Festival de Mar del Plata: Autores (25 críticas)
En este post irán apareciendo las críticas de las películas de la sección Autores del Festival de Mar del Plata, entre las que se cuentan las nuevas obras de Hong Sangsoo (foto), Jim Jarmusch, Cristi Puiu, Albert Serra, Pablo Larraín, Terence Davies y Sergei Loznitsa, entre otras que iré actualizando a medida que se acerque y avance el festival.
PANORAMA AUTORES
A QUIET PASSION, de Terence Davies
La vida de Emily Dickinson en manos de un realizador como Terence Davies es una experiencia única. El director británico de DEEP BLUE SEA abandona el formato un tanto más convencional de su última película, SUNSET SONG, para hacer una película que se parece a sus anteriores pero que propone algo inédito también en su cine: el humor y un acercamiento a algo que se parece al teatro. Al comenzar A QUIET PASSIONuno podría pensar que está ante un filme de Eugene Green o, si se quiere, de autores como Manoel de Oliveira o el Alain Resnais de sus últimas películas: Davies cuenta la historia de la poeta norteamericana en muy pocos escenarios, con un estilo actoral algo “tieso”, que uno podría asimilar al de un recitado, y con una puesta en escena seca, de ángulos rectos y planos frontales.
Esas viñetas de la juventud de Dickinson y su familia tienen a la vez un costado humorístico muy grande, como si el guión hubiera sido revisado por algún pariente de Oscar Wilde: las conversaciones que tienen entre los familiares y quienes los visitan son una catarata de ingeniosos remates, de frases vivaces y pícaras, marcas claras de que los tres hermanos Dickinson tienen en la punta de los labios siempre una respuesta sagaz, inteligente y muy audaz para la época… (Ver crítica completa aquí)
ACTOR MARTINEZ, de Mike Ott y Nathan Silver
Dos de los jóvenes realizadores independientes norteamericanos que han surgido recientemente y que, al menos hasta el momento, han tenido mayor repercusión en el exterior que en su propio país, se reúnen para una película para la que la palabra “meta” parece haberse inventado. Difícil es decribir bien qué es: ¿un documental, una ficción, un híbrido, un ensayo, un juego? Más allá de que todo eso finalmente no importe –estamos ya fuera de la era en la que esas definiciones eran necesarias–, tampoco es fácil tener en claro en qué consiste ACTOR MARTINEZ: ¿qué busca, hacia donde va, cuál es la idea regidora?
De todos modos resulta una película por momentos fascinante y en otros, al menos, curiosa. Los directores se interpretan a sí mismos, convocados por un tal Arthur Martinez, un técnico que también es actor ocasional y que los convoca para que filmen una película con él. Arthur quiere hacer un filme comercial, pero los directores lo convencen de filmar algo ligado a su vida. El problema es que su vida no parece ser ni muy interesante ni dramática lo que lleva a ir armando una suerte de historia en el proceso, convocando actores, teniendo sesiones de casting y reuniones de producción para resolverlo.
Pasando, al parecer, del documental a la ficción, ACTOR MARTINEZ se centra luego en las complicaciones que aparecen cuando Ott y Silver contratan a una actriz profesional para que sea su “love interest” en la trama y tampoco ella parece entender muy bien de qué va el juego ni parece gustarle jugarlo. Finalmente, la película termina siendo una suerte de ensayo sobre lo que implica hacer cine ultraindependiente donde las vidas reales y las ficticias de los participantes se confunden, donde el caos reina, la “explotación” de los no actores está siempre rondando y los géneros fluctúan todo el tiempo. Menos interesante son los debates en los que los actores hablan de sus complejos “procesos” de trabajo (hay algo excesivamente preparado y hasta falso en la crisis del actor que no entiende a su personaje) pero dentro de esta mezcla de ensayo y detrás de escena de un filme independiente esas situaciones tienen su lógica también. Un filme confuso, fascinante y rico para el debate.
ASSALTO AL CIELO, de Francesco Munzi
A partir de materiales encontrados, filmados por la televisión italiana y por los propios militantes estudiantiles, entre otras fuentes, Munzi reconstruye una década de militancia italiana, entre 1967 y 1976, que si bien es cronológica en su estructura está organizada de una manera más «impresionista» desde lo visual, narrativo. Los debates y situaciones son muy similares a lo que se vivía en todo el mundo en la época, pero en Italia tuvo una evolucion un tanto similar a la de la Argentina y diferente a otros países de Europa en cuanto al paso de la militancia estudiantil reformista a una más revolucionaria, de la acción política al combate directo con las Brigadas Rojas.
La película toma distintos eventos de la época: debates universitarios, discusiones entre obreros y estudiantes en las fábricas, atentados que llamaron la atención del público, debates entre la joven militancia y los mayores que combatieron al aun persistente Partido Fascista, discursos del sector menos violento y más hippie de esa misma rebeldía, etc. Muchas de estas escenas –pese a las diferencias específicas– resultarán muy cercanas y similares a las que existieron en esos años en la Argentina. Tal vez ver aquí esa energía militante y esas situaciones no sorprendan a muchos (es notable lo similares que son hasta los cánticos), pero es llamativo recordar cómo Italia vivió esos años de ilusión política que rápidamente degeneraron en violencia generalizada y que llegó a su punto más cruento, poco tiempo después, con el asesinato de Aldo Moro.
