Estrenos online: crítica de «El negocio del dolor» («Pain Hustlers»), de David Yates (Netflix)

Estrenos online: crítica de «El negocio del dolor» («Pain Hustlers»), de David Yates (Netflix)

Esta película recuenta desde la ficción la historia real de una farmacéutica que se metió en problemas al vender una droga contra el cáncer a pacientes de todo tipo. Con Emily Blunt, Chris Evans y Andy García. Estreno de Netflix: 27 de octubre.

En los últimos años, luego de una larga serie de investigaciones periodísticas acerca de los abusos de las compañías farmacéuticas ligadas a la hora de recetar opioides, aparecieron con todo las películas y series sobre el tema, cada una con su tono y su forma. Así llegaron series documentales (EL CRIMEN DEL SIGLO), series dramáticas (DOPESICK y PAINKILLER: MEDICINA LETAL), series de terror (LA CAIDA DE LA CASA USHER) y películas documentales (ALL THE BEAUTY AND THE BLODSHED), entre otras. Ahora llega la versión película de ficción y lo hace en un tono curioso, que no llega a ser comedia pura y dura pero que se acerca un poco a ella.

En realidad lo que el director de buena parte de la saga HARRY POTTER intenta imitar ese tono patentado por películas como THE WALL OF WALL STREET o LA GRAN APUESTA –además de recientes series sobre ascensos y caídas de grandes empresas– a la hora de contar lo que sucedió con la compañía Zanna Therapeutics (en la realidad el laboratorio se llama Insys), una pequeña farmacéutica que trataba de ingresar en el mercado del tratamiento del dolor para pacientes de cáncer con un producto llamado Lonafen (en la realidad su nombre es Subsys), una suerte de spray de acción más rápida que los medicamentos conocidos. Pero sin suerte, ya que el mercado estaba controlado por laboratorios más grandes.

En la ficcionalizada historia de Insys que se cuenta en el film (la historia real, contada por Evan Hughes, la pueden leer aquí en inglés) todo empieza con entrevistas a muchos de ellos, a modo de falso documental. Luego vemos que Emily Blunt interpreta a Liza Drake, una mujer separada y con una hija adolescente que se gana la vida como stripper. Trabajando de eso conoce a Pete Brenner (Chris Evans), ejecutivo de la compañía y lo sorprende con su inteligencia para los negocios. Pete le dice que lo vaya a ver a la oficina –digamos que su interés real pasaba por otro lado– y ella logra convencerlo de que la contraten, ya que encima de todo se ha quedado sin trabajo, sin casa y con su hija con problemas de salud.

Pese a las reticencias del millonario inversor de la empresa Jack Neel (Andy García) y de Brent (Jay Duplass), un ejecutivo más apegado a las reglas, a la chica la contratan aunque no tiene estudios ni experiencia. La oferta de Brent es muy tentadora para Liza: convencer a doctores de recetar su spray y quedarse con una comisión del diez por ciento. Al principio le cuesta –los médicos ya tienen sus «visitadoras médicas preferidas»–, pero aprende rápido y empieza a ejecutar con torpeza primero e inteligencia después muchos de los trucos del negocio, especialmente con un doctor un poco turbio. El principal pasa por pagarles a los médicos para dar supuestas charlas en congresos que en realidad no son más que sobornos encubiertos acompañados por viajes pagos y fiestas en hoteles.

Y así, de a poco, Zanna y Lonafen se convierten en un éxito, la empresa del año, con todo lo que eso implica: entrevistas, programas de TV, cotización en bolsa y… sospechas. Pronto hay coches siguiéndolos, personas sacándoles fotos. Ellos, en tanto, se compran casas cada vez más caras, contratan cada vez a más gente y siguen vendiendo «el producto». El problema se presenta cuando, para seguir creciendo, la empresa decide ir más allá y recetarlo a personas con cualquier tipo de dolor. No solo eso sino que seduce a sus vendedoras con mayores comisiones para mayores dosis. Liza allí se frena, se da cuenta que están haciendo algo no solo ilegal (lo anterior también lo era) sino muy riesgoso para las vidas de los demás. Pero a nadie le importan sus reparos.

Como sucede con (casi) todas estas tramas, todo lo que sube tiene que bajar. Y el éxito instantáneo del fentanyl en spray pronto pasa a ser noticia por las muertes que hay alrededor de ese producto. PAIN HUSTLERS cuenta todo con un tono bastante humorístico en su primera mitad: el inversor que encarna García se vuelve cada vez más delirante, la madre de Liza (Catherine O’Hara) pasa de vendedora a amante del tipo y Pete consume tantas drogas que no puede frenar ni aún queriendo. Solo Liza, que por diversos motivos toma conciencia de lo que está sucediendo (tardía, pero conciencia al fin), parece dudar del festín que la rodea. Y a partir de eso la película se vuelve un tanto más seria.

Relativamente entretenida pero excesivamente larga y con un tono que es demasiado ligero para un problema que es muy duro y difícil, EL NEGOCIO DEL DOLOR se toma con gracia una situación grave. Y si bien es un tono respetable, a uno le queda la sensación de que la película llega demasiado temprano y que, como dice el refrán, la tragedia para convertirse en comedia necesita algo más de tiempo. Acá, a diferencia de las películas citadas que funcionaron como influencias del guión de Wells Tower y de Yates, no se trata de desfalcos económicos sino de un producto que causó (y sigue causando) cientos de miles de muertes. Y eso, que la película más bien evita mostrar hasta su última parte, genera una cierta incomodidad en todo momento.

De todos modos si la película hubiera sido un poco más sutil uno podría aceptar su tono liviano y hasta sus momentos de humor franco. Pero PAIN HUSTLERS es graciosa solo por momentos. Hay escenas –por lo general las relacionadas con la gran Emily Blunt– que funcionan muy bien, pero todas las subtramas en las que aparecen, juntos o por separado, García y O’Hara, se sienten fuera de lugar. No por las actuaciones de ambos sino por el tono ampuloso y supuestamente cómico que se busca allí. Es cierto que si uno vio ya tres o cuatro series y películas sobre el tema –y leyó libros o investigaciones periodísticas al respecto–, puede acercarse a una versión de la historia que tome todo con cierta gracia. Pero debería ser una mejor película. Así, es apenas un agregado menor a la complicada historia de una epidemia que está lejos de terminarse.