uno y bien podría haber funcionado como una película. Dirigida en su totalidad por Justin Kurzel –cuya carrera incluye varios violentos retratos de perturbados hombres australianos, como SNOWTOWN, TRUE HISTORY OF THE KELLY GANG y NITRAM, entre otras–, se trata de un drama histórico cuya mayor curiosidad pasa por su personaje protagónico, un tipo un tanto desagradable con el que resulta un tanto difícil conectar. Y si bien la serie propone la idea de que las experiencias de guerra lo convirtieron en eso, al menos en la interpretación algo fría de Elordi da la impresión de que el hombre siempre vivió en su propio mundo. De hecho, la guerra sacó de sí mismo su mejor costado. Y es ahí, de hecho, donde uno toma verdadera dimensión del drama que lo atraviesa.

Kurzel está en su elemento en las escenas de la Segunda Guerra, con los prisioneros siendo violentados al extremo por los comandantes japoneses y llevados a sobrevivir casi como animales: desnudos, apilados, sin zapatos, muertos de hambre y obligados a trabajar todo el día. El realizador, como acostumbra también en su cine, no es discreto al mostrar esa violencia: aquí hay torturas, sádicos juegos de guerra, maltratos de todo tipo y humillaciones personales que se suman a las muy gráficas y brutales operaciones «al aire libre» que Dorrigo hace a varios de sus compañeros.

La historia de amor, en cambio, no cobra aquí el peso que tiene en la novela, quizás por el poco tiempo que ocupa en los capítulos, o por la manera un tanto distante en la que Elordi encarna a esa versión juvenil de Dorrigo, un tipo que parece más preocupado por posar para fotografías con cara de galán misterioso que un joven que vive una historia de amor enredada. Ya de grande –con el veterano actor irlandés Hinds en el papel–, el personaje cobra una característica más trágica y compleja, alguien enojado con el mundo y con sí mismo e incapaz de superar aquellas experiencias que terminaron por arruinarle la vida.