AUSTERLITZ, de Sergei Loznitsa
Es curioso y extraño este documental del realizador de MAIDAN. No tanto por la forma –el documental de observación de plano fijo es una marca registrada ya en el género y en la carrera del realizador– sino por la complejidad que presenta a la hora de interpretarlo. Loznitsa filma en blanco y negro con una cámara fija que parece escondida dentro o detrás de algo (casi nadie la advierte) lo que parece ser un día de visitas turísticas al campo de concentración de Sachsenhausen. De manera rigurosa, muestra a los turistas recorriendo los distintos parajes del lugar pero sin jamás mostrar las zonas o lugares más, digamos, traumáticos. Las personas caminan, hablan, se sacan fotos, escuchan a guías (humanos o audioguías) y por momentos podemos escuchar nosotros también a los guías explicar, cada uno a su manera y en su idioma, las cosas que pasaron allí.
¿Cómo interpretar el material? Si lo que Loznitsa intenta es «burlarse» de la gente que hace turismo en lugares así me resulta un tanto banal y de un cinismo impropio para un cineasta de su categoría. Sí, vemos a algunas personas sacándose selfies y posando en posiciones de tortura. A otros con cara de aburridos y queriendo irse a sus casas. Pero no creo que Loznitsa vaya por ahí. De hecho, también vemos mucha gente atenta y concentrada, atendiendo a lo que ven o lo que se les cuenta. ¿Cómo saber, cómo juzgar, qué pasa por la cabeza de la gente cuando visita un lugar de estas características?
Quiero entender que el realizador va por otro lado, que plantea si estos lugares donde sucedieron cosas terribles deben convertirse en centros de visita turísticos (para ejercitar la memoria) o deben dejarse ahí, solos, lejos del contacto con la gente, como marcas de un pasado inenarrable pero que no debería ser banalizado por el recorrido casual y medianamente indiferente de alguna gente. Yo no tengo una postura al respecto, pero viendo AUSTERLITZ tengo la sensación que debería ser así. Lo que la película muestra, si se quiere, es «la banalidad del Bien», la manera en la que terribles hechos históricos se convierten en paseos circunstanciales, marcas en un mapa de fotos, recuerdos a ser compartidos en Facebook. Y la cámara oculta, casi espía, parece cargar consigo la mirada un tanto incrédula y sorprendida de los que perdieron sus vidas allí, transformándola en una exraña y espeluznante película de fantasmas.
CAPTAIN FANTASTIC, de Matt Ross
Ben (Viggo Mortensen) es un padre libertario/anarquista que ha decidido educar a sus hijos fuera de la sociedad. Y con su mujer lo han hecho así desde siempre: viven en unas tiendas en medio de la naturaleza, los chicos no saben lo que es la Coca-Cola pero festejan el Día de Noam Chomski y han leído los clásicos de la literatura contracultural. El problema es que su mujer fallece y, con varios de sus hijos ya adolescentes, se le vuelve cada vez más difícil mantener ese estilo de vida de buen salvaje, esa especie de «El Bolsón» llevado al extremo.
Además, la muerte de la madre los lleva a ir a la ciudad, a su entierro, donde la estructura libertaria pero también de encierro con el mundo –parecen miembros de una secta bizarra– se pone en riesgo más aún. La película narra ese choque y las diferentes circunstancias y problemas que atraviesan Ben y sus muy inteligentes pero socialmente ineptos chicos una vez enfrentados al mundo real y a la familia de su madre, quienes representan casi todo lo contrario a lo que sus padres les enseñaron.
Si bien sobre la última media hora la película se pasa un poco de rosca con algunas subtramas y desventuras de película de suspenso que Ross les hace vivir a Ben y a sus hijos y que no aportan demasiado a la credibilidad del todo, CAPTAIN FANTASTIC es una película noble e inteligente, una emotiva historia del amor de un padre por sus hijos, de los conflictos que eso presenta ante inesperadas circunstancias (las escenas en las que Viggo empieza a pensar que tal vez se equivocó en su manera de educarlos son extraordinarias y su contenido estilo actoral ayuda muchísimo) y de lo que significa crecer, en las distintas etapas de la vida.
NEWS FROM PLANET MARS, de Dominik Moll
Raramente las comedias participan en festivales internacionales. Y, cuando lo hacen, no son lo suficientemente reconocidas. Uno tiene la sensación que pasará algo así con NEWS FROM PLANET MARS, la película de Dominik Moll que se presentó fuera de competencia en la Berlinale. Y sería una lástima, ya que es una muy buena comedia, de las que dejan en evidencia que películas de este tipo cada vez hacen más falta en los festivales internacionales. A diferencia de LE FILS DE JOSEPH, de Eugene Green –que comentaré en breve– y que sí tiene la especificidad de una “comedia festivalera”, el filme de Moll responde más a las características típicas de una comedia comercial que bien podría formar parte del plan de estrenos anual del cine francés o adaptarse con pocas modificaciones a Hollywood.
Es la historia de un loser lleno de buenas intenciones, al que todo parece salirle mal. Francois Damiens encarna a Philippe Mars, un programador de computadoras divorciado y con dos hijos adolescentes, al que la ex mujer le deja a los hijos para irse a trabajar por un tiempo al exterior, lo ponen a controlar a Jerome, un colega bastante desquiciado en el trabajo (Vincent Macaigne), tiene que soportar las locuras de su hermana y las particulares personalidades de sus niños. El trata de hacer siempre “lo correcto” pero tiene el “no” difícil y da la impresión que la realidad se lo va a llevar puesto… (Ver crítica completa aquí)
DOCTOR STRANGE: HECHICERO SUPREMO, de Scott Derrickson
La crítica propiamente dicha a esta película aparecerá unos días antes de su estreno, el 24 de noviembre, en medio del festival. Como adelanto vale contar que, durante su primera mitad, se trata de uno de los filmes de Marvel más originales dentro de su producción reciente, cambiando de escenarios, tipos de efectos visuales y con actores y personajes un tanto más complejos que los habituales. Si bien la historia de origen del doctor en cuestión que encarna Benedict Cumberbatch tiene varios puntos de contacto con las de Iron Man o Batman, el personaje en sí –un cirujano talentoso y millonario al que un accidente lo deja incapaitado para seguir trabajando–, el universo que lo rodea es muy distinto al de Avengers.
Strange viaja a curarse a un templo en Nepal y allí descubre a una extraña pero poderosa secta que le permite acceder a ciertos secretos, en una especie de versión New Age/Orientalista de los X-Men. Pero en un momento las idas y vueltas de su aprendizaje (bien matizada con momentos de humor) desaparecen de la escena con la llegada del villano de turno (Mads Mikkelsen), y si vieron películas de Marvel ya saben cómo sigue esto: 40 minutos de combates demenciales con efectos apilados sobre efectos apilados sobre efectos. Sobre el final, acaso, con la escena más berreta de toda la película (un especie de extraño combate filosófico en el espacio exterior que parece calcado de un comic y armado en papel maché) la película recupera una gracia e intriga que había perdido.
DOCTOR STRANGE no es lo mejor de Marvel pero está lejos de contarse entre sus peores ejemplares. Hay una maquinaria ahí, comandada por Kevin Feige, que funciona casi de memoria y que lleva a que ninguna película pueda salir del todo mal pero tampoco del todo bien. Es otro superhéroe a meter en el equipo de la compañía, uno que a esta altura está más lleno que subte en hora pico.
LA BELLE DORMANT, de Adolfo Arrieta
El realizador español de 74 años, radicado hace ya mucho en Francia donde realizó gran parte de su filmografía, regresa al cine después de un largo paréntesis. Se trata de un cineasta poco reconocido y aún menos visto, al menos por estas playas, por lo que resulta raro «descubrir» a un autor (en mi caso al menos, que no había visto sus películas previas) a esta altura de su carrera. LA BELLE DORMANT no es una radical transformación de «La bella durmiente» sino una que, con algunos pequeños cambios y un tono sutilmente diferente al de las películas para niños, recupera la historia original de Charles Perrault de manera muy similar al original, basada en cuentos folclóricos germánicos y mil veces transformada y readaptada.
No creo «spoilear» nada al decir que el filme se centra, como el cuento de hadas original, en un reino oculto en medio de un bosque que solo existe como mito para los habitantes de la capital del reino de Letonia. Lo que ha cambiado son las fechas: la actualidad es el año 2000 y los sucesos míticos de la princesa dormida transcurren en 1900, algo que no estaba en la versión de Disney. Es un príncipe soñador e «irresponsable» del presente (Niels Schneider), el que cree que el cuento es real y marcha a encontrar al bosque y a su reino dormido, pese a los deseos de su padre, un rey más burócrata que otra cosa.
Paralelamente Arrieta nos cuenta la historia de lo que sucedió allí, muy similar también al cuento: la bebé que nace, el hada malvada que al no ser invitada a su bautismo la condena a morirse a los 15 años, la otra hada que logra «reducirle la sentencia» y que su condena sea dormir por cien años y ser despertada por un príncipe. Pese a que los reyes intentan evitarlo de todas las maneras posibles, la chica es engañada y cae en el sueño centenario. Y no solo ella: todo el pueblo queda congelado a la espera del príncipe azul, el adolescente baterista y despreocupado que anda con su celular de aquí para allá (uno demasiado moderno para el 2000, pero es lo de menos) y que la/los debería despertar.
Con Mathieu Amalric, Serge Bozon e Ingrid Caven en el elenco, la película apuesta a un tono de cierta cómica solemnidad, pero más allá del teléfono y algunas otras mínimas cuestiones raramente intenta usar el choque 1900-2000 como punchline de la historia. Al contrario, prefiere recuperar su magia de cuento-cuento, contado con verdadero interés y cariño por estos personajes y universos de mitos y leyendas, algo que en las más frías y acartonadas escenas del siglo XXI ha desaparecido, reemplazado por la mecanizada burocracia de los líderes de hoy. Es el adolescente desgarbado y desinteresado por el poder (junto al hada que trae la magia al presente) el que, para Arrieta, terminna siendo el héroe bailarín de la historia, con telefonía movil incluida.
LA IDEA DE UN LAGO, de Milagros Mumenthaler
Inspirada en el libro de poemas POZO DE AIRE, la nueva película de la directora de ABRIR PUERTAS Y VENTANAS es otra exploración acerca de los lazos familiares y la memoria, pero esta vez envuelta, si se quiere, en un ropaje un tanto más experimental en cuanto a la forma que en su opera prima. La película narra en varios tiempos la historia de Inés (Carla Crespo), una treintañera embarazada que ya está separada del padre del futuro bebé y que prepara un libro autobiográfico sobre su historia familiar, uno que mezcla fotografías (ella es fotógrafa) y textos. El eje central de ese libro y esa búsqueda es su padre, desaparecido durante la dictadura.
Ese proceso de búsqueda –con el que su madre (Rosario Bléfari) no quiere tener mucho que ver– se traduce, en el filme, en una serie de flashbacks a su infancia, especialmente a Villa La Angostura, donde su familia tenía una casa. La película transcurre en buena parte allí, contando los juegos, aventuras y algunas situaciones que vivió Inés siendo pequeña, algunas de las cuales entran en el terreno de lo onírico (como la escena musical con una canción de Neil Diamond que tiene la niña con un auto en medio de agua), pero retorna siempre al presente, con la búsqueda casi metafísica de Inés, entre otras cosas a partir de una foto, la única que tiene con su padre.
La ambiciosa película busca conectar emocionalmente con ese recorrido de la protagonista y, a la vez, plantea una distancia formal con esos mismos hechos, los que muchas veces se ven desde una perspectiva más analítica que sentimental. El gran logro de Mumenthaler es salir indemne de ese desafío tonal y temático, que implica mezclar estilos y formas (más distanciadas en ciertos momentos, más directas en otros) pero también encontrar la manera de volver sobre un tema (la identidad, la memoria, la desaparición de personas durante la dictadura) evitando los lugares comunes del caso. La niña narra a la niña y la adulta narra a la adulta y esas diferentes maneras de conectarse con la realidad (el juego y la canción de cuna frente al análisis y la construcción artística a partir de esos recuerdos) conviven en LA IDEA DE UN LAGO: el pasado y la idea de un pasado, la memoria como una reconstrucción hecha de retazos, de magia y de pesadillas.
LA MORT DE LOUIS XIV, de Albert Serra
Jean-Pierre Leaud, peluca y maquillaje todo su barroco esplendor, recostado en una cama con sus ropas de monarca vencido, es casi una visión que uno cree recordar haber visto en el Louvre o un museo similar. A lo largo de las dos horas que dura LA MUERTE DE LOUIS XIV, de Albert Serra, su rey modificará pocas veces su posición y su situación, hablará poco, se quejará, mandará a que le traigan esto o aquello y lo iremos viendo enfrentar sus últimos días de vida.
Serra filma esa experiencia metiéndose en la intimidad de esos últimos días. El rey y su corte, sus distintos médicos, su gangrena cada vez más severa, sus dolores varios, su falta de alimentación y sus medicinas, las conversaciones a sus espaldas. Si lo que ven les hace recordar a algo, seguramente es porque vieron LA TOMA DEL PODER POR LUIS XIV, la película de Roberto Rossellini sobre el mismo personaje, contada de manera igualmente económica y minimalista, aunque no tanto. La película se concentra en ese cuarto y poco más. Corre 1715 y el Rey está por perder la pierna y su salud está muy deteriorada. Por momentos parece despertar de su letargo, pero generalmente queda confinado a la cama mientras por detrás suyo circulan los doctores… (Ver crítica completa, aquí)
LO AND BEHOLD: REVERIES OF THE CONNECTED WORLD, de Werner Herzog
En este nuevo documental, un tanto desprolijo y casual para sus estándares, Herzog de todos modos logra meterse en esas zonas a las que solo él llega: entender internet y su existencia en el mundo de hoy (y del futuro) a través de entrevistas a especialistas en la materia. Arranca por el pasado, por la mítica «fundación» de internet en 1969 y se dispara hacia donde Herzog quiere: sus aplicaciones en la vida moderna, su crecimiento desordenado, sus adictos, los hackers, los científicos que piensan su futuro y, el temor de muchos, si en algún momento internet empezará a tomar conciencia de sí misma para dejarnos a los humanos en el camino.
Pero Herzog va a más, a cosas que solo él conecta: explosiones solares, si «internet sueña consigo misma», viajes a Marte y colonias en el espacio (él mismo se ofrece a ir en la primera), robots peculiares, hasta qué punto podremos directamente poner en internet nuestros pensamientos y así. Pero no son gratuitas sus conexiones, todo parece partir de una mezcla de fascinación y temor por ese futuro en el que, al parecer, nada será igual a lo que conocíamos, especialmente para alguien como Herzog que ha hecho de las epopeyas en el mundo real su vida y su carrera. Difícil imaginarlo contento con un futuro (casi presente) de personas/adictas sentados días y días frente a una computadora. El plano de los monjes y sus celulares, la manera irónica con la que Herzog pronuncia la palabra «tweet», todo da a entender que ese futuro lejano le resulta curiosamente fascinante pero que casi agradece no tener que vivir en él.
LOS 4 GOLPES, de Francois Truffaut
Este casi inédito corto de apenas tres minutos que Truffaut filmó en Mar del Plata en 1962 es todo un descubrimiento. Si bien su breve trama es apenas un jueguito muy acorde al tono, al estilo y al ritmo de las películas de la Nouvelle Vague de esa época (una mínima intriga casi hitchockiana que transcurre en el Hotel Hermitage, en el mismo lobby en el que estuve alojado durante el festival), el director de JULES & JIM le agrega un simpático y autoreferencial toque en una escena, ya que Truffaut actúa en el documental y en un momento «sale de la ficción» para hablar con el camarógrafo y decirle dónde y cómo poner la cámara, un rompimiento de la cuarta pared nada habitual en ese entonces. No es mucho más que una simpática y pequeña anécdota al que le agrega valor el hecho de haber estado filmada aquí y su peculiar historia posterior (cinematecas que no cedían sus derechos, confusiones respecto a quiénes les correspondían esos derechos y así) que hizo que por muchos años no se pudiera ver por acá. El bar que se ve en la foto con el que comienza el corto sigue idéntico ahora, más de medio siglo después…
MISTER UNIVERSO, de Tizza Covi y Rainer Frimmel
Las docuficciones de Covi y Frimmel son un ejemplo maravilloso de las posibilidades del cine cuando sus materiales son bien utilizados, con inteligencia, humanismo, compasión e ideas cinematográficas. La pareja vuelve sobre el universo del circo sobre el que giran varias de sus últimas películas. El protagonista esta vez es Tairo Caroli, un domador de animales salvajes (que era un niño en LA PIVELINA, de 2009) que ve como su mundo se va acabando: sus tigres y leones envejecen o se enferman, nada parece salirle bien. En medio de una pelea cotidiana con otros miembros de la troupe circense, a Tairo le roban un amuleto de la buena suerte (un hierro doblado a mano por el famoso Mr. Universo) y él se niega a actuar hasta encontrarlo.
Pero el amuleto no aparece y Tairo sale a buscar a este hombre, cuyo paradero es desconocido para la mayoría de la gente con la que se encuentra en el camino. En paralelo, una contorsionista del circo con la que tiene cierta «onda» intenta ayudarlo desde su lugar y a su manera. Así, yendo de circo en circo, encontrándose con familiares y conocidos en medio del frío invierno italiano, el simpático pero temperamental Tairo Caroli se encuentra con el mundo.
Y lo que el filme muestra es esa especie de subcultura familiar, solidaria y marginal en la que él se mueve, con dos cineastas que filman a esas personas reales actuando una situación ficticia con un cariño casi único en el cine contemporáneo. Pueden ser personajes bizarros de esos que el mundo mira de afuera con desdén, ironía o condescendencia (es lo que harían los directores de EL CIUDADANO ILUSTRE sin ir más lejos), pero que desde adentro se ven como parte de una sociedad paralela, con sus propias reglas, ya que raramente nos cruzamos con «la otra Italia».
La película es sobre estas familias marginales, reales o sustitutas, cuyo principal objetivo en la vida, además de hacer bien su trabajo y cumplir con su público, es ayudarse unos a otros. Puede ser un «cuento de hadas» disimulado por su tono documental (y los recientes sucesos políticos hacen pensar que hay mucho de idealización en lo que se muestra) pero es un cuento de hadas que los adultos necesitamos poder creer para seguir soportando la mucho más oscura realidad.
NERUDA, de Pablo Larraín
Más cerca de una metaficción en el estilo de las que escribe Charlie Kaufman que una biografía tradicional, NERUDA, la nueva película del chileno Pablo Larraín (EL CLUB, NO), juega con los límites entre la realidad y la ficción no solo dentro de la vida del escritor sino en lo que respecta a la propia construcción narrativa de la película. La historia comienza a media res, con Neruda enfrentándose al gobierno de turno y siendo marginado como lo fue todo el Partido Comunista en el Chile de 1948. Es así que el escritor (interpretado por Luis Gnecco) pasa a una suerte de clandestinidad no del todo clandestina y que tiene, además, una particularidad: un detective lo persigue con la intención de encarcelarlo y desacreditarlo. Pero nunca consigue dar con el escritor más allá de que el hombre se pasee casi delante de sus narices.
El juego que plantea Larraín se va revelando de a poco. Lo que primero intriga y sorprende es cómo se lo muestra a Neruda: demasiado enamorado de sus beneficios burgueses hasta entrar en contradicción con sus principios políticos, afectado y un poco falso, talentoso pero excesivamente vanidoso. A su vez se observa el fuerte peso que tiene su mujer, Delia (encarnada muy bien por Mercedes Morán) en su vida y hasta en su obra. El hombre puede dictar un célebre poema mientras manosea a una prostituta, ir de fiestas y tener enfrentamientos políticos con militantes allí mismo, todo en una suerte de fuga circular a través de la cual se va volviendo más mito y menos “persona real”, pese a los intentos del detective de probar lo contrario… (Ver crítica completa, aquí)
OPERATION AVALANCHE, de Matt Johnson
Original e ingeniosa, la nueva película de Johnson (THE DIRTIES) se presenta como un falso documental acerca de un grupo de cineastas que son contratados por la CIA para encontrar a un espía ruso que estaría complicando los planes de la NASA de llegar a la Luna en 1969. Pero lo que descubren es peor: que la NASA no tiene forma de llegar a la Luna en tiempo y forma y ellos se ofrecen a engañar al mundo armando un falso alunizaje. La historia ya conocida de que la llegada a la Luna no existió y fue todo un engaño armado para la TV es explotada al máximo aquí, incluyendo la participación de Stanley Kubrick quien, siguiendo estas teorías, estuvo involucrado con la trampa, aunque aquí de una manera diferente a la de la «leyenda».
La película reconstruye con material en Super 8 y 16mm, y de una manera muy creíble, el look y la estética de la época y pone en el centro a este grupo de nerds buscando la forma de falsear la llegada a la Luna con los recursos más ridículos. Lo que no imaginan es que, una vez cumplida su misión, la NASA querrá guardar su secreto. Y ellos pasarán a convertirse en un problema. Con un humor inteligente y ácido que funciona la mayoría de las veces, la película de Johnson más que sembrar dudas con la misión del Apollo 11 (a algunos se las sembrará, es muy convincente su reconstrucción) es una mirada irónica a uno de los momentos más ridículos y absurdos de la Guerra Fría: la obsesión por llegar primero a la Luna y ganarle la carrera a la Unión Soviética. Obsesiones que pueden volver en cualquier momento…
PATERSON, de Jim Jarmusch
La simpleza de PATERSON es tramposa. Es la simpleza del que ha encontrado que ciertas verdades sobre el mundo no necesitan demasiadas explicaciones, ni análisis, ni siquiera tienen que ser cubiertas con esa pátina de realismo psicológico que vuelve a las películas plausibles, “verdaderas”. En PATERSON lo que sucede podría ser un poema, un haiku, el mono no aware de la tradición japonesa: esa capacidad de encontrar en lo simple, transparente y efímero una verdad sobre las cosas, sobre las personas y sobre el mundo. Eso es la nueva película de Jim Jarmusch, una serena y adulta reflexión en tono zen sobre la belleza del ser y estar en el mundo, día a día, momento a momento.
En términos narrativos, la película cuenta la historia de un tal Paterson (Adam Driver, en una performance muy contenida en relación a lo que hace en GIRLS o STAR WARS) que vive en la ciudad de Paterson, New Jersey, cuna del poeta William Carlos Williams. El hombre es conductor de un bus urbano y su rutina cotidiana es muy regular: se levanta a la misma hora, desayuna siempre lo mismo, trabaja hasta las seis de la tarde, va a su casa y cena con su mujer, saca a pasear al perro y en el interín se toma una cerveza en el bar de siempre.
Las modificaciones a esa cotidianeidad son menores: su mujer quiere preparar cupcakes, comprarse una guitarra y aprender a tocar; una pareja en el bar tiene problemas románticos, algún problema con el bus en cuestión, y cosas así. Pero por lo general todo parece mecánico, un día igual al siguiente y al que viene después. A esa rutina Paterson le agrega un detalle no menor: el hombre escribe poesías en los minutos libres que tiene antes de empezar a recorrer las calles. En el cuaderno que lleva a todas partes están sus observaciones transformadas en poemas descriptivos, poco pretensiosos pero con un gran poder de observación. Eso sí, eel fin de semana la rutina cambiará y ahí se producirá un quiebre que sacudirá un poco la vida armoniosa de Paterson y su mujer. Y eso es todo. (Ver crítica completa, aquí)
RESTER VERTICAL, de Alain Guiraudie
Una de las películas más libres y creativas en la competencia del Festival de Cannes en mucho tiempo, RESTER VERTICAL, de Alain Guiraudie (el director de la sorprendente EL DESCONOCIDO DEL LAGO), es una suerte de bizarro cuento de hadas, comedia dramática campesina y tratado sobre sexualidades alternativas en un estilo que es único e inimitable. Lo más parecido, si se quiere, a lo que intenta Guiraudie aquí es una mezcla del cine de los inicios de Bruno Dumont con los momentos cómicos de su última película. Ambos se manejan con personajes curiosos de pueblos chicos a los que pintan de una manera muy particular: haciendo visibles sus excentricidades pero a la vez poniendo al espectador de su lado. Sin burlas ni condescendencia alguna.
RESTER VERTICAL arranca con un cineasta viajando en su auto por el campo mientras parece buscar una historia y actores para su próximo guión. Se topa con un joven que no quiere saber nada con actuar para él y un poco lo maltrata suponiendo que se trata de un “levante” y luego da con una mujer que tiene dos hijos y, con su padre, tienen ovejas. Esa relación prueba ser más duradera, ya que empezarán a pasar más momentos juntos y ella quedará embarazada. Eso significará atrasarse con la película, volver a enredarse con la gente del pueblo (incluyendo el chico del principio y su tío) y transformarse en padre, algo que no estaba en los planes. Pero eso solo es el comienzo –la parte, si se quiere, más convencional– de una historia que irá alejándose cada vez más de esa línea narrativa para internarse en la deriva de su protagonista: con su hijo nuevo, su mujer, su trabajo, su “suegro”, sus vecinos y con otros personajes que aparecerán, incluyendo ovejas y lobos. (Ver crítica completa, aquí)
SAFARI, de Ulrich Seidl
Lo curioso de mi relación con el cine de Seidl es que me suelen interesar más las películas suyas que son consideradas flojas o que no son tan bien recibidas por la crítica. Cuando el realizador austríaco aplica su modelo a full sus películas me resultan casi repulsivas de ver. Esta funciona en el límite, en un borde extraño dentro de esos parámetros y su extrañeza le agrega un punto a favor. Es un documental acerca de cuatro personas (dos adultos y dos jóvenes) que viajan a Africa a cazar animales. Su estructura se divide en las cacerías en sí y entrevistas a los cazadores, además de algunos de esos planos frontales y brutales, en general de gente del lugar, y de los dueños del resort dedicado a este tipo de turismo en el que paran.
Seidl no parece juzgar más que con sus posiciones de cámara la actitud de los personajes y así dar su posición respecto a la caza despiadada de cebras y jirafas, entre otros animales que estos especialistas brutalmente matan y luego manipulan para posar en fotos. Seidl más adelante muestra con brutales planos cercanos (desgarradores, para el que piensa que esto es una cadena de horrores) como los locales desmembran, cortan y pelan a los animales en cuestión para terminar comiéndolos.
Todo el asunto es repulsivo y repugnante, pero los cazadores hablan de armas, balas, hechos concretos y datos específicos del «deporte» en cuestión sin jamás tener en cuenta los resultados finales de la cuestión, en un modo que hace recordar a otros horrores (y justificaciones metodológicas) de la historia de ese país. El debate es sobre la necesidad de Seidl de mostrar la lenta muerte de los animales (la escena de la jirafa es impactante) y lo que pasa después: algunos pensarán que es necesario para que el espectador comprenda la horrible magnitud de los hechos. Otros lo verán como excesivamente desagradable y brutal.
Cada plano de la película funciona como un Test de Rorschach cinematográfico: cada espectador verá lo que quiera/pueda ver: los cazadores pensarán en la eficacia de sus tiros, los locales en los beneficios económicos de este tipo de turismo, los que por algún motivo no ven con malos ojos este tipo de cruenta actividad hasta podría resultarles apasionante, pero tengo la impresión que la mayoría de la gente, más allá de la incomodidad de todo lo que se ve (tanto los personajes como lo que hacen), entenderán que Seidl sutilmente trata de dejar en evidencia a esta especie de personajes elegantemente –esta vez, sin duda alguna– detestables. A su manera, claro…
SIERANEVADA, de Cristi Puiu
Buena parte de la maestría del cine del rumano Cristi Puiu, el director de LA NOCHE DEL SR. LAZARESCU, está en el poder de observación de los detalles y en la manera en la que, al filmarlos de manera continua –planos secuencia inquietos, penetrantes, poderosos– de a poco se van convirtiendo en otras cosas, mucho más misteriosos e inquietantes. Con el tiempo real como un factor de nuevo clave, SIERANEVADA es una película de planos largos y no necesariamente lujosos pero siempre ajustados desde lo narrativo y lo observacional, pensados por alguien que parece tener muy claro sus concepción de la puesta en escena.
La película cuenta una historia que se ha visto en más de una ocasión, pero pocas veces de esta manera y con esta duración (casi tres horas). El filme comienza de una manera curiosa y simpática: tras unos desencuentros callejeros vemos a una pareja teniendo una discusión sobre fábulas clásicas y sus respectivas películas de Disney en función de unas compras que el padre le hizo a su hija para un acto escolar. Luego sabremos que ambos van a una reunión familiar en homenaje al padre de una extendida familia, quien ha muerto 40 días atrás. La reunión, entonces, con sus distintos personajes –más excéntricos, raros y problemáticos– será el centro de la película y la casa su escenario principal. Hasta ahí, nada fuera de lo común. Pero esto no es una película de Hollywood, así que nada funciona formalmente por los carriles convencionales. (Ver crítica completa, aquí)
SNOWDEN, de Oliver Stone
Existiendo CITIZENFOUR –documental de Laura Poitras sobre este mismo personaje, que ganó el Oscar– esta película no tiene sentido. Y después de la victoria de Donald Trump, menos aún. Podría terminar la crítica aquí, pero no corresponde. Como algunos sabrán, Edward Snowden fue el hombre que, trabajando para la NSA, descubrió que el Estado norteamericano espiaba sobre las vidas de sus ciudadanos entrando a sus emails y a sus llamadas telefónicas, entre otras cosas. Y lo denunció, por lo que hoy está exiliado en Rusia –nada menos– después de que no pudo soportar, éticamente, lo que estaba haciendo su país, su gobierno de entonces.
Stone reconstruye la vida previa de Snowden (muy bien imitado por Joseph Gordon-Levitt) y cómo va llegando a ese momento: su entrenamiento militar, sus distintos trabajos, su relación sentimental, cómo va creciendo en status dentro de las distintas compañías en las que trabaja y cómo llega a la conclusión de transformarse en «whistleblower». Esto es: entregar a la prensa la información que tiene. Pero ni Snowden es un personaje en sí excesivamente interesante, ni su vida previa amerita una película de dos horas. Es cierto que, como otros filmes de Stone, narra la clásica historia del hombre que cree en el sistema hasta que termina decepcionándose con él, pero, salvo algunas escenas con algún grado de inquietante intensidad de película de espionaje, lo demás es tan gris como el trabajo de Snowden: uno entiede que las implicaciones de lo que ve y denuncia son fuertes pero, al menos cinematográficamente, casi nunca las siente.
THE DREAMED ONES, de Ruth Beckerman
La relación entre los poetas Ingeborg Bachmann y Paul Celan quedó documentada a través de cartas que se fueron enviando a lo largo de varias décadas durante la posguerra europea. Una historia de amor complicada (él era judío y sus padres murieron en la guerra mientras que el padre de ella era nazi) que se fue perdiendo, recuperando y transformando en otra cosa, pero que siempre siguió de algún modo “presente” en los textos entre ambos, los primeros más poéticos y románticos, y los últimos ya un tanto más frustrados, breves y hasta combativos, reflejando las idas y vueltas de la relación entre ambos a través de los años.
Beckermann filma a dos actores leyendo las cartas en un estudio de sonido, la mayor parte del tiempo uno frente a otro. Pero luego corta las escenas para ir mezclándolas con otras que muestran a los actores conversando, recorriendo el lugar (la mítica estación radial Funkhaus de Viena) y hablando por un lado de lo que están leyendo/actuando y de sus propias experiencias hasta conformar un todo que da una cierta continuidad entre presente y pasado. Si bien la relación entre los actores y los protagonistas reales no es comparable, Beckermann apunta con su manejo de los espacios y los planos, las voces, los silencios y las miradas a hacer una suerte de arquitectura visual de una relación tan amorosa como complicada y, finalmente, triste.
THE DREAMED PATH, de Angela Shanelec
El control estético y visual de Shanelec puede ser notable –lo mismo que ciertos detalles de la puesta en escena– pero resulta complejo conectar con el extremo grado de frialdad y confusión que atraviesa su nueva película. Por momentos, esa puesta compensa las debilidades narrativas pero es difícil sostener el interés, al menos en este caso, solamente en eso. La película abusa de ciertos regodeos formales neobressonianos para contar, en principio, la historia de Kenneth, un inglés y Theres, una mujer alemana, que se conocen en Grecia, en 1984 y cantan juntos en la calle mientras el país está en crisis. Pero la situación entre ellos se complica y se separan.
Pasamos a Berlín en tiempo presente y a la historia de una actriz, Ariane, que está a punto de dejar a su marido. Esta otra historia, que parece no tener nada que ver con la anterior, poco a poco se conectará. De todos modos, la excesiva frialdad, clínica, de la propuesta, vuelve muy difícil generar el suficiente interés como para seguir su inusual vías narrativas. Por momentos una escena, una imagen, una situación, despabila al espectador de su letargo, pero pronto la monotonía vuelve a llevárselo puesto. El silencio, las miradas torvas, los planos de curiosa composición quieren leerse como el summum del cine arte y ensayo pero por momentos se acercan a la parodia de eso mismo.
THREE, de Johnnie To
Da la impresión que a esta altura de su carrera a Johnnie To pueden encerrarlo en un baño de 2×2 con una cámara y el tipo se las arreglará para crear suspenso como sea. Achicando los espacios respecto a las oficinas corporativas de OFFICE, en THREE la acción transcurre en un 90% en un piso de una clínica neurológica. Allí trabaja una neurocirujana experta que viene de tener una mala experiencia operando a un paciente y fracasando. Pero lo que se viene es aún más complicado ya que allí llega la policía con un criminal que han atrapado y que, pese a tener una bala alojada en su cerebro, parece estar bastante bien, lúcido y locuaz, enervando cada vez que puede al policía responsable de su captura.
El problema inicial es del orden ético: se trata de un tipo peligroso que no tiene problemas en admitir que matará a quien se le ponga adelante, pero la obligación de los médicos es tratar de curarlo, aunque tanto el policía como la doctora están más tentados a encontrar la manera disimulada de que no supere la noche (la bala, supuetamente, empezará a causar estragos en su cerebro en unas horas). Pero el hombre, se ve, trama algo y nadie logra saber bien qué es: sus secuaces siguen cometiendo crímenes en la ciudad y planean algo para una hora determinada pero nadie sabe bien ni qué ni cómo lo harán. Y descubrir cuál es el plan y tratar de detenerlo es la misión principal entre las distintas intrigas que se manejan en el hospital, en el que también hay otros pacientes un tanto particulares.
En eso consiste THREE, en una larga y tensa espera, en un juego de gato y ratón entre el prisionero herido y el policía, con la doctora en el medio, cada vez más confundida e insegura con respecto a cómo manejar la situación. La gran y esperada escena de acción llegará al final –ya verán cómo– y será la culminación justísima para tanta tensión acumulada, una experta secuencia manejada con maestria en un trucado pero muy efectivo y creíble plano secuencia en ultra cámara lenta que seguramente será lo que más recordarán los espectadores al salir de la sala.
Es cierto que esa escena es un pase de magia cinematográfico que vale por sí mismo el precio de la entrada, pero el resto no desentona. Para llegar ahí –y que esa escena tenga el impacto que tiene– Johnnie To logra construir tensión permanente con planos de objetos, un excelente manejo de los espacios, con gente silbando melodías inocentes y momentos de silencio que cortan la respiración. En una sala de hospital (los impresionables con las operaciones a cerebro abierto tendrán que cubrirse los ojos de tanto en tanto) y con una trama mínima que tiene como antecedentes clásicos de encierro y amenaza como RIO BRAVO y ASALTO A LA PRISION 13, entre muchas otras, To se las arregla para crear, sino una gran película, un muy efectivo y entretenido relato de suspenso.
VISITA OU MEMORIAS E CONFISSOES, de Manoel de Oliveira
Un caso curioso es el de esta película póstuma del realizador portugués fallecido a los 106 años en 2015. La filmó en 1982 pero dejó pedido expresamente que no se diera a conocer hasta su muerte. Lo que Don Manoel no imaginaba es que no solo iba a vivir 34 años más sino que gran parte de su obra más conocida la iba a hacer después de esa fecha. Así que este documental poético en el que Oliveira revisa y cuenta su pasado mientras la cámara recorre los recovecos de la hermosa casona que, por deudas que tenía, estaba por vender, es una suerte de raro «in memoriam», una carta hacia el futuro que se estiró más tiempo que lo imaginado.
Pero más allá de ese expreso deseo por parte del director –acaso ligado a que en esa época no era muy usual hacer películas autobiográficas y el asunto puede haberle dado algo de pudor–, el filme en sí combina el recorrido visual e histórico con la lectura, en forma de diálogos, de textos escritos por la autora Agustina Bessa Luis, textos que poéticamente describen la vida en ese lugar. Más interesantes son las reflexiones y recuerdos familiares del director de LA CARTA, que se extienden desde sus abuelos, en el siglo XIX.
Si bien la casa está en excelentes condiciones, saber que la película fue hecha también como una especie de tributo a ese lugar en el que vivió 40 años y que tuvo que dejar la emparenta un poco con un filme local como LA SOMBRA, de Javier Olivera (la coincidencia de apellidos es casi simbólica). En ambos, las idas y vueltas económicas de las familias ligadas al cine quedan en evidencia cuando grandes caserones que vieron pasar su historia deben ser vendidos o demolidos. En el caso de Don Manoel fue la oportunidad para decir adiós a una casa y, sin saberlo entonces, empezar una nueva y sorprendente etapa de su vida profesional.
YOURSELF AND YOURS, de Hong Sangsoo
A lo largo de 18 películas el coreano Hong Sangsoo parece haber llegado a un punto tal de depuración de su lenguaje cinematográfico que solo parece hacerle falta un par de personajes y poquísimas escenas para contar otras de sus falsamente simples historias de amor. No son simples no solo porque usan un extravagante mecanismo narrativo que casi siempre ponen en funcionamiento sus relatos sino por lo que ese “mecanismo” despierta, todo el conflictivo universo que resuena a partir de él.
El mundo de YOURSELF AND YOURS es puro Hong: alcohol por doquier, bares, cuartos, camas, conversaciones y, como nunca falta, un personaje que es cineasta. Acaso es la primera de todas donde el alcohol no solo fluye sino que es el tema central del filme, el disparador de la serie de discusiones y equívocos en la que se meten los personajes.
Todo comienza cuando el pintor Youngsoo escucha un rumor de parte de un amigo suyo quien dice haber visto a su novia Minjung emborrachándose con otro tipo en un bar de la ciudad. Aparentemente la chica tiene un problema de alcoholismo y su novio la tiene limitada a cinco vasos de soju y dos de cerveza. Como límite es bastante generoso, digamos, pero parece que no funciona, ya que cuando no está controlada por él la chica sigue pasándose de rosca. Y pasando la noche con otros.
Paralelamente la vemos a Minjung en dicho bar hablando con otro hombre que la conoce, pero ella dice no conocerlo a él. No solo eso, sino que dice no llamarse Minjung para luego admitir, de manera confusa, que en realidad es su hermana gemela. ¿Es otra mujer? ¿Es ella misma haciéndose la tonta? ¿No lo recuerda en serio? Lo cierto que este otro hombre inicia una relación con ella, sea o no Minjung… (Ver crítica completa, aquí)